"Estamos condenados a ser libres" (ensayo)

¿Quién soy yo? ¿Qué hago aquí? ¿Qué estoy buscando? Todo a mi al rededor son tinieblas espesas como telas de arañas que se extienden más allá del último punto donde la vista alcanza a ver. Hace frío pues llueve. La lluvia cae azotando a estas calles desérticas sin ninguna piedad. Aquí no hay nadie, así que sólo somos mi soledad y yo. A través de mi soledad hallo a mi refugio infranqueable en donde soy completamente libre, en donde mi libertad es absoluta. ¡Ah! ¿Pero qué es esta libertad? ¿Por qué la tengo? ¿Quién me la ha dado? Me pregunto y acelero el paso; entonces corro de repente como si algo me siguiera. La lluvia sigue cayendo. Ahora reposo junto a una pared tratando de recuperar mi aliento, más empapado que antes. Sale el vaho de mi boca. ¿Es así mi soledad de hermética? Tanto que ni siquiera Dios podría traspasarla. Un hombre es él mismo y su soledad y sus frutos gracias a esta. ¿Pero por qué soy libre? ¿A quién le he pedido esta libertad? ¿Acaso Dios me ha hecho libre? ¡Pero si yo no se lo he pedido, joder! La libertad pesa demasiado. Pero quizá Dios no me la haya dado. ¿Y qué si la libertad que tengo no es más que la prueba de la absoluta muerte de Dios producto de que no comprendimos al santísimo sacramento? Quizá, Él simplemente nos haya abandonado y después se haya quitado la vida metiéndose un afilado cuchillo entre sus tripas; y su sangre cayese desparramada sobre nosotros dando como resultado a todas las pestes del mundo humano como consecuencia de tener a su cadáver pudriéndose encima de nosotros. ¿Y qué podemos hacer? Supongo que lo de siempre: gritar ¡Padre, danos más vida! ¡Padre, danos más vida! Mientras la idea de la muerte nos atemorice. ¿Pero qué es esta vida si no un posible resultado de la misma muerte? Quizá todo esto por lo que pasamos no sea más que el sueño de ya nuestra anterior vida extinta, razón por la cual todo es absurdo. Una mesa es una tabla de madera que viene de un árbol que se taló con un hacha posiblemente con un mango hecho también de madera. A dicho árbol muerto se le hacen una serie de procedimientos que dan como resultado a la figura que conocemos como mesa, en la cual nos asentamos a su al rededor a consumir trozos de cadáveres de plantas y de animales que alguien cuidó, crió; plantas y animales que se habrán llenado alguna vez de meados y de mierda. ¿No es este sueño un absurdo? Pero como la vida es un sueño, nosotros somos los soñadores. Ahora escucho pisadas. Joder, alguien se acerca a mí, me mira. Me objetiviza. Mi libertad acaba justo en el momento en el que el otro ingresa a mi dominio. El infierno son todos los demás. Sólo me queda desear que se vaya, inútilmente pues esta y todas mis plegarias se perderán como lágrimas en la lluvia.

Jean Paul Sarte fue un filósofo francés existencialista de después de la segunda guerra mundial. Asimismo, escribió para el teatro como también novelas como «La nausea», una lectura que en mi opinión podría ser bastante pesada para no iniciados como también para personas demasiado sensibles. Sartre, al igual que Michael Foucault y su esposa, Simone de Beauvoir fue parte de la izquierda marxista francesa.

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Michael Foucault burlándose de Sartre por no haber podido obsequiar ninguna copia de «El existencialismones un humanismo», lectura que recomiendo para entender a Sartre.
Fuente

Sartre, como todos los pensadores de su época, había vivido los horrores de la segunda guerra mundial, y después de ella se encontraba en esa época de contradicciones y de reconstrucción del mundo occidental. Podría decirse que este periodo al igual que el de la peste negra que puso en jaque a Europa, logró un cambio evolutivo del pensamiento; con la peste, la apatía por la vida se convertiría en angustia y fe; después de la guerra habría que pensar por qué Dios nos había abandonado. Ya no se podría escribir poesía tras lo vivido en los campos de concentración y en los campos de exterminio. Asimismo, el mundo pasaría a saber que no necesita ni de locura ni del demonio más obscuro y malvado del infierno para hacer daño a otros, sólo faltaba de hecho, una mirada de un sujeto enfermo y con poder que definiera a los otros como objetos.

Por esta razón es que Sartre decía «el infierno son los otros, a través de sus miradas mi libertad es limitada y me convierto en objeto». Para los nazis, los judíos y los gitanos no eran más que mera carne humana; para los japoneses, barra los mejores aliados ideológicos de la Alemania nazi, los chinos y los coreanos eran meros conejillos de indias.

El mundo es un absurdo y la vida es solamente angustia, ya lo he dicho, no tenemos nada de especiales, ni siquiera ante Dios, quien ya está muerto.

Sin embargo, debo agregar que el existencialismo francés no es tan virtuoso como lo fue el existencialismo alemán por parte del nazi Martín Heidegger, no en balde, el francés es mucho más genial. Venga, el existencialismo va de hacerse sentir genial. Claro, Albert Camus tenía mucho más estilo que Jean Paul, pero fue este quien rechazó el premio Nobel por primera vez en la historia de esta premiación, pero se dice que fue porque Camus lo ganó primero, y asimismo, que Sartre, pese a todo lo comunista que era, aún así pidió que sí le dieran el dinero en secreto. Libertad radical.

Por algo todas las películas del cine Noir tienen algo o bastante de existencialistas. Todos aquellos detectives del cine blanco y negro son eso en esencia, existencialistas. Y claro que en el cine a color también los hay. Por su parte, en el anime se puede encontrar bastante de esto en Cowboy Bebop, serie que toma inspiración en el cine Noir, y en Neo Génesis: Evangelion. Son series que les recomiendo más que casi cualquier película americana dirigida por algún director de izquierdas y sus basuras de «críticas sociales». Si fuera a definir al existencialismo, lo haría con ese meme de una versión francesa de un capitán América tomando vino que dice: «los he salvado a todos ellos, ¿pero quién podrá salvarme a mí, de mí mismo?».

Para Sartre, todos los seres humanos podemos ser radicalmente libres, pero esa libertad es en primera instancia algo aterrador. Dentro de nosotros mismos se esconde una sombra que lucha constantemente con nuestro ego para así poder salir de nosotros, dicha sombra es nuestro estado de naturaleza; esas ganas que tenemos de hacer daño a otros y de destruir cosas para llenarnos de placer, como los animales que somos. Sin embargo, dicha sombra es reprimida bajo el contrato social (Russo), La Persona (Jung); el infierno que es el otro (Sartre), y Dios también juega un papel fundamental en esta alienación. Por algo, para Sartre, Dios no podía ser remplazado debido a que le daba a las personas una razón para tratar de ser buenos.

Jean Paul, su esposa Simone, y el asesino Ernesto "Che" Guevara
Fuente, ya que los comunistas de habla latina sí pueden tener copyright

Hay una película del director Ruso Andrei Tarkovski que, en lo más sencillo que se puede decir de su premisa, se trata de una habitación en donde reside lo único que queda de Dios en el mundo, y en donde dicha habitación, toda realización es posible para cualquiera que tenga el valor de entrar en ella.

Me gustaría hablar del cine de Tarkovski más adelante, ya que toca de forma sublime al existencialismo cristiano, eso claro me tomaría mucho tiempo. Pueden ver la película de la que hablo aquí. Está totalmente libre de derechos de autor. Cien millones de muertos en el comunismo debían de servir para algo, ¿eh?