Oda a la soledad.

Quizás te pueda entender,
contarte de mis penas,
de aquéllas agonías donde
los sueños no tuvieron asideros,
de amores que se asfixiaron
en las palabras ausentes o
de aquellos donde la batalla
ha sembrado heridas.

Otras tantas veces te busqué
en medio de la multitud,
no supe, si tu mirada era de consuelo
o una lastimosa dádiva por un amor perdido.

Sé que puedo extraviarme en las calles,
Sé que puedo hundirme en las noches,
conversar con la luna y
tu mirada es de satisfacción
por los llantos vertidos.

Ahora te canto,
sabiendo que mi mundo
está desguarnecido frente a ti,
que me abrazas con pasión,
certificando que soy prisionero
de tus encantos.
Siempre me esperas,
sin ningún recato para desnudar mis silencios.

He comprendido que eres un vasto
terreno para el cultivo de aflicciones,
pero también una necesaria
compañera para la reflexión,
por eso prefiero perderme entre tus brazos,
entregarme sin miedo a tu mirada,
porque desde tu semblante,
puede nacer la luz.

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