No recuerdo cuando comencé la primaria, eso fue hace tantísimo tiempo como el descubrimiento de la kriptonita. Pero en estas dos últimas semanas he vuelto a comenzar a ir al colegio, y no a estudiar, tampoco a dar clases, eso es harina de otro costal. He comenzado a ir a llevar a Eileen Yoana a su segunda experiencia educativa.

Mi terremoto mayor ya está en primaria donde comienza su andar por el mundo de los cuadernos, lápices, y un uniforme blanco con azul. Es un mundo diferente porque aquí es más estudio que juegos, contrario al preescolar. Más de estar sentadita escuchando, escribiendo y aprendiendo.

Soy el encargado de llevarla hasta su colegio y como el carro está en terapia, para no perder la costumbre, caminamos de ida y vuelta. No hay banco, lomo, rampa, escalón, o baranda que no quiera usar como parque de juegos. A pesar de ser una caminata de unas 5 o 6 cuadras, nos tomamos nuestro tiempito. Trato que aprenda a cruzar las calles bien, que vea a ambos lados y se fije, que no venga ningún carro cerca para pasar con seguridad.

Como es la mayor de mis hijos, yo la veo mucho más grande de lo que es, y más por su manera de comportarse que parece una princesa de ocho años, pero no, en el salón es una de las pequeñas y se ve de un cuchi en los primeros puestos de la formación. Mi nena es una bebe, así hable grueso como el papá.

Hay un algo que sabía que me pasaría en mi vida como padre, pero pensé que sería dentro de algunos años. El acto de vergüenza que nosotros los padres le hacemos pasar a nuestros hijos cuando nos despedimos cariñosamente. Es muy divertido ver la cara de “por favor papá” no frente a mis amigos. Me causa mucha gracia que ella siendo tan pequeña haga esas cosas, demostrando seriedad frente a todos. Ya me veo cuando me diga quiera ir sola.

Nos tenemos que levantar muy temprano y esa es la parte traumática para un ser que tiene como costumbre despertar después de las 10, pero haremos el trabajo para que logre adaptarse y el despertar no sea tan engorroso.

La hermanita Viviana ya quiere ir. Busca participar con ella en sus tareas, pintar juntas, escribir juntas, hasta se levanta al mismo tiempo pidiendo que la lleve también al colegio. Es muy chistoso que todos los días me quiere acompañar a buscarla, pero la vence el sueño, porque se levanta muy temprano y al momento de salir está dormida de nuevo. Al llegar me espera con trompa de elefante y malos ojos.

Ya comenzamos este proyecto, este ciclo de vida, que es la vida estudiantil de los hijos. Son seis años de primaria, cinco de secundaria y bachillerato y cinco de universidad. Si mi Eileen tiene seis años, cuando tenga 22 será toda una chica profesional. Y más atrás Vivi y Alvaro.

La vida se vive en ciclos, hay que vivirlos. Gracias por leer mis publicaciones mis steemados, espero pasen un grandioso día.