Vuelo Nocturno

El pequeño y frágil avión monomotor perteneciente a la compañía denominada “Aeropostal Argentina” surca un cielo de color azul oscuro que anuncia la cercanía del anochecer, con la cordillera de los Andes por detrás y las largas sombras de los cerros cercanos cubriendo el imponente bosque con su manto negro.

Los ojos del piloto están acostumbrados a viajar de noche y no le preocupa la falta de luz, pero una tormenta que se acerca desde el este con nubes oscuras y relámpagos enormes en su interior si lo tiene en alerta, comienza un lento viraje hacia el sur con la idea de sortearla, sabe que este rumbo lo aleja irremediablemente de su destino y de su aspiración a llegar a tiempo pero no le queda otra opción, la borrasca aparenta ser demasiado grande e intensa como para arriesgarse a atravesarla.

Pese a sus esfuerzos y los del motor de su avión la tormenta lo alcanzó y comenzó a sacudir la nave violentamente, como si fuera un juguete, intuyó que su única posibilidad era un aterrizaje de emergencia y sabía que estaba cerca de una laguna que para esa época del año seguramente estaría congelada; bajó la nariz de la aeronave buscando tierra y alguna señal de donde se encontraba, sabía que estaba cerca, lo que no sabía era cuanto y si tendría el tiempo suficiente como para descender en ella.

La suerte estuvo de su lado y al emerger de un grande y gris nubarrón la laguna apareció ante sus ojos, muy cerca, quizás demasiado pero no tenía otra chance, debía aterrizar de inmediato y forzó los controles para disminuir la poca altura que le quedaba y no pasarla por encima.

El aterrizaje fue mejor de lo que suponía, logró un descenso bastante controlado y en diagonal al viento para evitar que éste en una ráfaga violenta lo diera vuelta, el único problema fue la nieve y el hielo acumulados en las orillas de la Laguna Diamante, su pequeño Potez 25 apoyó las ruedas y pese a los desesperados intentos por frenarlo no lo logró hasta dar con el final de la laguna, ante el cambio radical de la superficie dio una vuelta de campana por la nariz y quedó invertido. Un poco por su indiscutida pericia y otro por la gracia divina Henri Guillaumet estaba vivo y sin grandes heridas más allá de su orgullo de piloto.

Durante cinco largos días su amigo y compañero de trabajo, Antoine de Saint Exupèry lo buscó incansablemente, más de 18 horas diarias surcó los cielos peligrosos e inestables de la Cordillera de los Andes pero no lo encontró, en uno de sus libros el autor de “El Principito” plasmó una anotación de su bitácora de esos días de zozobra: “…Y cuando de nuevo me deslizaba entre los muros de los pilares gigantes de los Andes, me parecía que ya no te buscaba, sino que velaba tu cuerpo en silencio, dentro de una catedral de nieve…”

Pero la historia de ese valiente piloto no terminó ahí, luego de soportar una gélida tormenta y caminar casi sin alimentos y al borde del agotamiento durante varios días, finalmente fue encontrado en la mañana del 19 de junio de 1930, 6 días después de su partida, por el joven puestero Juan Gualberto García.

Al día siguiente se reencontró con su amigo Antoine y esta historia con final feliz fue contada por éste en el libro “Vuelo Nocturno”.

En el año 1940 Henri Guillaumet fue derribado durante una misión por un piloto italiano sobre el Mar Mediterráneo y falleció, su amigo Saint Exupèry tampoco sobrevivió a la gran guerra y falleció en 1944.

Héctor Gugliermo

@hosgug