Saludos amigos de Steemit

El camino se abría entre la tupida selva, una neblina muy densa y blanca cubría la copa de los árboles, no se podía ver el cielo, el sol no llegaba a tocar la tierra, un aire muy frío se sentía en el ambiente.

La caminata era cada vez un poco más lenta, una excursión sencilla se estaba volviendo una pesadilla. De repente todo se nubló aún más, parecía que fuera el ocaso, pero si apenas son las 9:00 de la mañana!, dijo uno de los turistas. - Volvamos!. Pidió casi que en tono de orden.

Le dijimos que se calmara, que no tema, que en la montaña es normal que ocurran estos cambios de clima tan repentinos. Empezó a llover suavemente, luego fue incrementando la lluvia, a pesar de que sacamos lo impermeables, varios de los turistas no lo habían llevado así que se mojaron. Uno de ellos, el que pidió que regresaramos, empezó a gritar desesperado, que él no había querido ir a esa excursión, que lo hizo por complacer a su esposa, la cual estaba totalmente calmada, y ahora estaba empapado, con frío y seguro se enfermaría.

No es fácil tratar a este tipo de personas, pero lo que no podemos permitir es que contagie de pánico al resto de los excursionistas. Abelardo, uno de los guías, les dijo que lo siguieran que había encontrado una cueva donde podríamos refugiarnos mientras pasaba la lluvia. Al llegar a la cueva, enseguida noté que era de un color azul muy claro, y que a pesar de tener una temperatura agradable, pareciera que hubiese nieve.

Tratamos de encender una fogata para que todos se calentaran, especialmente los que se habían mojado, luego de encenderla, nos concentramos alrededor de ella, cuando de repente, un señor con tez morena, pelo largo muy blanco y vestido con lo que parecía una túnica, nos dijo:

Ninguno supo de dónde salió, sin embargo, su presencia, su tono de voz y su mirada, generaron calma y confianza entre todos los que estábamos allí. Con una señal nos invitó a que lo acompañaramos, y luego de recorrer unos 200 metros más o menos, nos indicó un pequeño espacio donde había una mesa grande, había muchas frutas, todos estábamos hambrientos, y luego de comer, nos dió mucho sueño, uno a uno fueron acomodándose y se fueron quedando dormidos.

Al despertar, ya había pasado la tormenta, la lluvia cesó, sin embargo, ya la mesa no estaba, no había rastros de nada, volvimos a nuestro camino y en la entrada de la cueva nos encontraron otros guías que nos estaban buscando, con mucha insistencia nos preguntaron si estábamos bien, si teníamos hambre o sed, sin embargo todos estábamos muy bien, a lo cual los guías se extrañaron mucho, nos dijeron que llevaban dos días buscándonos, a lo cual respondimos que era imposible, que apenas teníamos un rato dentro de la cueva, nos dijeron que era un error, que era lunes, la excursión fue el sábado en la mañana y en ese momento eran casi las 5 de la tarde del día Lunes.

Todos quedamos sorprendidos, no podía ser!. De hecho, el señor que nos atendió en la cueva, nos dió fruta y nos enseñó un lugar donde podíamos descansar mientras pasaba la lluvia. ¿Lluvia?, dijo uno de los guías, eso era una tormenta que duró casi dos días, hace apenas unas pocas horas que dejó de llover.

El otro guía preguntó cómo era el aspecto del señor que nos dio refugio, a lo cual, después que lo describimos, él nos dijo que por la descripción era su abuelo, "El guardián de la montaña blanca". Dice que en su tribu, el anciano les contaba historias sobre los rescates que hacían a los que se perdían buscando explorar la montaña blanca, uno de los mejores rescatistas era precisamente su abuelo, al que apodaron "El guardían", pero ya él tenía más de 20 años muerto, sin embargo no era la primera vez que lo veían, en los últimos 10 años le ha salvado la vida a 100 de excursionistas que se siguen perdiendo en esos bosques alrededor de la montaña blanca.