Despierta

Imagen libre en Pexels

¿“Dormir, tal vez soñar…” ha de ser como morir? Supongo que debe haber diferencias mucho menos obvias que la posibilidad de despertar que nos brinda el sueño. Si acaso hay un despertar tras la muerte, ¿adónde nos lleva? Estos pensamientos no ayudan en las noches insomnes.

Pero al fin me duermo. Hace un día precioso. Mi amiga contempla el mar desde la ventana; aún no se ha dado cuenta que estoy aquí de nuevo. Uno podría decir que está tan viva como muerta; realmente no hay mucha diferencia, quizá, tal vez, por sus ojos.

Los ojos de un muerto brillan diferente, pues la luz que refleja pasa por el tamiz del velo que los separa de los vivos; es un brillo profundo y sin destello, como el que se ve a través de un cristal.

Al fin me nota y quiere hablarme, pero no puede abrir la ventana. Sus labios se mueven; sus manos se agitan. Quiere que me vaya. Antes no le había molestado verme aquí. Antes de dormir pensaba en lo mucho que quería volver a verle y explicarle porqué ahora venía tan seguido, pero precisamente hoy el guardia de la entrada principal no me ha dejado entrar por el camino acostumbrado y me ha enviado con más escoltas de los necesarios directamente a la playa. De hecho me alegra que lo haya hecho, pues estoy al fin con mi madre, en este sueño que se repite.

Estamos en la playa, con los pies en la arena. No decimos mucho; solo lo habitual. Le digo que la escuela no va muy bien, que estado botando el dinero, que tal vez he estado abusando de los somníferos, que realmente no me importa mucho lo que diga papá. No me reprocha; dice que todo irá mejor. Me abraza y deja que me recueste de su pecho aún tibio, aún latiendo.

Sin poder ignorar más la inquietud de mi amiga, nuestra vigilante, le pregunto si la conoce. Después de un paréntesis de silencio, solo me dice que no le preste atención a los muertos.

Gracias por leer.