Naturaleza del Drama: Introducción.

La literatura dramática, es decir aquellos textos que tienen la vocación de ser reelaborados para ser representados en la escena, constituye un lenguaje estructurado de acuerdo a ciertos elementos que le permiten provocar el efecto de atención, construcción imaginativa y producción de significados en el espectador. Recordemos que el método de todas las artes pasa por la construcción de objetos simbólicos que se refieren a la realidad o bien guardan una relación especial con ella; en otras palabras, la realidad es el alimento del arte pero el artista gracias a su experiencia, conocimientos y sobre todo a su capacidad de estimular su imaginación al proponerse hallar más conexiones y relaciones, nuevos puntos de vista, alternativos o hasta contradictorios que va encontrando en los diversos aspectos de la realidad que está tratando. Pero la imaginación por sí sola no produce la obra artística, para nacer esta requiere de cierto oficio y labor constante de su autor, quien en un proceso gradual de depuración de las ideas y conceptos que sustentan su proyecto así como del trabajo práctico en su disciplina, consigue su obra final.

Una situación común con el concepto de drama que habría que aclarar desde el principio es que no se trata de un cierto tipo de obra o género de películas caracterizadas por su profundidad o emotividad; sino cualquier obra de teatro independientemente de su tono, es decir, de ese efecto y manera general de abordar al espectador que tiene una obra, de manera cómica o festiva, trágica o un tanto más solemne, melodramática para no perdernos entre los buenos y los malos, tragicómica si en la aventura hay de todo, fársica si en la aventura se vale de todo, o didáctica si por ahí vamos entendiendo algún sistema de la realidad, todas estas y más son las posibilidades de un drama. No es el tono el único elemento que determina al género dramático, sin duda la manera en que se desarrolla una historia y sobre todo su conclusión, que establece un nuevo estado de la realidad planteada por la obra, serán fundamentales a la hora de entenderla. Sobre el estudio de los géneros dramáticos necesariamente habría que traer a cuento al crítico y teórico ingles Eric Bentley quien en su libro La vida del drama recorre a conciencia desde el impulso espiritual y psicológico que lleva a las personas a disfrutar y entender el teatro, así como por las características principales de estos géneros y cómo es que ellos expresan también las distintas conexiones que existen entre el autor y su obra.

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Sir Lawrence Olivier en el papel de Hamlet

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Habría que ser muy claros al momento de abordar el drama desde el ámbito del teatro contemporáneo, si bien hay ciertas preceptivas y manuales de dramaturgia que atienden al buen desarrollo de una obra dramática, hay por otro lado una amplia exploración en el terreno dramatúrgico y escénico en cuanto al rompimiento con los elementos tradicionales del drama, a saber, el personaje, la acción, el conflicto; un poco más a fondo han aparecido innumerables juegos con el diálogo y la intertextualidad (combinación con textos previos) o bien la introducción en el lenguaje escénico de textos francamente poéticos, narrativos o incluso noticiosos o documentales. Sin mencionar la vocación del teatro contemporáneo de romper con el rol pasivo del público volviéndolo más partícipe de la acción escénica y la ruptura con los espacios tradicionales de representación al llevar las expresiones escénicas a los lugares más inesperados. En torno al teatro contemporáneo y sus diversas crisis y rupturas creativas, cabría sugerir las lecturas de Hans-Thies Lehmann con su obra El teatro posdramático y el estudio de Robert Abirached La crisis del personaje en el teatro moderno, en ellos podremos observar las diversas y a veces inaprensibles maneras en las que las estructuras dramáticas han evolucionado. En la serie de artículos sobre La naturaleza del Drama se estarán revisando ideas y conceptos que están enmarcados en el campo conocido como teatro aristotélico o bien, simplemente teatro dramático, para diferenciarlo de las nuevas expresiones escénicas que comparten algunas de la características del teatro, pero aportan elementos novedosos como el performance, la instalación o los más populares y recientes flashmobs. Tiene mucho por dar la discusión sobre la validez para el artista en formación en este mundo contemporáneo en la adquisición del conocimiento y experiencia acerca de los varios cánones que en cada una de las expresiones artísticas existen y a mi entender tienen probado sustento en el espíritu humano, el siguiente paso natural será romperlos para profundizar en el camino, rompimientos de los cuales dan cuenta grandiosos creadores de todas las artes.

El Teatro dramático

Lo primero que habría que decir de esta gran área de la literatura dramática es que está fundamentada en ciertos elementos que comparte con su hermana literaria, la narrativa. La capacidad de contar historias que el teatro tiene hace indispensables dos cosas al momento de acercarse al drama, en principio la manera de analizarlas y en segundo lugar cómo desarrollar su realización. Las herramientas a conocer en cuanto a estos dos procesos son prácticamente las mismas sin embargo los enfoques cambian necesariamente de acuerdo a las acciones de lectura o de escritura de una obra. Por ejemplo en un proyecto de adaptación de un material previo, ambos procesos se dan a la par. Así pues hay una acción, alguien o algo que la realiza y una trayectoria poblada de acontecimientos diversos y sus agentes implicados hasta alcanzar el resultado consecuente. Se hizo la mención de un teatro aristotélico y es que fue este filósofo griego el primero que puso luz sobre el entendimiento de la diferencia entre el efecto narrativo y el dramático en los primeros capítulos de su obra La poética. Para él, mientras la narrativa que tenía una cierta naturaleza episódica podía ser continua y tocar aspectos diversos de la acción, personajes y ambientes de la historia, simultaneidad, descripción significativa de ambientes o paisajes, nuevos inicios, etc. El drama por otro lado tenía que tener cierta vocación de concreción, a esto lo llamó unidad de acción, ambas cuentan una historia o mythos, pero el drama ha de dejar claramente planteada la impresión de esta historia a lo largo de una sola representación cuya organización desde el texto necesariamente tenía que tener en cuenta las capacidades de atención y comprensión del espectador y los recursos escénicos para conseguirlo.

Elementos estructurales del drama

Nos dice además Aristóteles, y junto con él una larga lista de tratadistas en diversas épocas incluidas las recientes, que el drama funda su esencia en que la historia contada debe ser concretamente la de una persona, o con más precisión la de un personaje. Este agente que en cierto momento tiene noción de que debe necesariamente realizar algo y se lanza, regularmente sorteando obstáculos hasta alcanzar su objetivo es el que junto con la comprensión de sus decisiones y maneras de hacer las cosas guían al espectador por los detalles de la historia narrada en la escena.

Llegamos al momento de dos conceptos importantes a entender, fábula o argumento y trama. Cabe aclarar que a lo largo de estos artículos los llamaremos así, aunque se les puede conocer de distinta forma según el autor y marco teórico desde el cuál se traten. Lo que importa señalar en este momento su distinto efecto en el espectador. Bentley por ejemplo dedica un apartado de su libro para situarlos. La primera sucede de manera organizada y particular en la mente del lector o espectador de una obra teatral con una lógica cronológica, la segunda se refiere a la manera organizada por el artificio del dramaturgo en que la información que se va vertiendo en la interacción de los personajes, los acontecimientos que se muestran, los que se sugieren o los que se omiten, los que se altera su sucesión, los que se combinan en la escena, los diálogos que elige, forman parte de un entramado en el que la fábula podrá darse en la imaginación y entendimiento de los símbolos, referencias y mensaje de la obra que recibe el espectador. Las fábulas pueden conocerse de antemano, las obras que tratan de hechos históricos serían un ejemplo de estos efectos, el espectador conoce la fábula (tal vez no pero lo hará), pero se enfrenta al mecanismo textual que negocia durante el tiempo de la lectura/representación con sus capacidades emotivas, de sorpresa, intelectivas, de confusión, de enigma o cualquier otro efecto que la historia pueda producir en su relación con el lector. Por supuesto el conflicto planteado y cómo se distribuye en la trama es otro de los ejes en los que los autores estructuran las obras dramáticas, una larga tradición sienta su base en el efecto climático que cercano a los finales establece el grado máximo de lucha de las fuerzas en pugna que el autor haya puesto en juego.

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Ilustración del Tartufo, de Moliere.

(Fuente)

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Asuntos formales

La escritura dramática presenta ciertas características en sus documentos que llaman la atención. Son textos que toman en cuenta el espacio de representación como un campo de posibilidades técnicas, que en ocasiones pueden ser muy conocidas por el autor o a veces no, esto no obsta para que en el trabajo de escritura del dramaturgo se tomen en cuenta la capacidades materiales y dimensionales del espacio escénico. Si lo comparamos con las cosas que un guionista cinematográfico puede sugerir en sus guiones como imagen para la pantalla, el dramaturgo habrá de combinar tanto la distribución de la ficción como el diálogo de sus personajes y los acontecimientos esceno-técnicos con las reacciones humanas que puedan acontecer en el encuentro único y frente a frente entre actores e intérpretes de una función teatral.

Un texto dramático con gran seguridad contendrá indicaciones de cómo se distribuye la acción en los distintos elementos escenográficos y direcciones del foro y lo que estos representan, muchas veces el dramaturgo ofrece todas las resoluciones escénicas para su obra y otras veces se ofrecen muy pocas dejando al director la tarea artística de encontrar las formas más adecuadas. Algunas indicaciones son sobre aspectos del personaje, sus gestos sus estados anímicos, sus acciones físicas, aquí los autores se dirigen al posible intérprete que realizará la construcción del personaje, pero en la lectura estas marcas textuales también guían la comprensión del lector. Estas indicaciones suelen llamarse acotaciones o didascalias.

Otro elemento formal que ha sido bastante variable en el tiempo es el de la división en escenas y actos. En muchas épocas importantes del teatro estas divisiones han sido muy rígidas, por ejemplo la estricta combinación de episodios y estásimos de la Tragedia griega, o las tres jornadas del Siglo de oro, o los cinco actos del Teatro isabelino, que en muchos casos se dice que las divisiones más bien correspondían a una labor del editor.

La división por escenas cumple una función más práctica, su indicación sugiere todos los elementos que estarán en juego durante algún tiempo como parte de una de las situaciones de la trama, el espacio sobre todo es importante dado que hay que aprovechar óptimamente el posible movimiento escénico necesario y la atención del espectador que necesita adaptarse al cambiar de un espacio a otro. Las entradas y salidas de personajes y sobre todo la importancia en términos de la acción o de la información que estas representen puede constituir otro de los elemento de la división por escenas. Algunas otras divisiones que podemos encontrar en un texto dramático serían cuadros, episodios, secuencias y sin duda hay gran cantidad de obras de un sólo acto.

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¿Tienes interés en la literatura dramática?, ¿tienes alguna duda en particular sobre algún texto en proceso?, ¿alguna sugerencia para esta serie?, aquí abajo en los comentarios podemos ir ampliando los temas.

@LeVeuf

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