Cuando un año culmina, siempre hacemos un balance de lo que fue y significó para nosotros en todas sus dimensiones. Recopilamos todo lo que nos sucedió y nos situamos en el hecho de dilucidar que fue lo bueno, lo malo y cual fue el aprendizaje.

En la vida siempre van a suceder cosas no tan buenas. De nosotros dependerá darle el enfoque necesario para convertirlas en aprendizaje y avanzar hacia la evolución. En eso, soy una persona muy optimista y que aprovecha lo que se me presenta para avanzar y sacar de lo malo, una oportunidad o la experiencia de que no me vuelva a suceder o tropezar con la misma piedra una vez mas.

2020 para mì, al contrario de lo que muchos piensan, fue un año que a pesar de ser duro en muchos sentidos, me dejò mucho APRENDIZAJE, esa es mi palabra para designar a este fatídico pero aleccionador año que ya se fue. Aprendì a darle valor a todo aquello cotidiano que por serlo, me parecía normal y no tan preciado.

Abrazar a mis seres queridos, sentirlos tan cerca y a la vez tan lejos. El 2020 me enseñò a valorar esos instantes que por el encierro, no pude tener a disposición. Eso, aunado a que pude desarrollarme aún mas en este mundo llamado escritura, verla como una oportunidad de futuro cuando salga mi jubilación de mi trabajo este año, eso, tiene mucho valor para mì.

Además, el hecho de haber podido terminar el año con buena salud, a pesar de este terrible virus, para mì y mis seres queridos, ya es muchísima ganancia. Debemos ser agradecidos y estar concientes de que el hecho de no haber sido afectados ni habernos enfermado o haber perdido a alguno de nuestros afectos cercanos, es muy importante y hay que valorarlo.