No hay derecho a renunciar Día 4

cricri27 (49)in #castellano • 7 years ago (edited)

Amigos steemianos nuevamente continua la aventura de estos jóvenes viajeros enamorados de un destino incierto.

Despertamos tan adoloridos que no queríamos continuar el viaje, nuestro amiguito ronronea del hambre, y en nuestros estómagos están presentando en el concierto de una banda de rock and roll. Sin más que esperar levantamos el campamento para continuar el camino. Hoy estábamos silenciosos las palabras no querían salir, no sé si era el hambre o el desánimo que hacia el transcurso del viaje fríamente silente. Observando los alrededores pude chequear que había árboles frutales bordeando la carretera pedregosa mis ojos brillaron de la ansiedad, me estiro para alcanzar las más cercanas pero no consigo obtener alguna; mi felicidad nos contagió al punto de parar a un lado del camino.

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Era un árbol especial sus vistosos frutos destilaban un aroma como del cielo, que sin quererlo me hacía suspirar, por ser citadina nunca supe lo que era trepar un árbol como algunos niños así que me envalentone y comencé a trepar ayudada por mi amor, un paso arriba Thomas me impulsa con su mano, trato de asirme de un tronco lateral ¡Guala! ya estoy arriba con mis piernas temblorosas tomando los frutos del desayuno, me causa algo de gracia pero es algo nuevo en mi vida estoy haciendo cosas que siempre quise era algo que mi madre si le contara no podría creer. Como pude baje de aquel árbol para degustar el servicio mañanero, a pesar de ser un ambiente frágil se pueden observar algunos animalitos esperando nuestra partida para también saborear esos jugosos frutos, al percatarnos de su presencia nos apresuramos para seguir pero no pude contenerme y abrace aquel árbol que me dio sustento para continuar, sus delicadas hojas se mecían con el viento impregnándome de paz.

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Dejando atrás ese gran amigo continuamos el viaje con más fuerza, hemos tenido agradables experiencias a pesar de lo duro del camino, no quiero volver a mi trabajo preferiría dormir en la intemperie y conocer mucha gente que volver nuevamente a mi rutina. Claramente entiendo que esto no es fácil, algunos tropezones nos hubiesen sacado del destino, con una pizca de suerte pudimos ver más allá de lo que estaba delante de nuestros ojos, era nuestro propósito latente de vivir cada una de esas experiencias. Pensativa ordeno las ideas que motivaron esta aventura.

El cielo azul aviva mis pupilas para continuar la fiesta de aromas que adornan el viaje, empezamos a tener frio, sacamos nuestros abrigos y arropamos al minino, la aridez fue desapareciendo y unas grandes masas de hielo coronaban las montañas no queríamos encender la calefacción el frio era gustoso, pero no aguantamos mucho mis dedos estaban entumecidos. Llegamos a un pueblo colonial antiguo los niños correteaban por la plaza como si no sintieran el hielo. Entramos a comprar indumentarias adecuadas más algunas frazadas para calentarnos un poquito, como siempre nos gusta degustar pedimos un té caliente.

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Un lugareño estaba mirando detalladamente nuestro kombi, seguidamente nos presentamos como uno viajeros novatos; emocionado porque conociéramos el pueblo nos invitó acampar en unas montañas de ensueños, la noche empezaba a caer así que lo dejamos para después nos llevo a un hostal para que prestáramos nuestros servicios y no pagáramos alojamiento. Lave muchas montañas de platos imaginando lo que haríamos al día siguiente, Thomas sirvió de mesonero para algunas propinas reunir. Después de esas pequeñas tareas nos dirigimos a nuestro lugar de descanso, la incertidumbre no nos dejaba dormir no sabíamos si teníamos lo necesario, después de un rato pensarlo decidimos intentarlo no importa cuán alta sea la cumbre allá llegaremos, porque de ahora en adelante está prohibido decir ¡No puedo!