Diablo Poeta/Cuento-Parte final

Diablo alguna vez escuchó que, si amabas mucho a alguien, aunque fuese una estrella, podías comunicarte a través de los pensamientos. Diablo, que además era poeta, le escribió miles de versos, dedicatorias, cartas y poemas que hacían de la estrella lo más cercano a la perfección. Las palabras de la especie de Diablo eran poderosas, pues podían alterar los climas y hasta el tiempo, pero Diablo no sabía cómo hacer esto último. Sin embargo, él nunca se rindió, pues esperaba una respuesta de su amada estrella.

Llegó un punto, en que todo el planeta Tierra se encontraba inmerso en el amor de Diablo; al no existir el papel, usaba cualquier cosa para escribir. Fueron los años más felices de Diablo, cuando su mayor anhelo era una respuesta de la magnífica y preciosa estrella que alumbraba su vida y a la de su especie.

El tiempo pasó y Diablo se volvió cada vez más y más viejo y, aunque no se notara en su cuerpo un desgaste, su alma y corazón se iban quebrando con cada milenio que transcurría, que para él eran como los minutos de nosotros. Un día, se encontró decidido a sembrar a los de su especie, pero se requería de un ritual muy complicado y tenía que hacerlo con cuidado, ya que un error podría ser fatal. Se trataba de buscar entre todos los microorganismos, al que originó todo, para absorberlo. Esto le daría a Diablo la oportunidad de crear semillas y sembrar a los de su especie, pero si se equivocaba, debía esperar un Kragen, que equivalían a 1x10⁹⁹⁹⁹⁹ años para poder empezar de nuevo. Sin duda, sabía que no podría soportante tanto. Según recordaba Diablo, su especie había vivido más de 10 millones de ciclos de creación-destrucción del universo a lo largo de su historia; ahora estaba solo.

Diablo estaba en busca del microorganismo primero, cuando de pronto, una ráfaga cruzó por su pensamiento y lo entendió todo. Volteó a ver a su estrella, que se notaba con una luz más tenue en comparación a la primera vez. Todo había terminado.

La distancia a su preciosa estrella era infinito, y desde la primera vez que observó su belleza, aquella estrella ya había muerto. Diablo, sabedor de que su amor iba a ser eterno, dejó caer una lágrima que se perdió entre una nueva tormenta que se aproximaba. Sin más, soltó su capa de metal que lo mantenía atado a la Tierra y a su estrella.

En ese momento de la historia, hasta la luna se apagó.