¿Suspender las normas?
La mayor parte de este texto la escribí hace justamente un año, lo hice en un contexto en el que estábamos en una especie de callejón sin salida, era mi forma de explicar a algunos amigos cuál era mi posición en ese momento, que sigue siendo la misma en este.
El escrito perfectamente puede ser leído en clave de fábula; ha sido mi intención mostrar, sugerir, más que decir. Como se acostumbra en este tipo de texto no hay referencias ni de coordenadas temporo- espaciales, ni de personajes concretos que pertenezcan a la realidad. Cada uno de mis amables lectores queda en libertad de completar tiempos, lugares y rostros…
San Tito es un pequeño poblado de unos quince mil habitantes, la gran totalidad de ellos son personas sencillas, tranquilas, gente decente que resuelven su día a día sin grandes sobresaltos, llevan lo que se pudiera decir, una vida sana.
De pronto, un buen día comienzan a ser acosados por unos malvivientes que han aparecido en su geografía. No son muchos, pero tampoco conocen de escrúpulos. No tienen miramientos para aprovecharse del esfuerzo ajeno.
Lentamente van imponiendo su ley de fuerza. El asombro ataca sin piedad a unos tímidos habitantes que miran, con estupor, como pequeños atracos y robos se vuelven parte de su cotidianidad. Las tropelías escalan, los hechos menores ceden el paso a problemas serios. Las rutinas van cayendo una a una, se vuelven impracticables. Las costumbres desaparecen. El asombro se transmuta en pánico. La existencia se encierra entre rejas. Un nuevo poder impone sus maneras. Se pierde el sentido de la vida en lo que antes era un terruño.
Los desamparados vecinos se encuentran desorientados. ¿Cómo proceder ante semejante novedad? Nada parece tener sentido. En su naturaleza no encuentran ninguna respuesta que los equipare a sus invasores. Por mucho que lo intentan no logran proceder del mismo modo. No hay forma de transmutar a pacíficos vecinos en sujetos de la violencia, menos mal.
Atendiendo a su raciocinio buscan la protección de la autoridad cercana. Pero se estrellan con una dura realidad: los responsables del orden han sido colonizadas. Los portadores del mal han extendido sus tentáculos; se han hecho uno con la autoridad. ¿Qué hacer?
La única salida parece estar fuera de sus predios. No todo está perdido. Consiguen quien los respalde. Solo otra fuerza puede restablecer las normas. Una no contaminada, que se haya mantenido fiel al sentido del deber. Las fuerzas actúan, no sin costo. Se restablece la vida. Las rutinas siguen su rumbo. El dominio que se impuso fuera de cualquier pacto de convivencia llega a su fin.
Demos un salto de escala. Ahora nuestra comunidad es mucho mayor, millones de habitantes. La gran mayoría de ellos gente honesta, decente y trabajadora. Por un golpe de azar caen seducidos ante una pandilla de truhanes, confían en ellos. No logran distinguir el camuflaje y los llevan al poder. Al poco tiempo los arribistas dejan ver su esencia delincuencial. Comienzan las tropelías. Se deconstruye el Estado, se mimetizan los fondos públicos con los privados. El pacto social es un envase vacío. Las leyes se vuelven papel en blanco. La convivencia se trastoca. Se instala el terror. La anarquía gobierna. Arremeten. Chantajean. Arrinconan, arrinconan, arrinconan, arrinconan…
La resistencia se activa. Los ciudadanos apelan a los recursos conocidos, los de la convivencia civilizada. Tantean sin rumbo. Golpean en el vacío. Su repertorio de defensa ha perdido eficacia, ha sido anulado, solo conocen del poder de las palabras. Los otros ríen, pervierten, envilecen, resignifican. Solo saben rebajar al otro, someterlos a una condición extraña, la de enemigos, dar un tratamiento de guerra.
La condición humana de los ciudadanos se difumina, se hace liviana. La realidad del exterminio es un nubarrón en el horizonte. ¿Qué hacer?
Con el pacto social en el limbo surgen las preguntas ¿Hay viabilidad para las salidas lícitas? ¿Poner la otra mejilla? ¿Apelar al poder sin más? ¿Tiene que avanzar el genocidio para que pueda intervenir un poder mayor? ¿La soberanía es un paréntesis? ¿Lo primero es defender la vida? ¿Dónde está la ética?...
A grandes males grandes remedios, declara el refranero popular.
Gracias por su tiempo.
Fuente de las imágenes. I II III
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Este post ha sido votado por el proyecto @templo en colaboración con @steempress-io.
Amigos, muchas gracias por el apoyo.
Amigos, muchas gracias por el apoyo.
Ciertamente, tienes razón. también esta ese dicho que dice "No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista"
Creo que la injusticia esta condenada a desaparecer, por más que los delincuentes o sus autores se empeñen en creer lo contrario. El sentido moral existe en las personas, esta grabado en sus conciencias, tanto así que nadie en sus cabales se jacta de cometer delitos o crimenes.
Hay algo que he llegado a pensar y no me gusta para nada pero te lo compartiré, creo que las peores situaciones se dan en los ambientes ambiguos, en los terminos medios... parace que en ese caldo las cosas duran más para resolverse, parece que hay que llegar a tocar un fondo para luego empeza a elevarse. Digo que esto no me gusta porque es lo que parece suceder en nuestro país, se han necesitado más de 20 años para empezar a ver algún cambio significativo, pero bueno, todo lleva su proceso y nada es estático, menos mal.
Muy buen post y muy ilustrativo querido amigo. Gracias por compartirlo. Un abrazo :-)
Una excelente manera de ilustrar todo lo que actualmente estamos padeciendo. De mi parte doy como afirmativas esas preguntas que formulas al final del post. Si hay salida a la crisis, es cuestión de mantenernos firmes e la idea de salir del infortunio para dar paso a nuevas convicciones y manteniendo claro que ya el "repertorio de defensa ha perdido eficacia" yo añadiría... y poder de convencimiento. Muy buen trabajo amigo. Felicitaciones.
Excelente contenido, amigo @irvinc, Muy apropiada la versión fábula. Queda genial al extrapolarla a los millones de habitantes.
las sugerencias son muchas veces más efectivas que las explicaciones abiertas.
La mirada puesta en Dios y a la expectativa ante unos acontecimientos que se irán dando e iremos viendo.
Un abrazo fraterno.