SpanishChallenge 13. Entrada #1 - Mariposas sobrevuelan la ciudad

in #spanishchallenge7 years ago (edited)

El sábado me levanté más tarde que de costumbre, casi al medio día, luego de cepillarme los dientes me vestí con mi suéter Nike favorito y me coloqué los lentes de montura azul, esa era mi indumentaria favorita para jugar con mis amigos. Aprovechando que mi mamá ya tenía el almuerzo listo comí temprano y salí de mi casa en bicicleta, mientras pedaleaba con entusiasmo me alejaba de casa y escuchaba cada vez más baja la voz de mi mamá, que casi gritando, me advertía que tuviera cuidado en las calles y que llegara temprano a casa o ella misma me iría a buscar. Sin hacerle mucho caso crucé la esquina y tomé la calle principal para ir a casa de mi amigo Andrés Eduardo, quien seguramente me esperaba para que juntos fuéramos a cazar taritas, así llamábamos a las mariposas, esta era una actividad que se hacía principalmente en los meses de mayo, pero por alguna razón su llegada se había adelantado al mes de febrero.

Una de las cosas que más nos gustaba de atrapar estos insectos era encontrar su sorprendente variedad, sus colores y formas llamativas; los muchachos del barrio le poníamos nombres muy curiosos a estas mariposas de los cuales muy pocos coincidían con su identidad científica, por ejemplo, la mariposa ojitos, le decíamos así porque en cada ala tenía un pequeño círculo negro con borde amarillo que se asemejaba mucho a un ojo; la mariposa avión, esta tenía las alas muy puntiagudas y de un gris plateado, parecidas a las de los aviones de guerra; la mariposa negra, como su nombre lo indicaba era una pequeña mariposa de color negro mate; la mariposa de vidrio, le decíamos así porque sus alas eran transparentes y sólo sus bordes tenían un color rojo oscuro, esta última era muy difícil de atrapar porque casi siempre no la podíamos ver; la mariposa cebra era una mariposa común con marcas distintivas en blanco y negro, tenía su cola bastante alargada; la mariposa fuego, esta mariposa era espectacular, de color negro pero con unas manchas de color rojo vivo, era bastante grande y cuando volaba el rojo de sus alas parecían llamas en el aire; la mariposa monarca, esta era preciosa, sus colores anaranjado y negro con partecitas blancas la hacían resaltar a primera vista; la mariposa piedra, esta era de color gris claro pero con zonas de gris oscuro, era muy rara y volaba muy bajo, al posarse sobre el suelo se confundía fácilmente con una piedra y por último, entendiendo que habían muchas más, recuerdo una mariposa que la llamábamos simplemente amarilla, era hermosa y su vuelo parecía diferente a las otras, lo curioso de ella es que volaba casi en bandadas, la más grande siempre iba de primera y detrás de ella las más pequeñas disminuyendo su tamaño en perfecto orden hasta llegar a la más diminuta que era la última, cazarlas era muy fácil y cuando las veíamos venir sonreíamos porque sabíamos que obtendríamos muchas.

El juego de atrapar mariposas no era del todo inocente, no sólo las atrapábamos sino también las matábamos, la caza de mariposas consistía en irnos al monte y allí tomar una rama seca con muchas divisiones o ramitas, mientas más enredadas y finas fueran estas últimas la trampa o arma sería más efectiva; en los terrenos enmontados donde hacíamos nuestra cacería las ramas abundaban. Esperábamos que las mariposas vinieran inocentemente hacia nosotros, cuando las veíamos venir nos preparábamos y al estar lo suficientemente cerca simplemente abanicábamos con cierta fuerza la rama sobre ellas, las pobres voladoras quedaban enredadas en los finos palos como en manos esqueléticas de larguísimos dedos, luego las recogíamos y las guardábamos en una bolsa o en las envolvíamos en papel periódico, al terminar la faena, la cual considerábamos simplemente un juego, nos reuníamos a ver el resultado de esto mostrando todos nuestros premios alados, algunos ya muertos y otros moribundos. La mayoría de los muchachos lanzaban las mariposas agonizantes al suelo y se iban, era un acto totalmente banal.

A diferencia de los demás muchachos Andrés Eduardo y yo nos reuníamos aparte para clasificar nuestras mariposas, las más bonitas y grandes las conservábamos para llevarlas a nuestras casas, las que no escogíamos, al igual que nuestros amigos las botábamos al suelo. Una vez en casa sujetábamos sus alas a un corcho fino con unos alfileres, era como una especie de crucifixión de las mariposas, pero nosotros no le dábamos ninguna importancia a esto. Nuestro sitio de reunión y de clasificación de las mariposas era una casucha de la casa de Andrés Eduardo, la cual consistía en una casita situada en el muy extenso patio de su casa, su familia la usaba como depósito y parte de su interior lo habíamos convertido en nuestro lugar de juego, de charla y de laboratorio, por así decirlo.

Pero ahora volvamos al principio, ese día en el que ya comenzaba la tarde y fui en bicicleta a buscar a mi amigo. Al poco rato llegando a la casa de Andrés éste ya estaba listo en su bicicleta, me sorprendió lo rápido que salió de su casa y que prácticamente me estaba esperando, generalmente él se dilataba mucho en salir, salimos juntos al terreno y en el camino me decía que se sentía con mucha energía y que pensaba que íbamos a cazar muchas mariposas nuevas y especiales, su entusiasmo me contagió y nos fuimos directo al monte a atrapar esos maravillosos insectos voladores.

Cuando llegamos al terreno ya varios muchachos estaban cazando, Andrés Eduardo y yo buscamos unas buenas ramas y nos ubicamos en nuestro lugar habitual de cacería. Al poco rato un señor bastante anciano se nos acercó y nos preguntó –¿Ustedes son Rafael y Andrés?-, miramos extrañados al viejo y le contestamos afirmativamente, él entonces nos dijo que nos estaba buscando, Andrés y yo nos miramos con cierto temor y mi amigo le contestó con voz firme – y ... ¿para qué nos busca señor?-, obviamente comenzamos a ver la situación con alguna desconfianza y estábamos en guardia por si sucedía algo, el hombre estaba de lo más calmado, además de su vejez se veía muy frágil, tenía un escaso cabello blanco y estaba encorvado, su piel era blanca, arrugada y su cara al igual que sus manos estaban salpicadas de lunares pardos de diferentes tamaños, realmente el viejo inspiraba más enternecimiento que temor.

El anciano nos dijo que había oído decir que nosotros éramos los mejores cazadores de taritas, es decir, de mariposas y que le gustaría que lo acompañáramos a su casa. Esto último nos pareció muy raro y le dijimos que no iríamos a ningún lado y le mentimos que quizás mañana podríamos ir. Incluso llegamos a pensar que este señor era un pobre loco o algo así, el extraño viejo nos dijo que si cambiábamos de opinión, su casa se encontraba detrás del barco, el cual era un gran armazón de acero muy viejo y oxidado de lo que parecía la proa de un barco. Realmente detrás de ese armatroste había una casa muy vieja hecha de madera, nosotros ya habíamos estado cerca pero nunca habíamos visto a este anciano por allí. El viejo se fue caminando muy lenta y penosamente hasta que lo vimos perderse detrás del barco.

Andrés y yo quedamos intrigados, y comenzamos a ver la posibilidad de ir a la casa del anciano, realmente el más curioso era Andrés que me insistía en ir y que si veíamos algo raro nos fuésemos corriendo, para colmo la escasez taritas nos estaba aburriendo, mi amigo estaba decepcionado de su fallido presentimiento de que iban a aparecer muchas mariposas. Al final Andrés me convenció, yo pensé que no perdíamos nada y que el señor era demasiado viejo para hacernos daño, nosotros nos jactábamos de ser grandes, fuertes y muy rápidos. Nos acercamos a la casa y su dueño estaba parado en el umbral de la puerta, nos miró sonriendo y nos dijo que por favor entráramos, que él no nos iba a hacer nada, Andrés y yo nos miramos, y como si nos comunicáramos por telepatía caminamos hacia el viejo no sin antes coger sendos palos por precaución.

Llegando a la casa del señor, cruzamos la puerta después de él, siempre muy alertas a cualquier situación peligrosa, entramos a la sala donde pudimos percatarnos que la casa era muy pequeña, hecha toda de madera, su pintura estaba muy desgastada, había bastante desorden, cuadros viejos y torcidos en la pared, sillas rotas, vasos y utensilios de cocina tirados por todas partes. Quitando una sábana vieja y sucia de un maltrecho mueble nos invitó a sentarnos, nosotros aceptamos, eso sí, sin soltar nuestros palos, él se sentó detrás de un baúl que a diferencia de todos los objetos de la casa estaba bastante cuidado, sacó unas llaves de una gaveta de lo que parecía un escritorio y con ella abrió el candado del baúl, Andrés y yo nos pusimos vigilantes a cualquier suceso anormal pues no sabíamos qué iba a sacar de esa misteriosa caja, pero nuestra desconfianza y tensión disminuyó al ver que lo que extraía de su interior era una especie de tabla blanca, cerró el baúl y colocando la misma sobre este, pudimos observar con asombro que pegada a la tabla se encontraba una mariposa gigante de color amarillo.

Nunca habíamos visto una mariposa tan grande, las más grandes que conocíamos eran las llamadas ''tara bruja'', pero estas generalmente vivían en casas o sitios abandonados y encerrados, además eran de color negro y muy feas, tan feas que a veces se confundían con algún murciélago, pero la que teníamos frente a nosotros, era hermosa y su color amarillo la hacía ver más llamativa. El viejo nos miró preguntándonos si alguna vez habíamos visto en nuestra vida una mariposa igual, una que se comparara en belleza y tamaño a la que nos estaba mostrando, nuestras cabezas se movieron rápidamente y en forma simultanea de un lado a otro indicando un definitivo y muy seguro no. -Me lo imaginé-, dijo el anciano, -esta mariposa es una ''Colías Crocea'' pero ésta es la reina de ellas y lamentablemente está muerta-; nosotros seguíamos impactados de ver esa espectacular mariposa y nos dimos cuenta que el anciano sabía sobre estos insectos mucho más que nosotros.

-Es increíble -, le dijimos a nuestro senil experto y prosiguió diciéndonos, -solo queda una más de éstas y es necesario por el bien de la naturaleza buscarla y atraparla, esta mariposa a diferencia de todas las demás no nace de los huevitos que se convierten en orugas, luego en crisálidas y después en mariposas, no, ésta es muy diferente-. Al decirnos esto Andrés y yo nos sorprendimos, siempre habíamos pensado que todas las mariposas sin excepción se desarrollaban mediante el proceso que ahora este viejo negaba para esta mariposa gigante, luego parándose de la silla y observando al maravilloso ejemplar, siguió hablando como un verdadero conocedor de los lepidópteros y comenzó a explicarnos el fantástico proceso de nacimiento y desarrollo de estas mariposas el cual describo a continuación tal y como el anciano lo explicó:

-La mariposa reina Colías Crocea vive un milenio, durante toda su larguísima vida de su interior nacen todas las mariposas Colías Crocea normales que viven tan solo un año, es decir, las Colías Crocea normales son esas mariposas amarillas que ustedes hieren y matan con sus ramas mortales, éstas no crecen más de diez centímetros, pero cada mil años nacen dos que serán reinas.

Andrés Eduardo quiso interrumpir al anciano pero este pidió por favor que lo siguiéramos escuchando.

-Esas mariposas amarillas salen del interior de la reina en forma de pequeñas luces cuyo brillo es muy intenso, la reina saca sus hijas sólo y únicamente al amanecer, en esas horas en que la noche está dando paso a la claridad del día. A medida que el sol aparece esas luces atenúan su brillo poco a poco hasta convertirse en mariposas de color amarillo azafrán, característico de ellas. Estos extraños insectos voladores esparcen un polvo casi invisible que vuela con el viento en todas direcciones y por todo el planeta.

-De una u otra manera ese polvo es respirado por los seres humanos y este provoca en ellos un estado de felicidad y sosiego que alimenta el alma de cada persona que lo respira. Sin este polvo vital las personas poco a poco carecerán de instantes de alegría y esto dará paso a un aumento en los sentimientos de odio y rabia que el ser humano lleva en su interior por naturaleza.

-Lo que sucede es que el hombre ha contaminado tanto el medio ambiente que las mariposas amarillas están muriendo cada vez más rápido de lo normal y para colmo comienzan desde niños a matarlas tal y como lo hacen ustedes. La civilización humana tiene aproximadamente seis mil años, la primera reina Colías Crocea apareció junto con ella, hoy en día deberían existir sesenta y cuatro, pero lamentablemente por lo antes dicho, sólo queda una.

El anciano nos hablaba con mucha calma, no alzaba la voz, era como si nos hiciera reflexionar sobre lo que estaba ocurriendo, sin regaños y sin rabia alguna, entonces nos levantamos del mueble y le dijimos que no mataríamos nunca más a ninguna mariposa y que nos perdonara, que dejaríamos de atrapar o cazar taritas, que no jugaríamos más este juego de muerte para estos insectos tan nobles y necesarios. Entonces el anciano nos miró y nos dijo que al parecer no habíamos entendido por completo el propósito de la invitación a su casa. Nos explicó de nuevo que cada milenio nacían de la reina sólo dos futuras reinas, que una de ellas ya había muerto dos días antes de cumplir su ciclo de mil años y era la que tenía en su baúl, ésta última no había podido concluir su propósito, sin embargo la otra reina madre estaba con vida aún y sí podía cumplir su misión, pero la contaminación ambiental había hecho mella en ella y si no tenía sus hijas el día de mañana domingo en el amanecer se extinguirían, de tal manera que el caos total en los seres humanos era eminente.

Andrés y yo mirábamos al viejo aún sin entender qué quería de nosotros, nos miró y nos dijo que él sabía dónde estaba la última Colías Crocea reina que quedaba, pero él no la podía ayudar pues estaba demasiado viejo y enfermo, nosotros en cambio, si podíamos, -pero... ¿Cómo? -, casi le gritamos -Yo les diré dónde está, iremos al amanecer a buscarla, ustedes la atraparán y le ayudarán a tener sus hijas. Ahora deben irse a sus casas, ya casi anochece y sus padres deben estar preocupados, así que los espero al amanecer, vuelvan acá a las cinco de la mañana-. El anciano nos despidió, Andrés Eduardo y yo caminábamos preocupados por la tarea que debíamos cumplir, tomamos nuestras bicicletas dejadas en el monte y marchamos a nuestras casas.

A las cuatro de la madrugada salí de mi casa a escondidas sin que mi mamá se diera cuenta, tomé la bicicleta y pasé por Andrés Eduardo que me esperaba como habíamos acordado. Llegamos a la casa del viejo quien nos esperaba, nos dijo que debíamos ir a un lugar cercano, luego de convencerlo lo monté en mi bicicleta y dirigidos por él llegamos a una tubería gigante de concreto, ésta estaba casi toda llena de arbustos, encendió una lámpara que traía en su bolsillo y nos dijo que debíamos adentrarnos en el tubo. Debíamos descender por unas piedras y al llegar frente a la entrada tuvimos que mover muchos escombros y quitar con palos la maleza, el viejo nos esperaba afuera y nos decía desde allí, -entren, allí sabrán donde está, ya saben que es grande y amarilla.

Adentro de la inmensa tubería de concreto estaba bastante oscuro, el viejo nos había dado la lámpara y alumbrábamos por todos lados, parecía un caverna de tiempos remotos, al rato escuchamos algo, como una especie de soplo que entraba por el otro extremo de la tubería, allí la vimos entrar como un pájaro, su amarillo resaltaba en la oscuridad, se posó sobre el techo de la tubería donde caía una especie de planta enredadera y entonces vimos con asombro cómo de su cuerpo de gusano salía una luz intensa. En ese instante nos dimos cuenta que eran sus hijas, que eran las pequeñas luces que saldrían de su cuerpo y se convertirían en mariposas amarillas y que dos de ellas durarían mil años. De repente las luces se apagaron en su interior, y la gigante mariposa cayó al piso húmedo y sucio de esa catacumba de concreto que nos envolvía, escuchamos el grito del anciano desde afuera, -¿Qué pasa muchachos? Ya la consiguieron, se hace tarde, rápido.

La cara del viejo se llenó de estupor al ver que salíamos del lugar con la mariposa reina sin vida en nuestras manos, comenzó a llorar y nosotros también, nos sentíamos culpables por lo que pasaba, Andrés Eduardo pregunto entre sollozos, -¿Qué hacemos ahora?-, el viejo nos miró y nos dijo, -Váyanse, ya es demasiado tarde, váyanse antes que sus padres se den cuenta que no están, ya está amaneciendo-, tratamos de convencerlo de que viniera con nosotros pero se negó, se quedó allí, solo en ese lúgubre lugar sin saber si lo volveríamos a ver. Tomamos nuestras bicicletas pero por alguna razón Andrés Eduardo había llevado un bolso con algunas chucherías, las sacó y las arrojó al suelo, tomó la enorme mariposa cuyo amarillo parecía blanco y la metió en el bolso, esto me pareció extraño, pero sin decir palabras nos fuimos en nuestras bicicletas, pedaleamos más fuerte que nunca y parecía que volábamos por los terrenos, escuchábamos nuestros llantos. Al llegar a la casa de Andrés Eduardo, él se percató de que su mamá estaba en el frente, de tal manera que debía entrar por la parte de atrás pero para hacerlo tenía que trepar una pared, cosa que no podía hacer con el bolso, me lo dio y me dijo que lo llevara conmigo, que al menos nos quedaba el recuerdo de la mariposa, que quería que la enterráramos en algún lugar junto con todas las demás que teníamos en nuestros corchos, pruebas de nuestros inconscientes malos actos, tomé el bolso y lo vi trepar como un gato el muro y meterse en su casa.

Al llegar a mi casa me metí en el cuarto, puse el bolso en la cama y sin quitarme la ropa que tenía desde el día anterior me tiré al colchón, estaba exhausto y confundido de tantas emociones, a los pocos segundos comencé a escuchar un ruido extraño, miré hacia un lado de mi cama y pude percatarme que el ruido salía del bolso de Andrés Eduardo, lo abrí y comencé a notar que el cadáver del insecto gigante comenzaba a brillar, me asusté, tiré el bolso al suelo del cual salió la mariposa muerta pero de su interior brotaba una especie de masa que brillaba cada vez más intensamente, me levanté de la cama y me puse mis lentes de montura azul para ver mejor y con asombro observé cómo resplandecía esa masa amorfa, sin temor ni escrúpulo alguno tomé la extraña materia con mi mano derecha, mis ojos se clavaron en ella con asombro, y de repente comenzaron a salir partículas de luces por todos lados, mi cuarto se llenó de luces que volaban en todas direcciones, muchas de ellas salían por la ventana, por debajo de la puerta y por cualquier rendija que encontraban, esto sucedió hasta que toda la masa que sostenía se desvaneció entre mis dedos en forma de partículas de luces.

Esto, mi querido lector sucedió en Maracaibo en la madrugada del domingo ocho de febrero de 2015, un día después todas las noticias daban a conocer de este suceso insólito y cito textualmente uno de los encabezados de los diarios más importantes de esta ciudad:

''Miles de mariposas amarillas vuelan sobre Maracaibo
Un inusual espectáculo natural se aprecia esta semana en Maracaibo,
San Francisco y otros municipios del estado Zulia.
Es increíble, nunca había visto tantas mariposas amarillas
volando por todas partes", expresó una testigo asombrada.

Sort:  

Me encanto la forma de como has narrado esta historia, yo recuerdo hace un par de años esa ola de mariposas pasando por dr portillo y 5 de julio. Buena suerte en el desafio.

Hola Sol25, gracias por tu comentario. Me alegra que te haya gustado y más porque al parecer eres de Maracaibo.

Hola!! Si. Fue una buena adaptacion al tema del desafio y lo que mas me agrado fue que te basaste en algo real para crearlo. Por otra parte sí, me deje llevar por la emocion de ese recuerdo jajajja si soy Maracucha 😉. Mucha suerte nuevamente.

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