Anteriormente cuando un niño hablaba delante de los adultos era considerado una descortesía, escuché inclusive a muchos mayores recriminar a los padres que dejaban que sus hijos participaran de las conversaciones de los grandes. Esto era visto como una insolencia y por mucho tiempo se mantuvo así.
El resultado fue que muchos nos inhibiéramos de tratar a los mayores y se nos tildara de tímidos sin mayor análisis. Recuerdo que cuando estaba en segundo año de bachillerato se comenzó a tomar en cuenta la participación del alumno en clases. Hasta entonces la evaluación siempre había sido a través de la escritura, a partir de ese momento un porcentaje de la calificación se obtendría de nuestras intervenciones. Me costó muchísimo esto y opté por renunciar a ese porcentaje, que menos mal era poco, porque la dificultad de levantar la mano para dar una opinión era inmensa.
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Pero como todo cambia esta situación también lo hizo, no obstante, muchos adultos no se acostumbran y aún mantienen una actitud de distancia ante los niños, inclusive hay personas que se incomodan si se les da prioridad a los niños cuando estos interrumpen para hacer una consulta. Todo momento es aprovechable para educar, y los niños quienes serán los adultos responsables del mañana merecen ser atendidos en sus necesidades en el momento oportuno.
Hoy en día los niños participan desde pequeños en las conversaciones en su casa, saludan a los adultos, son espontáneos en su forma de expresarse y mostrar sentimientos; exponen sus razonamientos con convicción, hacen preguntas, cuestionan imposiciones y no sacan de quicio también, pero eso es otro tema.
Lo bonito del asunto es que hay mayor interacción padres, abuelos y niños, por lo que se puede estar más atento a sus procesos evolutivos y formación en valores. Los adultos responsablemente sabrán cuándo no deben tocar un tema de conversación que pueda ser contraproducente para los pequeños. Pero en general permitirles que participen y gozar sus ocurrencias es muy gratificante.
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Es importante que el niño sienta que se le escucha, que sus ideas son entendidas y que forma parte activa en el hogar. Ellos aunque los padres no lo noten están al tanto de lo que ocurre a su alrededor inclusive si están entretenidos en otras actividades, pueden darse cuenta cuando los adultos discuten, o planifican actividades y cuando son tomados en cuenta en la toma de decisiones crecen con mayor responsabilidad y autoimagen, lo cual es muy beneficioso para el desarrollo de su personalidad.
Los padres a veces por apuro suelen contestar a la ligera con monosílabos o interjecciones, que el niño capta muy bien como una falta de atención o de interés de estos hacia él y eso es contraproducente.
¿Cómo te sientes cuando haces una pregunta a alguien y esta persona te ignora?
¿Mal? Ponte ahora en el lugar del niño. Es una situación incómoda y contraproducente, que genera conflictos que podrían prevenirse con una agradable conversación.
Si eres padre, abuelo, tío, padrino o estás rodeado de niños, tienes la frescura de la inteligencia infantil a tu alrededor, disfrútala, tómate el tiempo de interactuar con ellos y vive.
Me atrevo a dejarte algunas recomendaciones:
Colócate a la altura del niño de manera que puedas observar su cara a un mismo nivel. La posición del adulto de pie y el niño por debajo es incómoda para ellos que se ven obligados a mantener la cara vuelta hacia arriba por mucho rato.
No impongas tus ideas, escucha con atención sus planteamientos y dialoga con palabras concisas y sencillas.
Explícale detalladamente las consecuencias de sus acciones, sin exagerar los hechos ni generar angustias innecesarias.
Usa la conversación como fórmula habitual, no esperes que surja un conflicto para sentarte con él a dialogar, haz de la palabra una fórmula de vínculo que siempre esté presente y felicítalo por sus logros.
Enséñale a que asuma la responsabilidad de sus actos y aprenda a pedir disculpas y acéptaselas también cuando lo haga.
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Niños sanos emocionalmente hará que de adultos también lo sean. Y si es tu hijo, esa práctica te garantizará excelentes conversaciones para el resto de tu vida.
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Atentamente
El equipo de curación del PROYECTO ENTROPÍA
Excelente artículo mi estimada amiga Maria del Rosario, y coincido con todo lo que has dicho, yo también pertenezco a esa época en que los niños no podían participar en conversaciones de adultos, pero con mis hijos y ahora con mis nietos he podido aprender muchísimo más sobre esta temática.
En primer lugar creo que nuestra actitud hacia los niños debería caracterizarse por un PROFUNDO RESPETO, esto en atención a su dignidad como personas, pero especialmente porque los niños son modelos de las características personales más nobles que nosotros los adultos deberíamos tener también, la espontaneidad, la sencillez, la inocencia, la pureza, la humildad, esa capacidad asombrosa de ser entusiastas y dichosos sin motivos, su imaginación, su capacidad de soñar, su ingenio para estar siempre entretenidos.
Por otra parte, los niños de esta época tan tecnologizada, que manejan computadores, tablets, internet, que tienen acceso a una gran cantidad de información a través de la red, saben muchas cosas que ni nos imaginamos y tienen muchas preguntas, interrogantes en sus cabecitas, necesitan más que nunca conversar con los adultos, entender lo que les oyen hablar.
Un gran abrazo desde Chile!!!!
Qué buen aporte, amigo Mario, es cierto, yo también me quedo impresionada con las respuestas que me dan los míos, tienen cada ocurrencia y necesitan tanto del apoyo del adulto, que les escuchen, les entiendan, les brinden momentos para compartir; disfruto mucho de todo esto, siento que hasta nos rejuvenecen por la posibilidad de reír que nos brindan cada día. Saludos cordiales.