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John culmina su poema dedicado a Anne y lo firma, luego de borrar y reescribir muchas veces, pues eso de la poesía no se le daba mucho, por tener un estilo más prosaico, pero quería impresionar a su chica, y luego de proferir esfuerzos sobrehumanos, logró darle un acabado más prolijo.

Lo dobló muchas veces con destreza, y elaboró con él un origami, (una suerte de arte japonés, que consiste en hacer figuras con papel), le dio forma de gaviota, figura predilecta de John por su amor al océano, que representa para él, un
símbolo de libertad y grandeza.

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La figura queda abandonada en un rincón del cobertizo, mientras John ideaba la forma de hacérsela llegar a Anne, como una grata sorpresa.

Sorpresa, que sin advertirlo, se la retribuye ella a él, tras presentarse el día de visitas en el penal, llevándole buenas nuevas.

El tibio sol se cuela por entre las rendijas de la diminuta ventana de la celda, como una alarma natural que despierta a John cada mañana. Pero esta vez se le une el compás del tintineo de los barrotes, golpeados con el palo de uno de los guardias de turno, quien le ordena a John, salir al patio, a recibir por primera vez en muchos años, la visita de... ¿alguien?

Sorprendido aún por la noticia, dispone su ánimo a salir con cierto escepticismo y curiosidad, ávido de saber, quién se acordó de él en tanto tiempo. Ataviado con los aperos de costumbre, sin olvidar llevar el poema consigo, celosamente guardado en el bolsillo de la braga, en procura, de hallar una forma de hacérselo llegar a Anne.

En ese ínterin, ocurre un episodio violento, generado por una pelea entre reos rivales, que en fracciones de segundos alcanzó dimensiones de un motín, caótico y sangriento.

Motín que sorprendió a John, al instante en el que se dirigía por el largo pasillo, que conduce al patio de visitas. Cuando es impactado por la gélida punzada de un rudimentario cuchillo, causándole una herida mortal, diezmando su cuerpo hasta hacerlo caer sin sentido al piso.

La confusión y el caos dominaban el lugar, por todos los alrededores del recinto carcelario; imágenes dantescas parecían ser extraídas de las profundidades del inframundo, con llantos, gemidos y el crujir de dientes, que les ayudaba a soportar el dolor. Decenas de cuerpos masculinos, incluido el de John, yacían tumbados en el piso, preguntándose perturbados, la razón de lo ocurrido.

Pero así transcurre la vida en esa sucursal del averno, donde reina la ignominia, la perversión, la arbitrariedad, el abuso de poder, el hacinamiento... Es la sinfonía diaria que percute en ese escenario de horror, de desconcierto, de brutalidad y desesperanza.

Por evidentes razones se suspendió la visita, y en su lugar se levantó un procedimiento de requisa y un operativo de traslado a los fallecidos y heridos al hospital de la localidad.

Entre ellos se cuenta John, quien agoniza ante la abundante pérdida de sangre y la gravedad de la herida. Mientras es trasladado en la ambulancia, en una camilla hacinado, con un par de heridos más. Lamenta su terrible destino, mientras se siente desfallecer y pierde la esperanza, ante la imposibilidad de ver cambiar su suerte, resolviendo, que lo mejor es dejar de una vez este mundo…

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Bien amigos, veamos en un próximo encuentro, para descifrarles lo que va a pasar con este caballero. No pierdan la secuencia de la historia. Muy agradecida por seguirla.

¡Infinitas gracias!.