Finalmente, Lisboa.
Y todo llega a su fin, como llegó las aventuras reseñables de estos maravillosos días en Lisboa. Después de un rato de solaz en el apartamento, una buena ducha y cambiarse de ropa de todo el día andurreando, buscamos un sitio, cercano donde poder tomar algo para cenar, como creo que ya he comentado en estos días, comer fuera de casa en Lisboa, es un lujo asequible, barajamos varias ideas, todas en nuestro distrito de Misericordia, nuestros pasos nos llevaron a la Rua do Poço dos Negros, una calle que contiene cosas que no podemos dejar de reseñar.
Es una zona humilde, tranquila, pero concentra en sus aceras muchos restaurantes con encanto, desde restaurantes típicos de comida portuguesa(con todas sus variedades más conocidas de bacalao y su surtido de carnes y el infalible caldo del día), pizzerias, restaurantes de comida caboverdiana, restaurantes en locales pequeños pero exquisitamente decorados que pena de no disponer de más tiempo de empaparse de la esencia que destilan estas tierras.
En el deambular por la hermosa y empinada calle(en Lisboa, tarde o temprano, todo termina en cuesta), oímos música sonar en vivo en un local, regentado por un gigantón moreno con rastas y aspecto de galán. Nos decidimos a entrar, hechizados por el sonido de la voz que resonaba por sus altavoces, y os puedo asegurar que fue una de las mejores decisiones que tomamos en estos días.
La chica, de ascendencia caboverdiana, cantaba con una voz y un sentimiento, que hacia que algo se te moviese en las tripas y te pusiera al borde de la lágrima, no hace falta entender idiomas, cuando el idioma universal de la música y las buenas personas habla. Eran dos músicos, una chica bellísima, como se puede apreciar en la foto y un chico de amplia sonrisa con su guitarra y pedalera en ristre que hicieron que perdiéramos el rastro de las horas que llevásemos caminando, el dolor, el frío, los temores, la ausencia, se desvanecen bajo el influjo de la poderosa música portuguesa.
La carta variopinta, había como desayunos, ensaladas, sandwiches y pizzas, nada de comida típica pero tampoco podemos decir que la comida fuese convencional, o al menos no del todo. Pedimos zumo de naranja, un sandwich mixto de jamon y queso y un cuenco de yogur con frutas, lo divertido del caso es que para las dimensiones del local, dos chicas rubias jóvenes, guapas y decididamente inexpertas, estaban a cargo del local mientras el gigantón a modo de black mamba ejercía su magnetismo sobre las hembras circundantes.
La improvisación, era la base del restaurante, pude ver como iban llegando los yogures, la fruta, el jamón cocido, el pan, es decir prácticamente todo lo que habíamos pedido para cenar fue traído en el acto, no se sentía la espera, el local tenía ese bálsamo de músicos y cantantes que se miraban arrobados, henchidos de amor entre ellos y la música, un La La Land sin filtros de aburguesamiento y manierismos americanos.
Vino más gente al hilo de nuestra entrada, somos un poco talismán para los establecimientos, porque no nos importa romper el hielo, siempre que tengamos buenas vibraciones, dos familias de españoles tomaron dos de las cinco mesas del pequeño establecimiento, por lo cual podemos decir que el dueño, felizmente, había echado la noche como se dice.Sus pedidos, fueron atendidos al mismo ritmo que los nuestros, pero no se escondían, ellos sabían que los miraba, pero estaban a su natural y feliz aire.
En un momento de la noche, ya casi acabados nuestros platos, empezaron a pedir a los concurrentes que pidiéramos canciones, la de Salvador Sobral, se agarraba a mi garganta, resistiéndose a ser pedida, soy muy tímido, me dio verguenza la verdad, en la mesa de al lado, dos mellizas hijas del matrimonio de españoles, que acompañaban nuestro flanco izquierdo, tomó la iniciativa con “Sube la radio de Enrique Iglesias” y “Despacito de Luis Fonsi”, seguía produciéndose la magia, este chico logró convertir estas dos canciones en una interpretación musical más cercano al two tone, con carencias en la letra pero con mucho oficio, logró aplacar las bestias y que los concurrentes aplaudiremos sin cesar, la verdad que estaba siendo una buena noche, incluso se arrancó con una versión de corazón partío de Alejandro Sanz, que me dejó estupefacto de que se le pudiese sacar tanto petróleo a la canción.
El gran dueño, seguía a su ritmo rodeado de su cohorte de rubias deseosas de amar su cuerpo de ébano, en uno de los momentos más hilarantes de la noche, un repartidor de comida, le trajo sushi, ¡ para los cuatro que estaban en la barra!, al verme mirar sorprendido, reía como un niño, echaba de menos, estar en un sitio sin pretensiones, donde predominaba el goce por encima de los inconvenientes(la luz se iba cada dos por tres, la máquina de café, el horno de pizza, y la pedalera y micrófonos del músico, sobrepasaba con creces la potencia eléctrica del local)
Con una sonrisa, y después de pagar muy a gusto por la espléndida velada, nos dispusimos a retornar al apartamento, el día siguiente, nos esperaba una paliza de coche.
Epílogos:
Muy recomendable Lisboa, quizás es mejor ir en avión que en coche, entre lo que gastas de gasoil(aproximadamente 50 euros de gasoil más 36 de peaje, y el comer en el camino que mínimo 10 euros te gastas, hace más aconsejable el avión, también reseñar que aparcar en Lisboa es imposible, todo es zona azul, así que súmale al menos 20 euros más al día de parking, conviene el avión de todas todas.
Intenta pillarte el alojamiento en la zona superior por encima del Rossio, te va a salir más barato, está bien comunicado con todo y tienes a tus pies todo el centro de Lisboa para disfrutarlo sin los inconvenientes de los ruidos y personajes que pululan la noche.
Sacarse el bono de transporte es aconsejable, si vas a hacer excursiones, madruga, los españoles somos legión y se colapsa todo pronto.
No dejes de probar la repostería sobre todo, si por mi fuera me alimentaba sólo de pasteles, pura ambrosía.
Imágenes propias
ese de la foto, es Simón Bolívar?
yesss, ahí lo tienen al tío!