Diablo Poeta-Cuento/Parte 2

Su corazón, a pesar de no tener huesos, se podía romper. Era el órgano más importante y preciado, porque sólo lo entregaban una vez. En caso de que, después de analizar todas las posibilidades que el universo daba, pudieran ser correspondidos, podían tener una vida plena y feliz. En cambio, una vez que se encontraban solos por no ser correspondidos, no podían soportar esa idea y se liberaban de sus capas metálicas; se marchaban al infinito del universo y no volvían jamás. Una vez que pasaban cierto tiempo en el espacio (por no decir, miles de años), su cuerpo se transformaba y se volvían una estrella. En esta forma, ya poseían una fecha de caducidad; se dedicaban a producir luz por millones de años, con toda la energía disponible de sus cuerpos.

El individuo que estaba ahí se llamaba Diablo, y era el último de la especie. Él podía hacer que la especie volviera a brotar, como las flores en primavera; como los pastos cada vez que ocurre un incendio. El problema era que no encontraba una razón para vivir. Había pasado 750,000 años intentando encontrar una respuesta, pero nunca aparecía. En un momento de su vida, cuando todo parecía oscuro, levantó la vista y observó fascinado: se trataba de una estrella que apenas y se notaba su brillo. La delicadeza de la luz que llegaba hasta él, lo enamoró. Pensó que aquella estrella iba a estar demasiado lejos y que si la intentaba alcanzar, se desesperaría y no lograría más que la extinción total. Estuvo inmóvil por una cantidad de tiempo que no se puede contabilizar, enamorándose de la delicadeza, pureza, nobleza y miles de atributos más, que le había conferido a aquella estrella.