Lectura obligatoria, presente en el pensum de estudios de las carreras de literatura en casi todas las universidades de América Latina, ganadora del Premio de la Crítica Española, del Premio Nacional de Novela del Perú y del Premio Internacional de Literatura “Rómulo Gallegos” de Venezuela, la segunda novela del escritor peruano Mario Vargas Llosa es una obra mayor de la Literatura Universal.

Sobre La Casa Verde el escritor argentino Julio Cortázar dijo "La Casa Verde es maravillosa" y a esa frase se resume todo. Novela ejemplar dentro de la historia del boom latinoamericano, esta segunda novela de Mario Vargas Llosa narra los hechos que ocurren en dos lugares, distantes entre sí: Piura, en el desierto del litoral peruano, y Santa María de Nieva, una fábrica y misión religiosa en el centro de la amazonía peruana. En estos dos escenarios conocemos a los diferentes personajes. Primero vemos al Sargento Lituma, la madre Angélica y la madre Patrocinio, quienes con algunos guardianes visitan a unos indígenas en la amazonía y les ofrecen regalos para cambiarlos por... sus hijas. La labor de las religiosas es, según ellas, librar a esas criaturas de una vida salvaje y brindarles una educación cristiana, aunque sea en contra de su propia voluntad. Pero una de las hermanas, Bonifacia, deja escapar a unas niñas indígenas de la misión en la que se sienten prisioneras y luego el mismo Sargento Lituma, esta vez acompañado con Adrián Nieves, van en su búsqueda. No muy lejos de alli, Aquilino y Fushía huyen por el río en una precaria embarcación.

Luego, el otro río de la novela es la historia de la mítica casa de placer que Don Anselmo, un forastero, erige en las afueras de Piura. Fue erigida como lugar de diversión para los forasteros, un lugar en donde parar a tomarse un trago y conseguir algún otro placer carnal, pero pronto el misterio y la desgracia rodean la imagen de la casa. “Quizás sea verdad que la Casa Verde trajo la mala suerte” dice un personaje porque tras su edificación, primero el río creció y luego hubo una gran sequía y unas plagas que azotaron la región. Sin embargo, la afluencia de visitantes no disminuyó. El religioso de Piura, el padre García, decía sobre Don Anselmo: “su cuerpo huele a azufre”; y condenaba abiertamente la actividad del lugar. Por ello aprovechó la oportunidad que le brindó la tragedia para movilizar a las personas y quemar el lupanar.

Pero, resistente como los vicios más arraigados, la casa no desaparece. No volvió a ser la misma de antaño cuando Angélica, la cocinera, “guisaba con misteriosas yerbas y especias” que los visitantes degustaban, pero se mantuvo en pie, con un Don Anselmo anciano a cargo de tocar el arpa, y con los servicios carnales de la selvática y otras mujeres, bajo la tutela de la Chunga. Con el paso de los años, otros establecimientos similares fueron erigidos en las zonas cercanas, pero ninguno de ellos, posee una historia tan mitificada como la casa original. Como dice la contraportada de la edición de Alfaguara "¿qué misterio esconde La Casa Verde?").
Uno de los atractivos de la novela es la forma en que el autor consigue retratar toda una sociedad en la cual cada sector, cada clase, cada persona, posee una forma particular de hablar, un conjunto de valores y de creencias, diferentes a las del resto. Por ejemplo, en el momento en que la niña Antonia fue violentamente cegada y enmudecida por los asaltantes que asesinaron a sus padres, el hecho de que la pequeña sobreviviera a tal brutalidad, propició en los habitantes de Piura un coro de explicaciones:

“- Difícil saberlo – respondía el doctor Pedro Zevallos, moviendo perplejo la cabeza -. Tal vez el sol y la arena cicatrizaron las heridas y evitaron la hemorragia.
- La providencia – afirmaba el padre García -. La misteriosa voluntad de Dios.
- La lamería una iguana – decían los brujos de los ranchos-. Porque su baba verde no sólo aguanta el aborto, también seca las llagas”

Ciencia, fe, misterio, brujerías, mitos, leyendas, se combinan con una realidad cruda, placentera, ambiciosa, política y social. La misión con sus monjas y novicias, el amazonas con sus indígenas, los aguarunas, los ríos, los explotadores de caucho, el pueblo con el médico, el sacerdote y sus habitantes, la historia entre Lituma y Bonifacia; y la famosa e infame casa verde con sus servidoras, su administradora y la mítica figura de Don Anselmo. Un rico universo literario que trasciende todavía más, gracias al incansable trabajo de Mario Vargas Llosa en cuanto a forma y lenguaje.
Hoy ya estamos acostumbrados a sus polifonías, hemos leído también a Faulkner, conocemos las rupturas temporales y de forma de Rayuela, Cien años de soledad y Los detectives salvajes, pero en 1965, antes de todo esto, esta obra de Varga Llosa supuso un desafío lector a la altura de su calidad literaria. En el capítulo tres se presenta un diálogo entre Fushía y Don Fabio, quienes conversan sobre una conversación previa entre Aquilino y Fushía y a la vez de una tercera conversación, esta entre Don Fabio y el gobernador Julio Reátegui. Esos tres diálogos, ocurridos en realidad en tres tiempos diferentes, aparecen intercalados como si se tratase de una única conversación. La pluma efectiva del autor peruano, que roza con esta técnica la magia, logra presentar una historia, sus causas y consecuencias al mismo tiempo.

Libros de Mario Vargas Llosa

Esa ruptura temporal está presente a lo largo de toda la novela que no sigue un tiempo lineal. Un personaje del que se acaba de leer que es un anciano, puede aparecer al capítulo siguiente como un adolescente, la casa que se mostró ruinosa al inicio, reaparece luego en todo su esplendor y más tarde como víctima de las llamas, y los personajes aparecen confusos, contradictorios, redimidos primero y condenados después. Depende del lector, un lector atento, activo, reordenar los acontecimientos e ir ensamblando la historia de la novela.

Tan rica experiencia, sostenida sobre una densa pluralidad de voces, tiempos y puntos de vista narrativos, fue desnudada por el propio Vargas Llosa en Historia secreta de una novela, pero no tanto en lo técnico como en su construcción. Es decir, el escritor peruano se atreve a contar cómo se gesta una obra literaria, cómo la experiencia personal se transforma en historia verbal y cómo alguien se convierte en escritor:

"No pretendo contarles los problemas técnicos que tuve al escribirla, sino los hechos que fueron las raíces de esa novela y el curioso modo en que estas experiencias, ocurridas en distintos periodos y circunstancias, convergieron, se mezclaron, se transformaron mutuamente y, en cierta manera, se emanciparon de mí en una historia verbal."

No hay una forma breve de explicar la experiencia lectora que representa una obra de esta calidad. Cualquier intento será insuficiente para transmitir la magia, la pericia, el goce, el placer que provoca esta gran novela. La invitación entonces es a leer a Mario Vargas Llosa, en especial La Casa Verde. He oído decir muchas veces que Vargas Llosa es un escritor muy denso, o muy complicado. Difiero de esa opinión, aunque entiendo lo que se pretende decir. Sin embargo, a mi manera de ver las cosas, se trata de un autor desafiante que recompensa a aquellos que se atreven a sumergirse en sus historias. ¿Quieren leer Literatura de verdad? Lean La Casa Verde