Con mucha emoción digo presente en la dinámica que organizaron para esta semana ya que, de todas las grandes lecciones de vida que he aprendido, un pequeño gatito en 2016 me enseñó la importancia que tiene ser paciente y, aceptar la compañía de alguien más cuando tenemos una situación complicada. Sin más preámbulo, comienzo con mi participación.

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  Picachú fue un gatito que llegó a mi vida en el año 2016 cuando él todavía estaba pequeño. Desde el primer momento que lo vi quedé encantada con él y, pienso que ambos nos elegimos porque, la conexión fue instantánea... Algo que es muy curioso ya que, antes de su llegada, no era muy apegada a los gatos debido a la alergia que me generaban.

  La alergia fue la primera lección que aprendí de él. A su manera, él se las ingenió para acercarse a mi poco a poco; no sé si en su mundo el percibía mi temor de comenzar a estornudar por tenerlo cerca pero, para mi gran sorpresa, fueron pasando los días y la alergia no se hizo presente. Picachú se fue acercando a mi con mucha cautela a medida de que crecía y mientras no se acercaba al 100%, él de igual manera me acompañaba en todos los lados de la casa a pesar de mantener su distancia y, eso me causaba demasiada risa porque se veía muy tierno.

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  Mi propósito de adoptar a Picachú fue aprender a controlar mis niveles elevados de ansiedad ya que, en el año 2016 estaba asistiendo a terapias para superar una depresión que me estaba apagando. La psicóloga me sugirió que con un gato, iba a aprender muchas cosas. Les confieso que, al principio tenía dudas de esto, sin embargo, con el paso del tiempo me fui dando cuenta que estaba totalmente errada y un animal, en este caso, un gatito, me podía enseñar a ser paciente y ver la vida con luz y esperanza. Así como clasifico mi vida en un antes y después de la depresión, también lo hago con este hermoso gatito.

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  Cuando tenía episodios de ansiedad o depresivos, Picachú se acercaba a mi y comenzaba caminando a mi alrededor, asumo que era para buscar mi atención y así, distraerme del pensamiento que me estaba aturdiendo, cosa que lograba exitosamente porque, mientras fijaba mi mirada en él, poco a poco me calmaba. Las veces que mis crisis eran de llanto, él me golpeaba con su cola y si estaba acostada, se acomodaba sobre mí mirándome fijo; esa acción me hacía observar el brillo tan hermoso de sus ojos y en ese momento solo quería abrazarlo, cosa que hacía y con el paso de los minutos, dejaba de llorar.

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  Su paciencia para acercarse completamente a mi y, todo lo que hacía cuando estaba deprimida, me enseñó que no es necesario conversar con alguien alguien para poder recibir lo que nuestro interior requiere para sanar. Picachú con su mirada, ronroneos, golpes de cola y acostarse sobre mí, alivió el fuego que tenía mi alma. Efectivamente, las terapias con la psicóloga y los medicamentos hicieron su parte pero, mi gato con su amor gatuno llenó mi corazón de luz y color.

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  Él era un gato muy juguetón. Generalmente conocemos que estos felinos son muy odiosos porque, solo transmiten su amor cuando están de humor pero, Picachú era todo lo contrario, fue muy expresivo, siempre estaba transmitiendo cariño incluso a quienes no conocía y eso me encantaba de él; es más, esta actitud que tenía también me enseñó a expresar mis sentimientos ya que, la depresión me llevó a ni siquiera tolerar el abrazo de alguien y le agradezco mucho eso porque, cuando lo abrazaba a él para practicar, sentía su pequeño corazón latir, escuchaba su ronroneo y, esta combinación me llenó del amor necesario para aprender nuevamente a amarme.

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  Para finalizar, hablo en pasado porque, en 2017, Picachú murió debido al envenenamiento que le hizo un vecino que no le simpatizan los animales. Incluso el penúltimo día de su vida me transmitió una gran lección porque, ese día por primera vez se quedó solo en la casa, cuando mi papá llegó, este gatito no paraba de maullar y lo hacía frente a la puerta de mi habitación. Para el entendimiento de mi papá, Picachú lo que quería decir era que faltaba alguien y esa persona era quien siempre estaba en esa habitación. Cuando llegué en la noche, hizo un escándalo y rasgaba mi pantalón con la intención de que lo cargara, al hacerlo, pasó su lengua sobre mi rostro por un rato.

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  Esta acción de Picachú me enseñó que no le gustó la experiencia de quedarse solo y, los gatos saben muy bien con cuantas personas viven, si falta alguien, ellos lo notan y si esta persona demora mucho en regresar, lo perciben como si pasaron largos días de ausencia. La misión de Picachú fue guiarme para superar la depresión y, lo hizo muy bien... Eternamente le agradeceré lo que hizo y al mismo tiempo, lamentaré que me lo hayan quitado tan rápido porque solamente logramos compartir durante 1 año.

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Antes de despedirme, quiero extender la invitación del Steemit Engagement Challenge S3:W3 - ¿Qué diferentes animales pueden enseñar a los humanos? a @elpastor @marito74 y @zormar21 espero se animen a participar😊😊

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Las imágenes editadas en esta publicación fueron creadas por mi en Canva. Las fotografías personales son de mi autoría, y fueron extraídas de mi álbum de recuerdos. La cámara que utilicé para tomar las fotografías fue la de un teléfono celular Samsung Galaxy J7.

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^{Logro N°1}