Hoy me toco ver y vivir la parte más triste de mi país, aunque el día comenzó como un día normal de búsqueda de alimentos, en el transcurso de la mañana se convirtió en algo realmente estresante, ya que en medio del recorrido que estábamos haciendo mi esposo y yo por algunas avenidas de Maracay, del Estado Aragua, nos percatamos de un grupo de delincuencia organizada que se encontraba reunidos fijando los lineamientos para ejecutar los robos, realmente al escuchar al líder de la banda hablar mi corazón se acelero y decidimos irnos lejos del lugar pues para mayor sorpresa había presencia policial, pero al preguntarle al comerciante de un negocio en el que estábamos, si había manera de denunciar a estos chicos (por cierto eran chicos y chicas mas o menos de 15 a 17 años), la respuesta del comerciante fue "no podemos hacer nada, ya que los policías le cobran a ellos diario para dejarlos robar". Podrán imaginar lo que sentí, rabia, indignación, tristeza y un montón de sentimientos envolvieron mi mente, cuerpo y alma. Obviamente dejamos de recorrer las calles, pues lo que deseaba en el momento era llegar a mi hogar con mis hijas.

No pude evitar llorar al ver como estamos viviendo entre el miedo y la angustia permanente. Pero esto solo me motivo a seguir luchando por el país que mis hijas merecen, yo de mi Venezuela no me voy, pues no pienso ceder mi espacio a los hijos de una revolución que solo ha traído no solo pobreza económica sino una pobreza mental grañidísima. Se que Dios no nos ha olvidado y que pronto todos los que seguimos apostando por nuestro país veremos los frutos de nuestra lucha.

Así que después de esta amarga experiencia, quiero mostrarles la Venezuela que amo y por la que me mantendré de pie. Pronto solo veremos a nuestro país desbordando su belleza y recuperando su esplendor.

Esta es la cara de Venezuela que me anima e impulsa a seguir de pie. Venezuela eres grande y volverás a ser feliz.