Nacer toro de “estirpe” de lidia es una verdadera tragedia, primero me criaron hasta tener un peso optimo, para que generara miedo en quienes me viesen, todos ignoran que solo quería pastar tranquilamente en el verdor de ese terreno y disfrutar con las vacas que por allí paseaban conmigo. Me contaron los mayores, esos que se han salvado milagrosamente por no ser físicamente perfectos que sufriría como cualquier mamífero con sistema nervioso central, que sería acosado para subirme a un camión, tendría miedo, pánico en el camino…y así fue.

_{Imagen para el concurso utilizada por @solperez}

Todos olvidan que no obstante este gran tamaño somos herbívoros, no está en nuestra naturaleza enfrentar el peligro más bien huimos de él. Muchos dicen que deben seguir matándonos porque es una tradición y una cultura y que si no lo hace la raza desaparecerá, la pandemia demostró que no fue así. Me molesta además que brinden, festejen y se llame fiesta a la tortura, al sufrimiento y muerte, encima para humillarnos más nos cortan luego de muerto orejas y rabo.

Soy un toro “bravo” dicen que soy especial, simplemente soy el macho de la vaca y ellos genéticamente me han dado alimentos exclusivos, pero no se lidia la vaca que es mi madre ¿porque? con eso cambio mi aspecto se vuelve impresionante. Creo que lo hacen por dinero y por engañar a quienes van a celebrar mi dolor. El hombre y su sed de tragedia, recordemos los gladiadores, los leones. Quiero seguir viviendo vivo y en paz.

Este pintor José Jiménez Aranda en su obra deja ver una parte y se oculta otra de lo que allí ocurrió, fue el día que me tocó salir, me negaba a ser puyado y tumbé al puyador. Damas y caballeros con sus mejores galas, en palcos costosos bebiendo y comiendo para ver mi final, pero les di guerra y muchas voltearon horrorizadas, nunca por mí y mi destino…al final soy un pobre toro bravo... muy bravo con el hombre.