Quentin Tarantino es uno de los directores de cine más importantes de las últimas décadas. La calidad de sus guiones y de sus películas ha logrado sobreponerse a su estilo sangriento (que quizás incomodaba a algunos al inicio) y le ha otorgado el reconocimiento del público y de la crítica. Desde su western The hateful eight en 2015 se esperaba con ansias su último proyecto Once upon a time in Hollywood sobre todo porque reunía por primera vez en la gran pantalla a dos grandes estrellas de la industria: Brad Pitt y Leonardo Di Caprio.

La trama se desarrolla en Hollywood al final de los años 60 donde la estrella de una serie de televisión western llamada The Bounty Law, Rick Dalton (DiCaprio), intenta adaptarse a los cambios del medio. Su personaje en la serie, Jake Cahill, era famoso pero Dalton decidió dedicarse al cine, sin mucho éxito, y luego volvió a aparecer de invitado en algunos episodios de televisión, siempre como el villano. Marvin Schwarz, un productor de Hollywood interpretado por Al Pacino, lo cita para explicarle que cada vez que actúa de villano en un episodio está recibiendo un golpe hacia el olvido: el villano siempre pierde y el triunfo del protagonista encumbra al actor que hace de bueno. Esto desata una crisis interna en Rick respecto a su futuro. Schwarz también lo invita a filmar spaguetti westerns en Roma pero Dalton lo rechaza porque le parece un retroceso en su carrera. Es entonces cuando interviene Cliff Booth (Brad Pitt).

Cliff es el doble de acción de Rick, ha trabajado con él durante nueve años, pero también es su amigo, compañero y handyman. Ni Cliff ni Rick están casados, de forma que la camaradería entre ellos, a pesar de sus edades, los hacen parecer un par de solteros viviendo la gran vida. Cliff no tiene la misma riqueza que Rick, pero éste la comparte con su amigo. Booth anima a Dalton con respecto a su próximo papel en televisión en donde interpretará a un villano en un western. "You are Rick fucking Dalton", que no olvide eso.

Mientras sucede todo esto, Dalton ve por primera vez a su nuevo vecino, el prestigioso director de cine Roman Polanski que acaba de casarse con la actriz Sharon Tate (Margot Robbie). A través de todos estos personajes vemos cómo era la vida en el Hollywood de los años sesenta, música, cine, fiestas en la Mansión Playboy, casas lujosas con vistas a la ciudad, piscinas, estrenos; pero sobre todo, vemos cómo era hacer cine y televisión en ese tiempo: gran parte de la película muestra clips y grabaciones de los diferentes programas de televisión hechos por Dalton, The Bounty Law, FBI, The 14 Fists of McCluskey, vemos sus ensayos, estudios del guión, el set de grabación, directores, maquillaje, utilería, directores, en fin, una reconstrucción muy fiel de la industria en esa época.

Pero, en mi opinión, es precisamente gracias a (por culpa de) esta fidelidad que la película pierde calidad. El vestuario es superlativo, los sets, los vehículos, la fotografía, la música (Paul Revere & The Raiders, Simon & Garfunkel, Deep Purple, incluso hay un cover de California Dreamin’ interpretado por José Feliciano), todo está perfectamente planeado y ejecutado para revivir el ocaso de la época dorada de Hollywood, incluso su aspecto social y político (protestas en contra de la guerra de Vietnam, el movimiento hippie), pero Tarantino sacrifica así el guión y una trama que no despega antes de la primera hora de película. No hay mucho más allá de la crisis profesional que atraviesa Rick. Los demás hechos aparecen como agregados, pero no integrando su historia, sino apenas rozándola, casi por casualidad.

Margot Robbie como Sharon Tate es una visión de ensueño. Tiene el biotipo y el atractivo físico propio de las actrices rubias de esos años (como lo era Tate), pero su papel no es memorable. Es decir, más allá de lucir hermosa en pantalla, es poco lo que su papel aporta a la trama, creo que ni siquiera debía figurar como protagonista en los créditos. Con todos estos detalles, ¿cómo se sostiene la película? Gracias a la calidad de la dupla principal. DiCaprio y Pitt logran dar carisma y profundidad a sus personajes. Cliff (Brad) es un amigo fiel y un hombre rudo con un episodio oscuro en su pasado; sin embargo, no es violento o arrogante, sólo emplea la violencia cuando ninguna otra opción resulta viable. Salvo una pequeña inconsistencia en su acento, Pitt resulta convincente, encantador y letal, cumpliendo con su papel en muy buena forma.

Igualmente DiCaprio, quien logra dar profundidad fílmica a Rick Dalton, a sus dotes actorales y a su crisis personal. Los gestos, el acento, incluso un pequeño tartamudeo al hablar, dan credibilidad a su personaje y a sus interpretaciones dentro de la interpretación. Sus rabietas, angustias, dudas, alegrías, se ven reales. Una parte muy emotiva de la película es el reconocimiento de su actuación de villano por parte de Trudi Fraser, una niña actriz que comparte el set con él, interpretada de gran forma por Julia Butters, una de mis favoritas de la película.

Otra de mis actuaciones favoritas de la cinta y que a mi parecer opaca incluso a Robbie, es Pussycat (Cat), la adolescente hippie interpretada por Margaret Qualley. Joven, sexy y libre, esta lolita que se la pasa haciendo autostop se cruza varias veces en el camino de Cliff Booth, quien no cae bajo el encanto de esta jailbait nada tímida. Sus escenas juntos emanan encanto, tensión sexual, alegría y poseen un erotismo latente, todo ello impulsado por la excelente actuación de Qualley.

Los fanáticos del cine, de los años sesenta, aquellos que manejen referencias de nombres de teatros, actores, actrices, músicos, marcas de automóviles, de cigarrillos, aquellos que hayan visto y disfrutado Wanted Dead or Alive con Steve McQueen y The green hornet con Bruce Lee en un papel secundario, que conozcan el movimiento hippie, la música groovy, la moda y el vestuario propio de la época; retomo, aquellos que conozcan todo esto, entenderán la película, pero eso no garantiza que les vaya a gustar.

En cuanto a los fanáticos de Tarantino, creo que la considerarán una buena película, muy por debajo de sus trabajos anteriores. La cinta no está presentada por capítulos como sus otros trabajos y no hay mucha fuerza en el guión. Sí, es divertida (por momentos), hay tensión (muy poca) y violencia cruda (sólo en la última secuencia) como es característico en sus películas, incluso un sello contrafactual en el desarrollo de los hechos, como ya lo hizo en Inglourious Basterds; pero creo que el proyecto acabó siendo más un homenaje, una carta de amor personal del director a una industria y una época y no un producto fílmico sólido. A mi parecer, se enfocó mucho en los aspectos técnicos (destacables) y de decorado y la película lo sufre.

Tiene un reparto de lujo: Leonardo DiCaprio, Brad Pitt, Margot Robbie, Emile Hirsch, Margaret Qualley, Al Pacino, Kurt Russell, Bruce Dern, Timothy Olyphant, Dakota Fanning, Maya Hawke (la hija de Uma Thurman), pero la gran mayoría de ellos realiza papeles intrascendentes, con lo que el gran elenco no se traduce en una lista de personajes memorables. No hay una Daisy Domergue, un Aldo Raine ni un King Schultz, con lo que la película nos quedaría a deber si no fuese por la dupla principal y el toque sexy de Margaret Qualley. Por otro lado, la inclusión de Charles Manson en la trama y de sus seguidores apuntaba, en la previa, a posibles carnicerías o escenas con un sesgo de terror que, al final, se redujeron a una única secuencia. Creo que en una frase podría decirse que Tarantino desaprovechó la oportunidad de haber realizado una obra maestra y en su lugar presentó una película buena y poco más. En comparación con sus otras películas, esta cinta no llega a 7/10 puntos, pero se los doy, más que todo, por los aspectos técnicos y las actuaciones de Leonardo y Brad, gracias a quienes Once upon a time in Hollywood no es un fracaso, aunque sí es lo más flojo que ha hecho Tarantino en mucho tiempo.