Saludos a toda la comunidad de Steemit; en especial a la de #venezolanossteem. Hoy me uniré al reto que nos propone nuestra amiga @nakary, quien nos invita a hablar sobre nuestras experiencias laborales, a propósito de celebrarse el 1 de mayo el día del trabajador.

Mi primera experiencia laboral la tuve a los 10 años; en el mes de agosto; lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Eran vacaciones escolares, y por el barrio llegaban jóvenes de Caracas, Puerto La Cruz, Maracaibo... a pasar esos días con sus familiares. A mí me gustaban todos los visitantes. Me enamoraba sola, y "sacaba fiesta" hasta hacer el ridículo, jajaja. Mi mamá, que no era nada ingenua, me veía con ojos cuestionadores, pero no opinaba al respecto. Sin embargo, un día me dijo agarra esa ponchera que tiene ají y chimbombó y sal a venderlos para comer. A los padres no se les podía decir que no. Pero tenía en mi cabeza: Salir hasta la casa de mi abuelo, pedir la bendición y regresarme con la excusa de que nadie quería los productos. Creo que mamá leyó mi pensamiento; así que la muy Doña buscó una tela blanca y me hizo un turbante para que no le cayera cabello a la mercancía, como si yo iba a vender panes o dulces. Además me exigió que gritara: "Ají, chimbombó. Llevo ají y chimbombó, oooo". Jajaja. Mamá daba las instrucciones y yo quería que la tierra me tragara. Todos los muchachos estaban jugando fútbol en la calle.

Salí y ofrecía mis productos con una voz lastimera. Una señora vecina, que me quería mucho, llamada Isabel, se condolió de mí y me compró toda la ponchera de ají y chimbombó. Yo me puse feliz, corrí hasta la casa a millón, con el dinero en la mano, me tropecé y rodé con todo y ponchera. Los muchachos me pitaron hasta que se cansaron. Yo lloraba como una Magdalena. Llegué a la casa, y no volví a salir sino cuando se terminaron las vacaciones y todos los muchachos regresaron a sus casas.

Es primera vez que cuento esto, y me da risa y dolor al mismo tiempo.

Mamá más nunca me pidió que vendiera nada. Yo solo iba a la casa de la señora Isabel y le ofrecía ají y chimbombó cuando había cosecha.

A los 17 años me fui a estudiar para Cumaná, allá limpiaba casas y planchaba ropa, junto con mi amiga María Kárima; lo hacíamos los fines de semana; cuando no teníamos dinero para comer o para pagarla residencia.

En el tercer semestre de mi carrera, me postulé para ser "Preparadora docente de la asignatura Lingüística General", gané el concurso, y puedo decir que fue mi primer trabajo formal; cobraba mensualmente. Yo me sentía millonaria; podía comerme una hamburguesa al mes o una pizza. Todo dependía de los gastos que tuviera de fotocopia y libros.

Cuando estaba en el sexto semestre de la carrera, también en el mes de agosto me vine para Carúpano a pasar vacaciones y entré a trabajar como mesonera en un casino que quedaba en el Hotel Victoria. Ese trabajo me lo consiguió mi hermana @rosita1. Fue un mes de trasnochos y de enseñanzas mil. Gané mucho dinero, y antes de entrar de nuevo a la Universidad, me fui para la isla de Margarita para comprarme tres pantalones Cloud; creo que son los únicos de marca que he tenido. Por cierto que no duraron mucho, porque me los robaron en la residencia donde vivía.

Cuando me faltaba un año para graduarme de profesora de Castellano, me llamó el Director del Liceo José Silverio González, Víctor Rausseo, para ofrecerme un contrato de trabajo por un año. Eran 36 horas de clase, y yo veía siete materias en la Universidad. Acepté el trabajo, porque me quería probar a mí misma cuánto podía dar. Fue un año de muchos aprendizajes. Casi pierdo la voz en ese tiempo.

Cuando recibí mi título, este vino acompañado de un contrato para entrar a trabajar en la Universidad. Fue una bendición de Dios. No tuve que salir a buscar trabajo. Tengo 24 años de servicio; y me parece que eso fue ayer.

Si bien he tratado de especializarme en mi profesión haciendo estudios de Maestría y Doctorado; también he querido aprender otros oficios. Me siento una artesana en potencia: aprendí a bordar en punto de cruz de manera autodidáctica, he hecho cursos de gelatinas decoradas, el patchwork me apasiona, soy costurera por ensayo y error. He hecho todas las cosas que están en la imagen de este post y las he vendido todas.

Siempre me ha gustado cerrar ciclos, y durante años, el recuerdo de mi pena para vender los ajíes y los chimbombós me perturbaba. Así que un día me dispuse a romper con eso; aproveché que era Carnaval, me vine para Carúpano, compré maní, los tosté, y le dije a mi familia: Vamos a ver el desfile, que voy a aprovechar de vender maní tostado. Todos se rieron, Yo me puse mi antifaz, llené mi bolso de maní; y cuando llegué al desfile sentí de nuevo esa terrible sensación de vergüenza. Entonces apelé a mi alma secreta que llevaba en el bolso: un globo inflable; lo saqué, lo soplé, lo amarré y me dije: "Allí van mis miedos". Casi al instante, Comencé a gritar: "Maní, maní, vendo maní". Mi venta fue un éxito.

Ahorita vendo chupetas, maní tostado, turrón de coco, cigarro; y todo lo que se me ocurra; lo hago en mi casa. Así que cuando llegan a comprar aprovecho de pararme de la silla donde me la paso trabajando en steemit para estirar mis piernas.

Discúlpame, @nakary, este post es casi un testamento con herencia para veinte hijos, jajaja. Gracias por haberme motivado a contar toda mi trayectoria laboral. Feliz día del trabajador para todos.

Si deseas participar en este reto, aquí la información Invito a mis amigas: @alidamaria, @martarg y @cantantecumanes.