El día de todos los vientos (III)

En la plaza cantaba
la misteriosa Mujer de mil rostros
mas nadie imaginaba
que con la algarabía,
las danzas, los amores,
entre ellos se encontraba
esa hábil maestra de los trastornos.
Ahora estaba feliz
pues tenía su parte en la alegría
que a todos embargaba,
ella había recuperado una daga.

La había robado un brujo de aquel pueblo
estando de cacería su dueña.
Creyó haberlo hecho bien
borrando todo indicio.
Olvidó a la mujer,
usó la daga en muchos sacrificios
obteniendo su mágico poder.
Fue muy solicitado en la escasez
pero nadie lo convidó a las fiestas
y aunque era respetado
llevaba días muerto el condenado.

La mujer aprovechó aquella estancia,
disfrutando con las fiestas del pueblo,
cumpliendo cabalmente su venganza.
Pero esa noche sintió algo distinto,
la presencia peculiar de un aroma
que le resultaba muy familiar.
Dudaba entre esconderse
o salir al encuentro.
La vacilación no duró más tiempo,
por detrás escuchó a su hermano hablar…
“han matado a nuestro hermano el Lobo”

“Largo de aquí”, gritó furiosa al hombre
que con ella bailaba.
“Repite lo que has dicho,
una y otras mil veces
lastimado, el corazón debe oírlo”.
“Yo no soporto cuando te entristeces,
no lo he de repetir,
más bien te he de pedir que despereces
para que demos cacería al vil
que de un buen hermano nos despojó”.
Dijo el hermano midiendo el dolor.

“No me importa que no haya sido bueno,
ni que sus gustos fueran tan sangrientos,
era mi hermano, yo con eso tengo
para iniciar la furia
y también para imaginar tormentos.
Dime ya quién ha sido,
vamos, hazlo al momento,
lamentará aquel giro en su camino
que lo colocó frente a nuestro hermano.
Vamos, dime algo, anda habla”
“Sólo diré que murió por la espalda”

“Te diré también que el culpable ha sido
ese a quien todos llaman
y no pocos aclaman
diciéndole Hombre fuerte.
Caminando lo vieron con un Niño
que es el primer culpable de la muerte
que halló en el Bosque el Lobo…”
“Detente, ¿has dicho un niño?”
“Uno sin duda muy inteligente
y de mucha riqueza,
vive en palacio pleno de nobleza”.

“Yo a esos dos con mi daga,
poco apoco y con calma,
los hare mil pedazos.
Vete ahora a averiguar más detalles
del famoso Hombre fuerte.
Separémonos por un breve lapso,
mientras, yo he de conocer la manera
de entrar en el Palacio.”
“Todo haré como dices
y que eche raíces nuestra venganza.”
Caminaron sintiéndose infelices.