SEC - T18W2: ¡Lushka, te extrañaremos!

  Tener contacto con la especie animal es algo que me encanta explorar desde mi infancia y, no es para menos porque, estos seres vivos tienen una manera muy particular de sumergirse en nuestra cotidianidad y, son tan extraordinarios que, logran convertirse en un integrante de la familia.

  Siempre quise tener un perrito sin embargo, por temas de espacio no se pudo cristalizar este proyecto y, la alternativa ideal era adoptar un gato pero, mi alergia hacia estos felinos en ese momento limitó esta opción por lo que, tuve que vivir esta experiencia con unos peces y una tortuga.

  Transcurrió el tiempo y llegó el año 2016, recuerdo claramente como si fuera ayer que fu a una fundación protectora de animales el la ciudad donde vivo con la intención de adoptar un gato y, aunque no estaba muy segura por mi problema con la alergia hacia esta especie animal, de igual manera fui siguiendo las indicaciones de mis terapeutas (Psicóloga y Psiquiatra), para así proceder con la adopción de un hermoso gatito de pelaje atigrado que desde el primer momento que me acerqué a él, hubo una conexión tan mágica que, sin pensarlo mucho tomé la decisión de llevármelo a casa para iniciar un ciclo de vida juntos en el que ambos íbamos a vivir muchas cosas nuevas y emotivas.

  Picachú siempre fue un gatito muy cariñoso; todas las personas que llegaban a mi casa, tenían que ver con él porque, les sorprendía que no era escurridizo lo cual, me encantaba ya que, de esa manera comprendí que así como es importante transmitir amor genuino, también debemos aprender a recibirlo.

  Cuando Picachú llegó a mi mundo, todo estaba hecho un caos porque estaba sumergida en una depresión. Sin embargo, a medida de que fueron avanzando los días, él fungía como mi médico porque, a su manera me ayudaba a drenar todas las emociones negativas que ocurrían en mí y se acopló tan bien a mi que, con tan solo observarlo o escuchar su ronroneo, el equilibrio nuevamente llegaba a mi por ello; hoy día tengo la certeza de que, la misión que tuvo Pichachú en mi vida fue curarme el alma al devolverme el amor y sentido a la vida porque; debido a la incómoda experiencia de transitar por la depresión durante años, había perdido ese horizonte tan vital en la vida.

  El tiempo que Picachú estuvo en mi vida fue el necesario porque, solo necesitó 7 meses para ser ese amigo inolvidable e insustituible ya que, aún recuerdo cuando se acostaba en la esquina de mi cama y se arropaba con la sabana al igual que, en esos momentos de caos, se acostaba en mis piernas o se acercaba a mi rostro para mirarme fijamente con la clara intención de que me perdiera en su mirada de amor.

  Las hazañas de Picachú no solo se limitaron en ser mi mejor amigo y ayudarme con mi problema con la depresión porque, también me curó de la alergia que me generaban los gatos por ello, tengo la clara convicción de que, esta mascota fue un regalo de amor que me envió el universo y, siempre voy a estar agradecida con mis terapeutas por impulsarme a adoptarlo porque, él era el ser vivo ideal para llenar mi vida de amor y, admito que me hubiese encantado que su compañía se extendiera por más tiempo pero, acepto que ese era el necesario para tener los aprendizajes y reflexiones necesarias ya que, Picachú más allá de mi mascota, fue mi mejor amigo.

  Quiero dejar presente que, he estado hablando de Picachú en pasado porque, él fue vilmente envenenado y, aunque no merecía morir en manos de la intolerancia, prefiero interpretar su partida como el cierre de nuestro ciclo juntos y; a pesar de que tangiblemente ya no está aquí, en mi mente y corazón sigue vivo porque, su legado de lecciones siempre lo resalto cuando hablo de dejar atrás la depresión.

  Mi vida tiene un antes y después de Picachú; ahorita él está en su cielo gatuno cumpliendo con el ciclo que ahora le corresponde y, yo desde esta fase terrenal seguiré recordando cuando tocaba la puerta de mi habitación porque no estaba dispuesto a dormir lejos de mi al igual que, al momento de irme, me despedía con su eufórico maullido y cuando regresaba, me recibía con mucha algarabía ya que, Picachú fue un gato muy alegre y, desde esa alegría siempre lo voy a recordar porque; él me enseñó que la vida se vive con buena actitud y disfrutando al máximo cada momento ya que, independientemente de la dificultad, siempre hay alternativas que nos permiten solucionar para vivir en paz.

¡Muchas gracias por leer mi publicación!

^{Las imágenes presentadas en esta publicación son de mi autoría y fueron extraídas de mi galería personal}

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