Como indica el título de este post y la imagen que lo encabeza, es la vivencia del joven Juan. Vivencia que oí de las aleccionadoras anécdotas de mi madre. Según ella, el canto de los pájaros, una mañana radiante, quedó en suspenso cuando se escuchó el “buenos días niña María”, pronunciado por Juan en la puerta de la tienda de víveres de su padre.
María respondió: -“Buenos días”, y acto seguido vio como tropezó, se balanceó y cayó en el fondo del cajón de madera repleto de frijoles negros. Ante la vertiginosa caída, María abrió los ojos y su asombro crecía al observar como Juan luchaba para levantarse; pero cada contorsión lo hundía más y más. María corrió hacia la carretera en búsqueda de vecinos para rescatarlo de los granos movedizos. Estaba literalmente atascado entre las paredes del gran cajón. Sus largas extremidades se encontraban atrapadas y sentía un efecto succionador desde los frijoles.
Los vecinos acudieron al rescate. Maniobraron las extremidades de Juan, de un lado hacia otro, y al fin éste pudo incorporarse con su ayuda. Juan miró a María y expresó: - “Disculpe niña María las molestias causadas. Le prometo no consumir bebidas alcohólicas”. Pasó el tiempo y Juan no volvió a aparecer ebrio en su pueblo. Se cumplió el principio bíblico que apunta “el sabio del mal se aparta”.
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Fuente de las imágenes:
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