La Tienda Cap. 1 (El amigo fiel 2ª parte)- Texto original

in #writing7 years ago

Una

vez paseada su perra, Tom, se marchó hacia la escuela corriendo y masticando los últimos bocados del desayuno, ante la atenta mirada de su madre sonriente y Lola, que observaban como se marchaba desde el frontal de su casa.
-Adiós mamá te quiero, adiós Lola.-se oyó decir a lo lejos-
Elisabeth miró el cielo y el tiempo que hacia y por un momento pensó cuanta razón tenia su pequeño y si no fuera por que tenia que dar clase en una hora, daría buena cuenta de ese sillón y esa buena manta. Miró a Lola y por un segundo pareció que se sonrieran las dos. Acto seguido, se metieron en casa.

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Lola era la perrita de la familia, que encontraron cuando apenas tenia semanas de vida durante los bombardeos que asediaron la ciudad en la segunda guerra mundial y su historia es un tanto curiosa.
Allá por 1940 durante en uno de los tantos ataques que sufrió Londres, toda la familia acudió a la señal de alarma a los refugios que aguardaban en la ciudad. Eran momentos de pánico absoluto, ya que los bombardeos de la Luftwaffe (aviación alemana) eran feroces y causaron muchísimas muertes en la población civil. Y ese día en especial, fue de los más duros.
Como anteriores veces toda la familia permanecía junta, pero aquel día, entrando en el refugio, Robert, que por aquel entonces tenia una baja forzosa por un accidente que sufrió en uno de sus vuelos, advirtió a lo lejos lo que él pensaba el llanto de un bebe, Elisabeth, también lo escuchó. Se miraron fijamente durante unos segundos... y ella comprendió. Robert no iba a permitir que aquello pudiese pasar. Con lágrimas en los ojos y voz temblorosa y entrecortada pronunció su nombre.
-¡Robert!
-¡Robert! volvió a exclamar Elisabeth.
El la abrazó fuertemente y puso su cara contra su pecho, con suavidad acarició su mejilla y le dijo:

  • No temas amor, cuida de Tom, te necesita, no pasará nada, todo va ir bien.
    A lo que Elisabeth respondió…
  • Por favor… ¡Ve con cuidado!
    Robert la miró con delicadeza y la besó en los labios, salió rápido para cruzar la calle, dirigiéndose al edificio medio derruido del que había intuido los sollozos, perdiéndose entre el humo y las cenizas de los incendios que traía el viento. Mientras, el encargado del refugio apresuro a Elisabeth a entrar. Eran momentos delicados, ella puso a Tom en su pecho y bajó con rapidez las escaleras del subterráneo dirigiéndose a la entrada del refugio y por fin, lograr entrar y ponerse a salvo de tan increíble realidad.

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Había poca luz, tan solo cuatro o cinco bombillas que se encendían al hacer girar una bobina que las cargaba de electricidad. El ambiente era húmedo, casi no se podía respirar, el calor era agobiante dado que había más gente de la que podía albergar. Había heridos cada pocos metros y algún muerto. El olor de la sangre se mezclaba en el aire viciado por la poca ventilación que tenía, niños lloraban y adultos en silencio sepulcral, se miraban unos a otros sin saber que decir o hacer, tan solo unos pocos parecían lograr permanecer en calma ante aquel drama e intentaban ayudar en lo que podían... Era una escena terrible, una de las partes mas duras y tristes a las que jamás debería de haber llegado la raza humana. El miedo sobrevolaba aquella sala y casi se podía palpar con la yema de los dedos, la incertidumbre del no saber, los latigazos de las bombas arreciando por todos lados, el temblor de la tierra... si, el miedo se podía ver en la cara de todos los que estaban allí.

Los Tolson estaban ahí, junto con su hijo Edgar agonizando por el desgarro de una pierna, la cuál más tarde amputarían. Elisabeth no se lo podía creer, los Tolson, vecinos de toda la vida y el pobre Edgar amigo de Tom al que tantas tardes le había hecho un bizcocho con mantequilla para merendar, allí postrado, con un suspiro de vida con tan solo cuatro años. Era demoledor.
En ese momento Elisabeth, empezó a pensar en sus familiares, su hermana Mery y sus dos dulces hijas, sus sobrinas ¿dónde estarían ahora? su madre tan mayor y sola ya que su marido y padre de Elisabeth murió en la guerra... ¿seguiría viva? De repente se invadió de nerviosismo, le vino a la cabeza la escuela, los niños y todas sus familias, se hizo cientos de preguntas...
-¡Oh señor! Robert... -y en ese preciso instante se oyó gritar al encargado del refugio-
-Ya no se puede esperar a nadie más, ¡tenemos que cerrar las puertas!
-Nooooooo... gritó Elisabeth -a lo que se oyó el cierre de las puertas, un sonido fuerte y seco-.

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Con ganas del siguiente capítulo, sigue asi!!

Muchas gracias ángel !!!

Buena historia la verdad, a la espera del capítulo 2 :). Un saludo

Muchas gracias lenia, en cuanto pueda se irá desarrollando...
Gracias por tus palabras, un saludo

Me encanta, esperaré la siguiente historia. Saludos.

Gracias por comentar dezconocido , animan esas palabras.
Saludos

Muy buena. Me gusta.
Enhorabuena!

Gracias torkot, agradezco tu opinión...
Me alegra que te haya gustado especialmente
Un saludo

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