Relato: Conexión (II)

Louis Bouchon observó con fascinación a la jovencita de largos cabellos rubios que estaba a 200 metros de dónde él se encontraba.  Su belleza no parecía humana; ¿era una vampiresa joven acaso?, ¿una conversa quizás?, ¿o una híbrida? Lo tenía qué averiguar.

Abriéndose paso entre la multitud, el vampiro se acercó hacia la jovencita y, con ademanes corteses, le preguntó si podía concederle la pieza. La jovencita, sonriente, aceptó su invitación. Los dos , tomados de la mano, se dirigieron hacia donde se encontraban los demás invitados y empezaron a danzar. En medio del baile, Bouchon tomó a la chica por la espalda baja y se acercó. La joven, incómoda, intenta zafarse.

-No tengas miedo, pequeña. Estás entre amigos.

No obstante, un hombre de cabello castaño oscuro se interpuso y, en un tono familiar, exclamó:

-¡Querida, aquí estás! ¡Te estaba buscando por todas partes!

-No deberías estar aquí -murmuró Hvitserk mientras se llevaba a la jovencita del lado de Bouchon -. Ese hombre es muy peligroso. ¿Dónde están tus familiares?

-Vi-vine con una amiga y su prima. 

Mirando de reojo hacia Bouchon, notó que éste se había reunido con otros dos hombres. "Esto no es bueno", pensó mientras murmuraba:

-Baila.

-¿Qué?

-Sígueme el juego.

La jovencita, obediente, copió todos los pasos de baile que llevaban a cabo los asistentes. Durante la danza, Hvitserk no pudo evitar preguntarle su nombre; la jovencita, con timidez, le respondió:

-Clarissa... Clarissa Harlowe.

-¿Harlowe? Conozco a un Harlowe... ¿De casualidad no eres pariente de James Harlowe hijo?

Clarissa le miró con sorpresa.

-¿Conoce a mi hermano?

¡Hermano! Hvitserk le miró, igualmente sorprendido. Sabía que James Harlowe hijo tenía una hermana de nombre Arabella.  ¿Habría escuchado mal y era aquella chiquilla de quien conocía su existencia?

-Lo conozco... Aunque no me llevo muy bien con él -replicó.

-Oh... Entiendo. Yo tampoco me llevo muy bien con él; me llevo un poco mejor con mi hermana Arabella.

"Una hija menor... Interesante", pensó Hvitserk mientras le replicaba:

-Tienes mi compasión,  Clarissa. 

-¿Por qué, señor?

-Prefiero no incomodarte con trivialidades. Ahora ven; veo que la señorita Lansbury quiere verte. 

Marianne Lansbury miró con desconfianza a Lovelace. Éste, con una leve reverencia, dejó ir a Clarissa mientras que, con una sonrisa, le dijo:

-Señorita Lansbury. Se ve muy bella esta noche.

-Señor Lovelace -replicó -. Esta noche usted hizo una buena obra. Algo raro en usted. ¿O es que está ansioso de probar el néctar prohibido de las niñas?

-Antes de responderle a su pregunta, le sugiero que envíe a las niñas de regreso a su hogar de inmediato. Este no es el lugar adecuado para ellas; hay monstruos ansiosos por obtener algo más que un inocente beso.