GRACIAS POR SU DONACIÓN (Capítulo 4: Rafa)
Un corpulento hombre andaba de forma apresurada, no era fácil de adivinar su rostro, ya que lo escondía con unas gafas de sol y una gorra de color negra, con él portaba una mochila anaranjada, éste era el único detalle que le hacía no pasar totalmente desapercibido a ojos ajenos.
Su vida era bastante ajetreada, trabajaba en una oficina de una gran empresa, más concretamente en el departamento informático, además tenía que dedicarle tiempo a sus dos hijos, a los que quería por encima de todo en la vida.
Rafa se escapaba siempre que tenía un hueco a pasar el rato de la manera que más le gustaba, como hacía en ese mismo momento. Aparcó su coche junto a un local de un polígono industrial y llamó a un timbre.
Alguien lo observaba desde el interior, presionó un botón y la puerta se abrió, Rafa entró al lugar, que estaba bastante oscuro a pesar del sol que brillaba ese día en el exterior.
Una vez dentro se dirigió a otra estancia, parecía ser un lugar que Rafa conocía a la perfección, allí se quitó sus vestimentas, abrió la mochila naranja y sacó otras, se las puso y se miró a un espejo que allí mismo había. Pensó que le sentaban muy bien sus otras ropas, aquellas que no podía llevar por las calles con total libertad, solo en fiestas, estaban consideradas una especie de disfraz aunque él se sentía muy a gusto llevándolas, más que con su habitual indumentaria de oficina, su traje y corbata, que tan artificial y carentes de personalidad le parecía.
Ahora se encontraba a gusto con todo su ropaje de cuero y su gorra, que también era entera del mismo material, todo le quedaba muy ajustado y sexi, solo el sentir esas ropas en su piel ya lo llevaban a un alto grado de excitación. Mientras se observaba en el espejo, vio un objeto sobre una mesa que atrajo su atención, lo cogió, era metálico y frío, le gustó mucho su tacto, tanto que decidió llevarlo consigo.
Salió del vestuario excitado, habló con una mujer que se encontraba en recepción y lo condujo a una de las múltiples habitaciones que allí había. Entró, en el interior lo esperaba una joven también vestida de cuero, ésta lo saludó y lo condujo hacia un artilugio de madera con grilletes, lo ató, le abrió una cremallera que había en la parte posterior de su pantalón y empezó a azotarlo con una fusta, cada vez de forma más intensa y enérgica. Mientras tanto en su mano continuaba acariciando el extraño objeto que había encontrado previamente en el vestuario.
Rafa vivía sus fantasías siempre que le era posible, pensaba que estaba liberado sexualmente e intentaba vivir su vida como más le gustaba. Pero en un resquicio de su mente aún andaba escondido algo sobre lo que dudaba y que nunca había querido probar, en ese instante la joven azotadora salió de la habitación al tiempo que se vio un fuerte destello de luz que iluminó todo aquel oscuro lugar. Rafa, que aún continuaba atado, se asustó, preguntándose qué es lo que estaba sucediendo, ante él apareció un pequeño hombre de apenas un metro de estatura y sin siquiera agacharse le bajó la cremallera del pantalón y empezó a hacerle una mamada a Rafa, éste se dejó ya que estaba atado y no le quedaba otra, además era algo que, sin saberlo hasta ese momento, le excitaba profundamente.
Se dejó comer y se corrió placenteramente, en ese mismo instante apareció de nuevo el destello, desapareció el enano, se transformó de nuevo en el pequeño objeto metálico que salió volando del lugar y se escuchó…
- Ciudadano de la Tierra, gracias por su donación, hemos intentado satisfacer todas sus fantasías sexuales, su colaboración será de mucha utilidad para el futuro de nuestro planeta, esperamos que haya disfrutado plenamente.
Mientras tanto volvió a aparecer la joven que esta vez llegaba con un látigo para continuar azotando a Rafa, éste no se podía creer todo lo que estaba sucediendo y pensó que tal vez era parte del servicio que había pagado por error. Había descubierto algo más de sí mismo que lo hacía estar feliz y satisfecho.
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