Queridos(as) amigos(as), le comentaba a @solperez que narrar la historia de mi amor platónico me llevaría como 10 publicaciones, ya que fueron muchos años de amor pensado y sufrido, así que hoy le traeré uno de los capítulos más intensos de esta historia.

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Mira que platónico fue mi amor, que tuve que ser testigo de aventuras, novias y hasta intentos infructuosos que tuvo la persona a la cual yo amaba secretamente. Lo conocí en la universidad, recuerdo incluso la primera vez que él habló conmigo, yo siempre fui su amiga buena gente, la que lo llamaba para informar cuando empezarían las clases, las inscripciones, la que le prestaba los apuntes y lo acompañaba a hacer sus diligencias en el médico o bancarias.

Mientras que él se comía el mundo con todas sus ganas yo me negaba a ese amor, no estaba más sola que la una (pero casi) porque me acompañaban las canciones que pedía en las noches a mi emisora de radio favorita y entre canciones de Luis Miguel y “su palabra de honor”, Ricardo Montaner y “a dónde va el amor”, Magneto y “tú eres algo para siempre”, Franco de Vita y su “sólo importas tú” y hombres G con su dilapidaría canción “temblando” lo pensaba cada noche.
Tuvimos muchos años de amistad en la que cada semestre transcurría entre pensamientos como:

─ Yo creo que, si le gusto, porque mira como enrolla sus dedos en mi pelo.
─ Yo creo que no le gusto porque no hubiese tenido esa aventura con ese ser. ¡Que confusión!

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Hasta que… llegó la fecha de mi graduación en un instituto en el que yo estaba estudiando de manera paralela con la universidad, un amigo en común me había dicho desde un principio que el día que me graduara en la academia él quería ir a mi graduación (y justo ese amigo compartía residencia con mi amor platónico).

Mi mejor amiga me llegó a decir que ya no soportaría verme un semestre más entre la zozobra de no saber si le gustaba o no a Juan Carlos. Que debía dar el primer paso y besarlo en la fiesta de mi graduación, recuerdo esa conversación:

─ Mi amiga: ¡Sandra!, ya está bueno, debes besarlo
─ Yo: ¡Pero!, yo no sé cómo hacerlo, nunca he besado a nadie
─ Mi amiga: ¡Presta atención!, tú ves este cojín que está aquí, lo vas a agarrar y le vas a hacer así y así y así, déjate llevar y confía en ti ¡Dios santo!, ni puedo imaginar ese instante sin que me dé un pre-infarto.

Llegó el día de la fiesta, mis papás nos dieron permiso hasta las 12 de la noche, fuimos a buscar al novio de mi hermanita, al amigo que teníamos en común y por supuesto a Juan Carlos, la fiesta sería en el casino militar y todo estaba de ensueño.

Mientras mi hermana bailaba y gozaba un puyero con su novio, yo pensaba nerviosa que pasaban las horas y aún no había besado a Juan Carlos, mi amiga me había dado indicaciones que aún no era claras para mí y hasta me había amenazado de que si no procedía no le hablara más (mayor dilema).

Nuestro amigo en común me acompañó porque siempre lo quiso hacer, estuvo en la mesa toda la noche porque recién había perdido a su mamá, así que de vez en cuando lo acompañábamos después de disfrutar de los sets de bailes, cuando dieron las 11:30 de la noche me concentré en mis pensamientos:

─ Falta media hora para que nos vengan a buscar y no lo he besado
─ No encuentro manera de hacerlo y tampoco sé cómo
─ Mi amiga me va a matar si no lo hago, ¡que nervios!

Y mientras eso sucedía en mi cabeza, no me había dado cuenta que nuestro amigo en común y bajo los efectos del alcohol le decía a Juan Carlos.

─ Qué tanto vas a esperar para hacerte novio de Sandra, si ustedes siempre han hecho una linda pareja
─ Bésala chamo, ya no pierdas más tiempo. ( a mi amigo sólo le faltaron los peces y el crustáceo Sebastián para que cantaran la canción de "Bésala" de la sirenita)

Caer en cuenta de lo que hablaban y sentir las dos manos de Juan Carlos en mi cara fue lo mismo, y sin anestesia ni miramientos me besó (de más está decir que el corazón se me detuvo y quedé en Shock).

Llegaron mis papás a buscarnos, todos nos subimos al carro, todos muy contentos y charlando de la noche y yo en completo silencio, aun no procesaba lo que estaba sucediendo, se detuvo nuevamente mi corazón cuando Juan Carlos buscó tomar mi mano.

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¡Qué noche tan insólita e inesperada!, estuve buen rato mirando al techo repasando cada instante y preguntándome mentalmente que vendría ahora.

Mi hermana me dijo:

─ ¡Tranquila, ya son novios!, por fiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiinnnnnnnnnn.

Al siguiente día sólo sentí un golpe en la cama que casi me hace pegar del techo del susto, era mi hermana que entre risas y picardía me dijo:

─ ¡Párate!, que te está llamando tu suegra, eeessooooooooooo.

La mamá de Juan Carlos llamaba a mi casa para notificar cualquier evento que concernía a él, sabía que yo era su amiga de Cumaná y estando ella en Carúpano le tranquilizaba saber que su hijo contaba con una familia amiga que pudiera darle razón de su hijo. La señora me pedía que le notificara a su hijo que le había transferido para sus gastos (no recuerdo por qué ella no pudo decírselo telefónicamente).

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Con todos los nervios del mundo llamé a la residencia de Juan Carlos para darle el recado de su mamá, me había mentalizado actuar con naturalidad, pero para mi sorpresa me preguntó como la había pasado en la fiesta y si quería que fuéramos a la playa, le dije que si y unos minutos más tardes ya todos nos estábamos viendo en la parada de buses.
Dentro de mis interrogantes mentales me decía a mí misma:

─ ¡Sandra!, él quiere verte porque te preguntará si quieres ser su novia, así que actúa con naturalidad.

Pasamos un día muy bonito, él buscaba mi mano, me abrazaba en la playa, la ternura pululaba hasta en los cangrejos y las algas. Pero el día de playa terminó y nunca me preguntó si quería ser su novia. Sólo fue muy amable y tierno. ¡Confusión nivel 2 para mí!

Le relaté a mi hermana los hechos y ella con menos edad, pero más experiencia me dijo:

─ ¡Sandra!, a veces las palabras sobran, hay parejas que se hacen novios sólo con un beso, es algo tácito.

Llegó el lunes y también las clases del día, no vi a Juan Carlos sino a la hora del mediodía, quien para mi sorpresa no hizo la cola del comedor con nosotros, me ignoró completamente, no me buscó, no me habló, me evadió con la mirada. ¡Fatalidad!

Aun no sé de dónde saqué valentía y lo intercedí, le pregunté a que se debía su actitud y me respondió con otra pregunta:

─ Él: - ¿Cuál?, ¿Qué pasa?
─ Yo: ¿Por qué me tratas con tanta distancia?, ¿Por qué me ignoras?, ¿Es por lo que pasó el fin de semana?
─ Él: ¿Qué pasó el fin de semana?, ¡no pasó nada que yo recuerde!

Cuando escuché sus palabras, mi corazón se partió en mil pedazos, mi alma volvió al cielo y se quedó con Dios y mi cuerpo no reaccionaba, no podía creer lo que estaba haciendo, no podía creer que me lo hiciera a mí.

─ Yo: ¡Ok!, no pasó nada, muy bien, por favor te voy a pedir que ya no seamos amigos, no me hables más y por favor devuélveme mis cuadernos, mi apuntes, mis libros, no me trates más y dile a tu mamá que ya no llame para la casa, no mereces si siquiera ser mi amigo, le di la espalda y sentí mil puñales en el estómago y en el corazón.

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Pasaron semanas y meses de dolor y decepción, el que no buscaba ni toparme con él, nuestro amigo en común me preguntaba si yo sabía lo que le pasaba a Juan Carlos que ya no compartía, ni hablaba con ellos en las noches y se la pasaba encerrado en su cuarto y yo con todo el dolor de mi alma, pero con el corazón frío le contestaba que no sabía.
Hasta que una noche en la que yo esperaba que los buses de la universidad salieran vi que él se acercó y lo ignoré, pero él empezó una conversación y me dijo:

─ Él: - ¿te puedo acompañar?
─ Yo: - la ruta es pública, así que no es mi problema si estás allí.
─ Él: - Es que quiero que conversemos un rato, te acompaño a que tomes los carritos que van a tu casa, pero antes hablemos en el parque.
─ Yo: No me interesa en absoluto.

Llegó el autobús de la universidad y nos montamos, él se sentó a mi lado y me siguió hasta la otra parada, volvió a insistir que habláramos en el parque (yo mentalmente me decía: seguro te va a pedir disculpa por lo que hizo, es lo menos que puede hacer, mejor lo escucho) y nos fuimos al parque.

Él se notaba muy nervioso y no sabía cómo empezar la conversación, yo le decía que hablara que no tenía mucho tiempo, hasta que…empezaron las preguntas:

─ Él: Quisiera saber cómo es tu ideal de hombre
─ Yo: eso no es tu problema (pero mentalmente me preguntaba qué era lo que estaba sucediendo)
─ Él: por favor, dime, tú eres tan especial que nunca supe si sería suficiente para ti
─ Yo: ¡Jesús bendito! Esto no es una disculpa (pensaba) y lo vacilé con cada respuesta que le di,
─ Él: - Si quieres lo intentamos, saber si funcionamos como novios.

En ese momento pasaron muchas cosas por mi cabeza, ¿Qué sería lo mejor?, sacar mi orgullo herido y decirle: jamás, tu no lo mereces, abrirme a la posibilidad de intentarlo, no vivirlo y arrepentirme porque siempre me preguntaría ¿Qué hubiese sido de nosotros sí?, a lo que de manera puntual y directa le respondí:

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─Yo: ¡Ok!, ¡Está bien!, ahora debo irme, ya es muy tarde (y por dentro sentí que explotaban todos los juegos artificiales de japón).

Así empezó mi historia de amor como novios, le dije ¡Sí! a mi amor platónico, pese al dicho que dice “todo lo que empieza mal termina mal”, no me arrepiento de haberlo intentado, él pensó que duraríamos 3 meses y este año cumplimos 25 años de novios, 18 de casados, todo un mismo día, el 17 de octubre. Estuvimos 7 años de novios, me casé con mi único novio, con mi amor platónico, tenemos 3 hijos y muchos sueños que cumplir. Yo lo amé en silencio, él me amó después que yo.

Espero le haya gustado este capítulo de mi historia de amor, que no fue color rosa, pero si me ha permitido conocer todos los colores del arco iris.

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