CONFLUENCIA ÍGNEA (Parte III-Final).
Llegó el día en que Elisa por fin decidió echarle valor y hablar con su objeto de deseo, se dirigió al “sempiterno melenudo” y le dijo…
Hola, ¿qué tal?, perdona por mi atrevimiento, he recibido tu nota y quería hablar contigo, me gustas, me siento atraída por ti y quiero estar entre tus brazos.
Hola, no sé de qué nota me hablas, -respondió Víctor avergonzado ante las palabras de Elisa- si puedes concretarme un poco más…
De esta nota, -dijo Elisa entregándole el pequeño trozo de papel que días atrás había encontrado sobre su mesa de estudios- ¿No es tuya?
No, creo que me confundes con otra persona, lo siento.
Ah, perdóname tú a mí por el atrevimiento, hasta luego…
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Elisa se alejó corriendo y avergonzada, su atracción no se había visto correspondida, ahora sería difícil para ella volver a la biblioteca después de lo ridícula que se había sentido al dar el paso. Los siguientes días estudió en su casa, no quería volver hasta que pasados unos días se le pasó y pensó que era mejor haberlo intentado que quedarse con los brazos cruzados y que no era algo tan malo al fin y al cabo. Así que decidió volver con la cabeza bien alta.
Ese fue un productivo día de estudios, se encontraba bien, contenta. Pero cuando se marchaba de la biblioteca alguien le llamó desde atrás:
¡OYE OYE!
¿Sí? – Elisa se giró bruscamente para ver quién la estaba llamando, ante ella había una hermosa chica.
Buenas tardes, mi nombre es Noah, no pude evitar oír tu conversación de la semana pasada con el chico del pelo largo, he estado buscándote, la nota esa no es de él, es mía, lo siento.
Elisa miró a Noah con agrado, le parecía una chica muy agradable y muy bonita, se quedó mirándola sin mediar palabra y se le escapó una gran sonrisa, toda la apatía sexual que días atrás había sentido después del ridículo que creía haber hecho hacia el “sempiterno melenudo” se esfumó.
- Ven conmigo Noah…
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Elisa cogió de la mano a Noah y se dirigió a los baños de la biblioteca, se encerró con ella es un servicio y comenzaron a liarse, no hizo falta decir nada, la atracción física lo decía todo, se fueron quitando la ropa mutuamente, sus manos se deslizaban por la superficie de sus cuerpos mientras se besaban ardientemente. El encuentro acabó en un húmedo éxtasis sexual por parte de ambas, luego llegó la calma y cada una se fue para su casa.
Los siguientes días siguieron yendo a la biblioteca a estudiar, pero siempre acababan follando en los lugares más inesperados que encontraban, eso era algo que las excitaba mucho y hacía que todos los días el sexo fuera una novedad. Nunca estudiar había sido tan placentero para Elisa.
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Wow que imaginación me encantó el relato y la selección de fotos. Gracias por compartir, el equipo Cervantes apoyando a la comunidad.
Muchas gracias. Me alegro que te haya gustado. Seguiremos a tope siempre. Saludos!!!