Coloquio del Dios ausente

Estoy parado en el Ombligo del Mundo en la línea exacta que divide el Día de la Noche.

Estoy tratando de invocar a las figuras del juego.
Nada puedo ver, sin embargo intento romper el velo.
Las convoco a través de preguntas y razones pues, aunque ciego,
soy tan capaz como el más poderoso de todos ellos.

Yo soy el hijo de Adán, carne que por las manos de Yahveh brotó de la tierra.
El primer convocado ha sido Él.
Elevo mi tono en el nombre de todos los hijos prometidos del Edén,
que nada ofrecemos al Dios supremo más que preguntas y ruegos,
que son laberintos, que son fuegos en los que el Albedrío intenta entender.
La Gracia ampara nuestra voz y nos ha guiado hasta este punto.
Nos brinda la confianza de buscar verdades que en el Ser indujo,
pues igual que lo hace con el Alma, también acompaña a nuestro Dios.
Han llegado otros convocados que se burlan de esta espera.
Con sus miradas de fuego me sonríen los dos.

“¿Tu padre no vendrá? Me refiero al de la Tierra,
que el del Cielo nunca es sabido cuándo llegará.”
Esto me decía Ella.
Satán con esa presencia sulfúrea se expandía en torno al decir,
“No recuerdas, Lilith, que Adán junto con Eva estaban dispuestos a la mortandad”.

Yo también solté, “si no podemos juntarnos los cuatro comencemos a tratar los tres”
“¿Qué es lo que deseas pequeño?”
“¿Tú corazón implora, se desborda, se desploma y suplica otra vez?”
“¿Son tus deseos libres?” “¿O estás listo para obedecer?”
Miles de voces repetían en desorden las preguntas
pero en el Ombligo del Mundo no se dejaban ver.
“Acaso te asustan, todos son hijos del que llamas Satán. Yo, Lilith, los he tenido con él.
No te engañan sus presencias pues cada vez que decides los conoces muy bien.”
“Son demonios”, le repliqué con mi voz.
Y una sola en millones de voces contestó,
“Llámanos de esa forma si es ese tu parecer”-
“Yo los llamo tus Hermanos”, dijo Ella,
“Y de ellos no hay más que responder”

Respondí que también tenía yo Hermanos que discretos optaron por no venir.
“Déjennos hablar a solas estoy seguro que es en su interés no interrumpir”

"La pregunta esencial, yo estoy inerme, quisiera que lo entiendan,
¿de qué se trata esta guerra?
¿Por qué siglos ha que atormenta a las criaturas
que en la Tierra nacimos de Adán y Eva?
Porque no nos libramos ni aun en la esfera interna
de la lucha sempiterna que existe entre el bien y el mal.
El mensaje mío y de mis Hermanos en esencia y desde el fondo
es la Paz para todos los seres del Planeta."
Les dije.
“Eres de carne y también en su violencia participas de las reyertas,
te enfrentas… te revuelcas”.
Dijo Satán con aquella bífida lengua suelta.

“Eso lo sé”, respondí, “Y todos mis Hermanos sabemos que ese gozo en nuestra Alma
junto a la proyección en el Cristo con sufrimiento lo pagaremos”.

“No menciones ese Nombre”. “Y qué importa que lo diga”
“Tú lo dices porque muy bien sabes que en el Cristo
cualquier opuesto muy perfecto se combina”
“¿Te refieres al Hombre y a la Mujer?” “Deja ese terreno, desvía.”
Alternativamente uno y otra con furia creciente se decían.
“Yo creo en la Unidad.”
“Para mí la división ha de ser la verdad siempre repetida”
“Contempladlo Humano ser, este Ángel caído será siempre una Potencia reprimida”
“Y Tú serás la esencia de la Mujer, indigna, distorsionada,
por los siglos de los siglos perdida”

Yo sólo buscaba en el primer coloquio que concluyeran por explicarme una cosa,
“¿Por qué en su evidente guerra siguen poblando de hijos la antimateria?”

“¿Tanto te preocupa mi batalla personal con Yahveh por el semen que alimenta?
Yo te lo he dicho ya, prefiero darte estos Hermanos cuya libertad preciosa
protejo con esmero, amamantados de la Noche, patrona fiel de nuestro Planeta.
Yo no diré más, Tú produce esa Razón que te reposa.
Dejo desde ahora esta infecunda querella.
Un soplo visitará un día tu lecho llevando mi Cuerpo que calienta
y que cosecha el placer que provoca.”

Quedamos Luzbel y yo sin las respuestas para mí precisas.
Decía el Diablo mientras se iba,
“Yo también seguiré pendiente de ti pero no pienses que es envidia.
Yahveh ya no vendrá ni nos dará esta charla esa tu Paz requerida.”
Marchado el Demonio y sin mirar aún la sombra de Dios
regresamos al Cuerpo, en la Esperanza de un nuevo encuentro,
el Alma, el Albedrío y la Gracia Divina.

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Este texto ha nacido como una rama que pretende crecer junto con otras sin rumbo ni Tiempo, la semilla ha sido colocada para darse en el terreno de la creación por

@margaritabokusu

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Imágenes originales.