Me sentía nerviosa y emocionada, tal vez por la idea de estar en un lugar en el que se suponía no debía estar o tal vez porque pensaba que esta vez algo más que platicar ocurriría. Lo que nos encontramos en el pasillo sin duda alguna no lo esperábamos. Estaba el cadáver del joven desplomado en el suelo, parecía tener ya algún tiempo de muerto, no sé cuanto pero no se veía reciente, no es que supiera como luce un cadáver fresco…

Clara y yo teníamos mucho miedo, nos alejábamos del pasillo para ir corriendo a dirección a contar lo que vimos pero nos dimos cuenta que un estudiante nos vio venir del pasillo y riendo nos hizo señas obscenas con la mano, las dos pensamos lo mismo. No podíamos ir a la dirección, debíamos esperar que alguien más encontrara el cadáver. Si decíamos que vimos a un joven muerto todo el mundo sabría donde estábamos, y se preguntarían que estábamos haciendo allí y ellos mismos se darían la respuesta. Nosotras seríamos las chicas calenturientas del Colegio La Cumbrecita, o las chicas drogadictas o cualquier otra cosa. Pero definitivamente nadie asumiría que estábamos haciendo algo decente.

Así que regresamos al salón y esperamos, me sentía nerviosa, pensaba que en cualquier momento alguien gritaría: ¡Un muerto!, me preguntaba como ocurriría y quien lo encontraría. Pero pasaron los minutos, las horas y nada. Debíamos regresar a casa y todavía nadie decía nada. Esa noche hablé con Clara por teléfono, me dijo que ya mañana seguro lo encontrarían, porque ya estaría descompuesto y olor estaría impregnado en todas partes. Me pareció horrible escuchar a Clara hablar sobre todo el Colegio apestando pero también había pensando lo mismo. Eso no sucedió. No ocurrió nada y ni Clara ni yo nos atrevíamos a regresar al pasillo, los días pasaron y nunca nadie mencionó haber visto a algún muerto. Incluso ya comenzaba a dudar de si yo lo había visto, si no fuese porque Clara también lo vio, creería que todo fue producto de mi imaginación. Paso el tiempo y me había olvidado completamente de lo ocurrido, hasta esta mañana que leí el periódico y recordé de nuevo el extraño pasillo detrás de la biblioteca.