Durante más de veinticinco años me he desempeñado como Profesor en el área de Castellano y Literatura en la Universidad de Oriente, específicamente en el Núcleo de Anzoátegui. Desde que ingresé a esta institución, la tarea de enseñarles nuestro idioma a los alumnos que aspiran a convertirse en futuros profesionales de esta nación ha tenido, como todo en la vida, sus mejores y sus peores momentos, pero todos ellos forman parte de esa misión que escogí con la firme esperanza de contribuir con el desarrollo de mi país.

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Uno de los principales problemas que nos planteaban, durante la época en que fui estudiante, a los que más tarde seríamos docentes del castellano, se centraba en las graves deficiencias en el uso del idioma en todos los niveles del sistema educativo. Existían investigaciones, muy bien documentadas, que demostraban carencias alarmantes, incluso en los sitios más altos de la pirámide de instrucción, en egresados universitarios que debían dar el ejemplo en cuanto al manejo de la lengua oral y escrita.

Ante este panorama desolador, quienes nos graduábamos con el propósito de enseñar el español, en cualquier instancia que afrontáramos, estábamos conscientes de que debíamos esforzarnos al máximo para lograr cambiar esa realidad que limitaba los horizontes intelectuales de nuestro entorno, porque para progresar, en cualquier área del saber humano, es imprescindible poseer competencias lingüísticas que posibiliten de manera efectiva la comprensión y la comunicación.

Desde mis inicios en este apostolado de la docencia, he intentado entonces, por todos los medios, impartir una enseñanza práctica del castellano; es decir, sin demasiadas teorías y atendiendo a las fallas más evidentes que arrastran los estudiantes desde el bachillerato. Muchas veces, por ejemplo, tengo que comenzar los cursos explicando los aspectos básicos de la ortografía, desde el uso de las letras problemáticas hasta los signos de puntuación; lo cual parece un sinsentido si se observa desde el punto de vista universitario, sin embargo, no puedo yo desarrollar temas que exijan mayores conocimientos con unos bachilleres que desconocen las cuestiones elementales de su lengua materna.

Debido a que los períodos académicos en la Universidad de Oriente están divididos en semestres, el tiempo siempre parece demasiado breve para todo lo que el docente preocupado quiere enseñar. En mi caso, opté desde hace tiempo por darle prioridad a la escritura, a partir de ella relaciono las demás áreas del lenguaje: hablar, leer y escuchar. Esta decisión, en líneas generales, la tomé atendiendo a una premisa elemental: Pueden existir individuos que hablen de manera aceptable, pero su escritura deja mucho que desear; en cambio, quien aprende a escribir bien, con toda seguridad, hablará también con propiedad y corrección.

La experiencia de todos estos años me ha dejado bien claro que mis métodos de enseñanza no son ni los mejores ni los peores que pueden existir. El proceso de aprendizaje está influenciado por un sinnúmero de factores que es imposible controlar en su totalidad. Lo que sí se manifiesta de manera evidente es que la capacidad del docente, las estrategias que aplique, para que los estudiantes se interesen por el contenido de su asignatura, por atender a sus clases, repercutirá notablemente en el éxito de su misión. Es obvio, por otra parte, que los bachilleres deben aportar un mínimo de interés, de motivación, por avanzar en la carrera que escogieron, de acuerdo con su vocación, ya que a nivel universitario poseen una gran cuota de responsabilidad en el alcance de sus metas y ningún profesor podrá enseñarles lo que ellos se niegan a aprender.

Desde aquellos inicios de mis actividades docentes hasta la actualidad, la situación en cuanto a las deficiencias en el uso del castellano no parece haber cambiado; es más, el auge imparable de la tecnología, aplicada en los medios de comunicación, ha potenciado el problema de modo exagerado. Sin embargo, siempre existirán los excelentes maestros y los estudiantes preocupados que se sientan orgullosos de su labor; los primeros por mirar el cumplimiento de su tarea reflejada en esos aplicados discípulos y los otros por haber obtenido una herramienta invalorable para desenvolverse en este competente universo actual.

De mi parte, ya estoy formalmente de retirada, en proceso de jubilación, pero sé que vendrán siempre nuevos valores a continuar luchando a favor de las más altas manifestaciones de nuestro idioma.

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_{Invito a los amigos: @emy.pets05, @avagavilan y @yulirosario27. Para todo ellos y quienes quieran participar, por aquí les dejo la información del concurso.}

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_{Las imágenes que son de mi propiedad fueron tomadas con con una cámara Sony, modelo DSC-W180.}