¿Otra vez? ¡Ya estoy harto!, iré por mi escopeta y acabaré con aquél macabro sonido que cada noche transita cerca de aquí. Al principio me daba pavor salir y toparme con algo escalofriante, pero ese temor está quebrado por completo de mi conciencia.

 
Me colocaré mis botas de cuero grueso para no resbalarme en el lodo. Que bueno que ha llegado la época de lluvia. Me enfrentaré a cualquier cosa que me consiga, ya estoy listo. Mi linterna quizás ya tenga poca luminosidad. Es correcto, su luz es débil y casi opaca, pero no me importa, iré con lo que tengo antes de perder a mi objetivo.

 
Las nubes están en su grosor más denso esta noche, no lograré ver nada con esta intensa oscuridad. Deberé guiarme por mis oídos. Esperen… ¡ya la puedo oír!, es como un lamento que se acerca y aleja, y se mueve a gran velocidad puesto que cambia demasiado la frecuencia de fuerza con la que escucho el sonido. Es tan discordante.

 
Ya no sé a qué distancia está, no sé si sea seguro seguir caminando y adentrarme más a la cegadora penumbra. No puedo atacar algo que no puedo ver. El lamento es parecido al llanto de una mujer, pero sé que no se trata de eso. Es algo inhumano que deambula por estos parajes predicando un mal augurio, al campo, a los árboles, y hasta al propio cielo.

 
Lo escucho en direcciones diferentes y aún no puedo avistar nada, pero… ¡esperen! Puedo ver una luz púrpura a una distancia significativa, como a ocho metros de distancia de mi ubicación. Un disparo de mi escopeta va hacia a ella pero no hubo ningún cambio. Disparo una vez más y el resultado es el mismo. La luz parece más intensa y parece venir hacia mí.

 
De aquella luz puedo atisbar que salen dos brazos extendidos tan negros como una sombra. Se acerca rápidamente, ululando, como si quisiera darme un abrazo. ¡Oh Dios tengo que huir…! ¡Va a alcanzarme!

 
¿Pero qué...? ¿Cómo es qué...? ¿Qué ha sucedido?, ¿cómo es que estoy de nuevo en mi casa y que pasó con aquella luz?, no recuerdo... ¿dónde está mi escopeta?