La imaginación es ese don especial de nuestro interior que nos hace viajar a sitios que quizá nunca existirían, pero también nos guía para llegar a las metas tangibles, parece contradictorio, pero ¿sin imaginación como llegarías a triunfar? Esta es importante; ya que nos permite crear desde un abstracto, un concreto; pero lo que imaginamos no siempre conduce a lograr hechos concretos en la realidad. Por lo tanto es sano hablar de imaginar en función de términos reales.

Por otra parte el escepticismo es esa parte racional del psiquis que permite establecer características propias de la realidad y diferenciar la fantasía, pero el que es muy escéptico se distancia de las metas y triunfos porque le hace falta creer en ese extra especial que da la fantasía. Se traduce en mantener la objetividad; es decir que prevalezca la razón por encima de los sentimientos y por ende, esa racionalidad resulta una clave para solucionar los problemas que rodean nuestra realidad.

Es innegable que la ciencia debe ser escéptica en su base, porque debe analizar, sintetizar y descubrir las verdades tras la aplicación de un método que conduce a resultados exactos, así mismo debe dar respuesta a todos los fenómenos del universo y del cosmos. Incluso debe llegar a refutar teorías existentes, experimentar formulas propuestas y cotejar resultados que no deben quedar a la imaginación.

Sin embargo, es preocupante cuando el marcado escepticismo individual conduce al desencanto o la apatía, por ello desde las antiguas premisas filosóficas se buscaba combatir el desencanto, pero esto era una medida drástica cuando se piensa en eliminar la ilusión para evitar así la decepción.

No parece un estado ideal para el ser humano, ya que despertar sin ilusiones cada día debe ser similar a morir, entonces se podría pensar en que debe existir un punto central entre la ilusión y la realidad y ese punto lo marca el escepticismo.

Personalmente creo que el escepticismo no colinda con las teorías metafísicas actuales que invitan a visualizar los logros que se quieren alcanzar, o la teoría de que todo lo que se declara al mundo se obtiene por la perfección inmediata de las palabras.

Quizá el escéptico duda de todos los pensamientos, acciones o hasta reacciones, incluso duda de sentimientos como el amor, es justificable decir que son muy racionales o centrados, pero es deslastrar el proceso de imaginación, asesinarlo, y eso sería un golpe mortal, porque las grandes personas que han cambiado el mundo, las grandes influencias más brillantes se han basado en intentos no exactos e imaginación. Si Beethoven hubiese sido escéptico ante su deficiencia auditiva, por ejemplo, ¿qué sería de la novena sinfonía? No podríamos triunfar sin imaginación, sin crearnos imágenes mentales de lo que queremos lograr, pero pensando en términos reales.