Esperanza | Relato + Reflexión

Cuando el sujeto despertó atado a una cadena, en medio de la nada, con la oscuridad repelida dramáticamente por una antorcha, no imaginaba la angustia que tenía delante. Una serie de acontecimientos lo llevaron al lugar donde ahora yacía atado, en parte culpa de él, en parte culpa de la vida misma. No se quejó, no buscó desatarse, sabía que tarde o temprano encontraría la llave que abriera la puerta de un futuro certero.

Pasó un día y aún permanecía en espera. Dos días y no se desesperaba. Tres, cuatro, cinco, un mes, dos meses y seguía tranquilo, como si nada estuviera pasando, como si la vida no se le hubiera vendido encima. Paciencia. Perseverancia. Tranquilidad. Son algunas de las palabras que describirían perfectamente lo que estaba atravesando el sujeto.

El carcelero, quien no se había presentado después de un mes, se enfrentó a él. Dentro, en lo más profundo de su conciencia, cargaba con una furia que no podía domar. ¿Por qué no se alteraba? ¿Por qué no buscaba la salida? ¿Por qué no perdía la esperanza? Había tenido en su posesión a miles de prisioneros pero ninguno tan singular como este. Era todo un caso. Uno entre tantos.

En cuclillas, mirando la aún brillante mirada del prisionero, preguntó:

El prisionero lo observó. Esbozó una sonrisa débil y contestó:

El carcelero se bufó en su cara. Era algo estúpido, pero a la vez interesante.

El prisionero replicó con otra sonrisa más radiante.

La molestia en el rostro del carcelero era evidente. Estaba jugando con él. Pero quizá el sujeto había perdido las esperanza y no se había dado cuenta. Sí, quizá eso era. Ya estaba muerto por dentro. Lo dejó allí tirado y siguió su camino. Tarde o temprano se rompería y él estaría ahí para congraciarse de la desgracia. Era su trabajo después de todo.

'¿Cuánto más tengo que pasar con él?' se preguntó el carcelero. No sabe cuántos millones de segundos habían pasado y el sujeto continuaba sin caer. Era toda una experiencia. ¿Qué lo hacía diferente? ¿Qué lo mantenía cuerdo? No aguantó. Tenía que saber. Necesitaba saber.

El sujeto, quien mantenía el brillo y sonrisa en su rostro para nada cansado respondió como solo él sabe hacerlo:

En los tiempos difíciles, cuando se supone que las tormentas han de ser las más feroces, la esperanza es lo que nos mantiene intactos. Existen épocas donde la situación parece ser incorregible y que la furia es lo que nos llena. Sí, es lo que sentimos, pero no es la solución. Como el prisionero, todos necesitamos esperanza porque tarde o temprano nos tocará algo bueno. Así como este aguantó meses de encarcelamiento sin caer en el juego del carcelero, nosotros podemos superarnos antes los obstáculos de la vida.

Sí podemos.