Un buso que exploraba por pasatiempo una zona poco conocida se topó con tres delfines que nadaban juntos, al percatarse de la presencia de estos, nadó hacia ellos para poder tener contacto directo. Su intención no era dañar ni molestar a los delfines, al contrario, solo quería verlos de cerca y comprobar si su comportamiento era como lo describían los expertos en la materia, amistoso, juguetones y sociable.

La primera impresión que tuvo de los delfines era que estaban contentos y jugando, por la manera en la que se comportaban. Nadando cerca pudo tocar a uno de ellos por la aleta dorsal. Esto le disgusto tanto a los delfines que su comportamiento cambio en un santiamén. Empezaron a nadar más rápido y trataron de atacar directamente al buzo. Este al verse ante tal situación decidió protegerse y alejarse lo más pronto posible de estos, pudiendo escapar a tiempo sin ninguna lesión de gravedad.

Estando en la superficie, sacó sus conclusiones acerca de lo acontecido en el agua, y piensa que fue un error estar tan cerca de ellos, los enfado por no respetar su espacio, antes de acercarse y tocarlos pudo notar que los delfines se comportaban como decían los expertos, amistosos, juguetones y sociables frente a las demás especies que habitan con ellos en el mar, pero después de acercarse y tocarlos se comportaron de manera hostil y poco amigable, a causa de sentirse en peligro por la presencia del buso, actuaron a la defensiva para protegerse. La lección que aprendió el buso ese día fue que debe respetar el espacio de los animales, por más curiosidad que tenga y ganas de querer conocerlos más de cerca.

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