Sobre los cuentos literarios y la libre interpretación
— La biblioteca de babel (1941), Jorge Luis Borges
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Aquellas personas que no gustan de leer contenidos tan largos, imagino que los cuentos literarios son una alternativa, ya que suelen ser relatos cortos, sin embargo a veces hay algunos que han sido inspiración de los escritores cuya narrativa la basan en pueblos, o incluso algún personaje cuya existencia los motivó a narrar su historia encubriendo la personalidad o hasta los lugares que describen el hecho, algunos nos dejan como con falta de lectura, y otros con un impactante final.
Los cuentos, en su mayoría son obras de ficción, y siempre más cortos que las novelas, es muy preciso su contenido para llevar al lector la idea de la historia completa, los detalles, muchas veces la acción es de forma directa.
Son muchos los autores de los cuentos con contenidos urbanos, de soledad, de muerte, de viajes, de música y fantásticos, entre otros temas.
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Ernest Hemingway era un gran cuentista que apenas con unas pocas líneas recreaba un personaje. Un lugar limpio y bien iluminado es un cuento del premio Nobel 1954 y cuya entrada es:
Era tarde y todo el mundo se había ido del café, fuera de un viejo que estaba sentado a la sombra que hacían las hojas del árbol contra la luz eléctrica. De día la calle era polvorienta, pero por la noche el rocío asentaba el polvo y al viejo le gustaba sentarse hasta tarde porque era sordo y ahora en la noche no había ruido y él percibía la diferencia. Los dos meseros dentro del café sabían que el viejo estaba un poco borracho, y aunque era un buen cliente sabían que si se emborrachaba demasiado se podía ir sin pagar, de modo que lo vigilaban.
En apenas unas pocas líneas recrea un lugar, su paisaje y los personajes, el relato corto que nos brinda nos da una idea precisa de la ficción, luego pasa a la conversa de los personajes para meternos de lleno en la trama:
—La semana pasada trató de suicidarse —dijo uno de los meseros.
—¿Por qué?
—Estaba desesperado.
—¿Por qué?
—Por nada.
—¿Cómo sabes que fue por nada?
—Le sobra el dinero.
La idea central plantea que los problemas de las personas no se guardan en casa sino más bien son llevados a la cantina, donde se involucran los cantineros enterándose de lo que puede estar atormentando a una persona, evadiendo el mal momento con el alcohol.
La introducción parece describir el contenido de la historia, llega de inmediato y en muy pocas líneas el caso del anciano.
La historia es una de tantas de las personas que pueden ahogar sus penas en alcohol, pero el cuento y la narración es lo que profundiza la acción para concretar en apenas unas líneas.
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Conversamos junto al fuego hasta que se me cansaron los ojos. Hablamos sobre Jane Austen (Ah, Jane. Mi tragedia es que he releído tanto sus libros que me los sé de memoria) y de otros autores admirados: Thoreau, Willa Catcher, Dickens, Lewis Carroll, Agatha Christie, Raymond Chandler, Hawthorne, Chejov, Maupassant. Era una mujer de sólida y variada mentalidad; la inteligencia iluminaba sus ojos color avellana con el mismo brillo de la lamparita sobre la mesa a su lado.
Hablamos sobre los duros inviernos de Connecticut, los políticos, lugares lejanos (Nunca he viajado fuera del país, pero si hubiera tenido la oportunidad habría ido al África. A veces he soñado con sus verdes colinas, con el calor y las bellas jirafas, y los elefantes andandos por ahí), la religión (Claro que me criaron en el catolicismo, pero ahora, lamento decirlo, tengo una actitud abierta. Tal vez demasiada lectura), la horticultura (Yo cultivo y conservo mis propias verduras, por necesidad) Finalmente. Un pasaje de Una luz en la ventana de Truman Capote, el maestro construye varias acciones en la narración magistral, nos hace recordar a otros sin apartar en ningún momento al personaje principal, nombra escritores, políticos, se traslada a otro lugar incluso lo describe y se hace un autoanálisis, fabuloso.
Los cuentos nos meten en la ficción, nos transportan, y la pluma de los grandes nos hace parte del relato, en la narrativa, nos lleva a indagar, e incluso a investigar palabras que quizás nunca escuchamos, y volvemos a releer, muchas veces porque nos gusta un pasaje en la historia, o quizás también por no entender, dándonos un aprendizaje, haciéndonos interesar cada vez más por los escritores, quienes nos acortan la distancia de un viaje cuando llevamos un libro como “compañero”.
Hasta tres o cuatro veces he leído un cuento, porque me fascina su contenido y me maravilla la forma de la narrativa, algunos con historias propias, otras sencillamente por imaginación del escritor que nos hace partícipe de sus relatos.
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Hay uno que me parece magistral de Julio Cortázar, “Conducta en los velorios”, de entrada:
No vamos por el anís, ni porque hay que ir. Ya se habrá sospechado: vamos porque no podemos soportar las formas más solapadas de la hipocresía. Mi prima segunda la mayor se encarga de cerciorarse de la índole del duelo, y si es de verdad, si se llora porque llorar es lo único que les queda a esos hombres y a esas mujeres entre el olor a nardos y café, entonces nos quedamos en casa y los acompañamos desde lejos. A lo sumo mi madre va un rato y saluda en nombre de la familia, no nos gusta interponer insolentemente nuestra vida ajena a ese diálogo con la sombra.
Pero si de la pausada investigación de mi prima surge la sospecha de que en un patio cubierto o en la sala se han armado los trípodes del camelo, entonces la familia se pone sus mejores trajes, espera a que el velorio esté a punto, pero se va presentando de a poco pero implacablemente.
Aquí podemos encontrar todo lo que puede englobar la tristeza y hasta la hipocresía de las personas que actúan solo en un momento dado, la apariencia del momento los conduce a manifestarse de esa forma, todo el desarrollo del cuento parece estar en un pasaje, Cortázar no pierde un detalle para llegar muy directo al lector.
El recorrido para que interpretemos todo lo que sucede alrededor y el pensamiento de las personas que se arriman a un velorio solo para echarse un trago, indagar en la familia con absoluta hipocresía, nos plantea la idea directa de lo que sucede constantemente.
Serían las once de la noche yo había entrado en el almacén, que ahora es un bar en Bolívar y Venezuela. Desde un rincón el hombre me chistó. Algo de autoritario habría en él, porque le hice caso enseguida. Estaba sentado ante una de las mesitas, sentí de un modo inexplicable que hacía mucho tiempo no se había movido de ahí, ante su copita vacía. No era bajo ni alto, parecía un artesano decente, quizá un antiguo hombre de campo. El bigote ralo era gris. Aprensivo a la manera de los porteños, no se había quitado la chalina. Me invitó a que tomara algo con él. Me senté y charlamos. Todo esto sucedió hacia mil novecientos treinta tantos.
El hombre me dijo:
—Usted no me conoce más que de mentas, pero usted me es conocido, señor. Soy Rosendo Juárez. El finado Paredes le habrá hablado de mí. El viejo tenía sus cosas, le gustaba mentir, no para engañar, sino para divertir a la gente. Ahora que no tenemos nada que hacer, le voy a contar lo que de veras ocurrió aquella noche. La noche que lo mataron al Corralero. Usted señor, ha puesto el sucedido en una novela, que yo no estoy capacitado para apreciar. Pero quiero que sepa la verdad de estos infundios. Historia de Rosendo Juárez de Jorge Luis Borges, aquí el escritor argentino demuestra la importancia que puede tener cualquier persona es lugares remotos, con un lenguaje único, magistralmente narra con su pluma la historia de un verdugo, cuya esperanza en la sociedad están esfumadas.
La narración que hace en tiempo pasado y presente sin perder el hilo del contenido, se traslada pero vuelve el relato a la idea sin dejar de centrarnos en la acción y en lo que acontecerá y apenas son unas cuantas líneas, ahora es que nos queda interpretación.
En los cuentos podemos hacer nuestros propios análisis, porque cada quien lo interpreta a su manera, tiene su propia definición y puede encontrar diferencias en el entendimiento, pero la ficción nos llena de dudas, ideas encontradas que quizás nos lleve a buscar una segunda lectura, por eso la importancia de conversar sobre el tema, porque al final, los cuentos seguirán siendo cuentos.
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De verdad que me ha encantado este artículo. Me enganché desde un principio porque yo soy de esos que no admiran tanto las largas narraciones. Y amaría escribir cuentos con mayor facilidad, pero creo que lo más complicado del acto es lograr volver tan corta una idea tan grande. Ya me he divertido con Cortázar, Borges, Truman, García Márquez, Pocaterra, Galeano, y otros más; y todavía me toma miles de palabras darle toda la vuelta a la trama.
Aquellos que nombras, maestros de lo cuentos cortos, una virtud difícil de desarrollar (fácil quizá para ellos, no sabemos jeje). Leer sus obras nos ayudan (a los que escritores quieran ser) a ir adoptando esa habilidad del relato corto, predilecto en mis lecturas. Agradecido por tu tiempo en leer. Nos estamos leyendo, saludos.
Buen artículo que me amplio más los conocimientos acerca del tema... Gracias por compartirlo ... Te seguiré...Saludos desde Mérida Venezuela.
Me satisface saber que este pequeño artículo ha servido como enriquecimiento para ti. Gracias a ti por leerlo. Nos estamos leyendo, saludos.
excelente post te estare siguiendo para mas contenido asi sigueme
Es un texto interesante, pero debes revisar y tener más cuidado con el uso (o falta de uso) de las comillas. Eso provoca cierta confusión entre tus propias palabras y las palabras de los cuentos que estás comentando. Un ejemplo es tu cita de "Historia de Rosendo Juárez", de Borges, que no introduces de ninguna manera; así, pasas de hablar de "Conducta en los velorios", de Cortázar, al cuento de Borges sin ninguna transición. Bueno, mi intención no es criticar demasiado, pero creo necesario señalar estas cosas. Te seguiré leyendo. Saludos.
Gracias por pasar y leer. Los detalles que sugieres han sido tomados en cuenta. Nos estamos leyendo.
Excelente artículo!
Gracias por leer amigo. Un saludo.