¡Saludos a todos!

 
Esta la segunda parte de mi relato, el cual, ahora tendrá una tercera. Las razones son que no he conseguido un final adecuado y además, hay cosas que no he concretado en la primera parte y he decidido hacerlo en esta.

Espero que aquellos que hayan leído la primera parte disfruten esta también. Y para los que no han leído la primera parte aquí les dejo el enlace.

 
Hablé con Henry por horas, el tiempo pareció pasar desapercibido desde nuestro encuentro. El color de su rostro había vuelto a ocupar su lugar. Me sentía feliz por haberle dado el consuelo del alivio; sin embargo, mis sentimientos oscuros arribaron y tomaron la forma de Morella.

Henry no sabía que Morella y yo tuvimos un amor secreto. Nos ocultábamos tras el telón sin ser descubiertos. Muchas veces nos escapábamos a nuestro refugio nocturno, y degustábamos del amor pasional que ambos nos proferíamos.

Un día Morella quería llevarlo al siguiente nivel. Ya no quería que nos ocultáramos pero sabía también que el riesgo era grande. Yo no quería, para mí era mejor esperar, pero la impaciencia de Morella se había vuelto más imperante, al evocar que si no lo hacíamos juntos, ella lo haría por sí misma.

La presión en aquél momento fue tan grande, que me aparté de ella y huí a Londres, dejando su corazón, como el mío, hecho trizas. Debí luchar en aquél momento, por ella. Debí intentar que fuese posible nuestra unidad, pero era joven, imbécil e impulsivo. Para mí en aquél entonces lo que hice fue lo mejor.

El resto de los O’Grady nunca se enteraron, y continué mi vida cargando aquella cruz. En este día mis demonios me pondrán a prueba, al enfrentar a la única que mi corazón cautivó. Mientras hablaba con Henry sobre cualquier cosa, una voz exclamadora prorrumpió en la habitación.

—¡Peter Goodchild! —desligó con vehemencia, la voz de la amada que un día traicioné.

Se acercó a mí cargada de ira y una bofetada me dio.

—¡Morella! —se levantó Henry de un disparo. —¿Qué es lo que te ocurre? ¿Por qué golpeas a Peter?

Morella simplemente ignoró las preguntas de su hermano y continuó, clavando su mirada de fuego, despedida por sus hermosos ojos de esmeralda.

—¡Que osadía tienes de volver!, ¿o es que acaso ya recuperaste tu hombría? —dijo Morella con la voz altiva, imponente y fiera.

Yo no dije ninguna palabra en ese momento, no sabía que decir, pensaba, que si soltaba alguna disculpa sobre lo sucedido Henry sospecharía de lo que tuvimos. Los O’Grady eran personas muy conservadoras y tradicionalistas y Henry no era la excepción. No quería que Henry, mi mejor amigo, se enterara que tuve un amorío secreto con su única hermana hace siete años.

Morella me había puesto en una situación muy incómoda, y ese era su objetivo. Tenerme acorralado con mi desgracia frente a Henry le daba un enorme placer, sé que me lo merezco, pero ha sido bastante cruel. Luego de la escena, Morella comenzó a titubear y a fingir demencia, como si nada hubiera pasado.

—¡Ah! Disculpa Peter, ¿a que no te lo esperabas?, esta es mi bienvenida, hace mucho tiempo que no te veo y quería fastidiarte con algo. Los dejaré solos para que sigan conversando, nos veremos en el almuerzo.

Y luego se alejó con la satisfacción en su rostro. Estaba más que claro que su objetivo era hacerme pasar un mal rato.

—Ven Peter, siéntate, no le hagas caso, sabes que ella siempre ha sido una loca. —Una loca muy hermosa, pensaba yo.

—Mejor cuéntame cómo ha sido el trayecto hasta acá, hemos hablado tantas cosas que olvidé preguntártelo.

Ese fue el momento idóneo para contarle a Henry la espeluznante experiencia que tuve en el páramo cercano acá. Aunque estaba dudoso de decirle, puesto que no quería que pensara que estaba loco creyendo en falsas alucinaciones durante el viaje, sin embargo, fue todo lo contrario, su reacción para mí fue inesperada.

—¿Viste a la banshee en el páramo? —Asentí sorprendido, afirmando mi relato. No podía creer que Henry me creyera y que además, tuviera conocimiento de aquél ser horrendo. No dudé ni un instante en preguntarle de que se trataba.

—Las banshees son espectros que auguran malos presagios, te parecerá una locura amigo mío, pero aquella que viste en el páramos es la banshee de mi familia. Ha presagiado la muerte de los miembros de mi linaje durante siglos. La última vez que la vi fue cuando murió mi madre. Morella y yo éramos muy pequeños pero aún lo recuerdo como si fuera ayer.

Me quedé monomaníaco con el asombro dibujado en mi rostro, mientras Henry me contaba sobre aquello tan extraño que parecía irreal.

—La llamamos Muriel. No sabemos su origen solo sabemos que apareció con mi ancestro, Robert O’Grady, el primero en llegar a estas tierras hace doscientos años. Desde entonces ha acompañado a mi familia, prediciendo y llorando sus muertes.

La pesadez en la voz de Henry comenzó hacerse más notoria. Comencé a ver una ascendente tristeza que cada vez más ocupaba su rostro, como una máscara. Sus hombros se encogieron y volvió aquél ensimismamiento, el que estaba antes de que yo llegara.

—Si Muriel está cerca, significa que a mi padre no le queda mucho tiempo de vida. Me temo que tendré que decirles a los criados que preparen todo para esta noche, porque será esta noche en que mi padre fallecerá. Se lo diré también a Morella, ha estado también sufriendo bastante con todo esto. Ven querido amigo, te llevaré a donde puedas refrescarte.

Y salimos de aquella recámara con el pobre Henry afligido de nuevo por la pena. No tenía otra cosa que ofrecerle más mis condolencias, las cuales recibió con agradecimiento. Mientras me dirigía al baño me quedé pensativo con todo lo que me había dicho, la historia de la banshee era tan interesante como terrorífica, después de mi experiencia con ella en el páramo no podía verla de otra forma.

Luego pensé en Morella y en tantas cosas que concretar con ella, espero, podérmela encontrar a solas. Necesito verla cara a cara para explicarle todo, antes de que llegue la noche.

Continuará...