Un día una niña le preguntó a su madre ¿Mamá, por qué mi abuelita come en esta vasija de madera y nosotros en estos platos tan bonito?
La mamá le contestó: "Bueno hija es que la abuelita tiene manos temblorosas y se le puede caer el plato y romperse"

La niña inocentemente, le contestó: "Mami ¿Me puedes guardar estas vasijas de madera para que cuando crezca las tenga para tí?"

Esta experiencia es un buen incentivo para la reflexión, ya que en muchos hogares, los padres y abuelos son rebajados a un segundo plano.
En otros casos se enfrentan al desprecio y el abandono y, aunque parezca increíble hasta al maltrato físico y verbal.

Muchos hijos rehusan cuidar a sus padres envejecidos y le faltan al respeto cuando intentan hablarles o aconsejarlos.

Algunas fuentes de información citan lo siguiente:

“La violencia doméstica contra los ancianos es un escándalo nacional que se propaga”, dice el político estadounidense Mario Biaggi.

Muchos se aprovechan de su vulnerabilidad

“El dar palizas a las abuelitas se ha clasificado ahora como delito doméstico”, informó el Daily Mail, de Londres.

En The Wall Street Journal, de Nueva York

“Muchas mujeres ancianas luchan contra la mala salud, el temor al delito, la soledad”.

¿Acaso la responsabilidad de los hijos para con los padres, termina cuando estos envejecen?

¿No se supone que los hijos deben cuidar de sus padres, mientras estos vivan?

En la etapa de la vejéz es cuando mas los padres, necesitan cuidados, respeto, cariño, amor y
consideración.
Muchos reflexionan en esto cuando ya es demasiado tarde.

“A los diez años de edad el muchacho cree que su padre sabe mucho, a los quince sabe tanto como su padre, a los veinte sabe el doble, a los treinta está dispuesto a aceptar su consejo, a los cuarenta comienza a pensar que su padre sabe algo después de todo, a los cincuenta comienza a buscar su consejo y a los sesenta —después que su padre ha muerto— cree que su padre fue el hombre más inteligente que jamás ha vivido.”

Aunque es un texto sin autor, son palabras sumamente sabias y muy ciertas
Como hijos, mayormente no reconocemos el valor de nuestros padres, en cuanto a conocimiento y sabiduría.

Hay un dicho que dice: "Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde" Es cuando perdemos a nuestros padres, cuando reconocemos su valor y su inteligencia.

Me gustaría mostrarles unos textos bíblicos que indican lo importante que es para Dios el cuidado de las personas envejecidas.

“Escucha a tu padre que causó tu nacimiento, y no desprecies a tu madre simplemente porque ha envejecido.”—Pro. 23:22.

“El que está maltratando a un padre y que ahuyenta a una madre es un hijo que está actuando vergonzosa y afrentosamente.”—Pro. 19:26.

“El ojo que le hace escarnio al padre y que desprecia la obediencia a la madre... los cuervos del valle de torrente lo sacarán y los hijos del águila se lo comerán.”—Pro. 30:17.

“Y el que hiera a su padre y a su madre ha de ser muerto sin falta. Y el que invoque el mal sobre su
padre y su madre ha de ser muerto sin falta.”—Éxo. 21:15, 17.

Aunque hoy no estamos bajo la ley mosaica, los principios envueltos son los mismos. Es muy importante que hagamos felices a nuestros padres y abuelos. Seamos buenos con ellos, entendámoslo y escuchemos lo que tienen que decirnos. Debemos hacerles ver lo valiosos que son, y valorar todo ese caudal de sabiduría que hay detrás de esas arrugas que cubren su humilde rostro.

La forma como se les trate puede contribuir mucho a su buena salud, por ejemplo en un sitio Hoy día en algunas partes del mundo a las personas de edad avanzada todavía se les estima altamente.

En un sitio de la Unión Soviética muchos pasan los 100 años de edad, y un lo que ha contribuido a esta longevidad es el respeto y el valor que se les da. A los mayores se les quiere y se les hace sentir útiles y todavía tienen un digno lugar en la sociedad.

Los dejo con esta reflexión, un saludo para todos

_{Mi querida madre y yo}

# @nellita66