Mariel como la abuela -- (reto @mllg; mi final para la historia)
Como muchos ya sabréis, me encantan los retos literarios y el de mi amiga @mllg no iba a ser menos. Ella comenzó una historia y los retados/participantes debemos acabarla. Nos deja un comienzo de trama bien abierto con muchas posibilidades. Yo, en mi caso, he decidido dar un tono amistoso, emocional y amable... no sé cómo me habrá quedado.
Os dejo la invitación al reto enlazada aquí, tenéis hasta el 12 de Julio a las 12:00 UTC para presentar vuestro final. A continuación, mi historia, en consonancia y final de la propuesta que da origen a este juego (digo juego pues para mí lo es).
Mariel como la abuela
Parte de @mllg
El rojo intenso aún brillaba en el engarce desgastado, de un baño ya diluido. Mariel lo observó una vez más. Su regalo de 15 años, 30 primaveras atrás: unos zarcillos colgantes, con piedras rojas. La abuela se los había dado, con sus ojitos aguados de viejita sensiblera. Porque así era la abuela. Y ella, Mariel (Mariel como la abuela), odiaba esa sensiblería barata. Casi repelía sus besos. ¡Cómo los habría de extrañar después! Independiente y odiosa, según su hermana Maritza, Mariel abandonó el hogar materno a los 16 años. Se llevó sus zarcillos, sus ahorros, un morral con una muda adicional, su maquillaje, su rabia y las ganas de joder al mundo entero. ¡Ah! y un bebé en desarrollo, en un vientre aún plano que no delataba su preñez prematura. ¿El celular? Lo dejó.
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Parte de @salvao
Pasaron veinte años, con sus veinte primaveras, hasta que Mariel apareció de nuevo por casa. Lucía desgastada pero, de alguna forma, su actitud y sonrisa escondían un inmenso cúmulo de experiencias que la habían transformado. Era evidente que no era la misma chica rebelde y descastada que marchó hacía dos décadas. Su madre, Eladia, invadida por un torrente de emociones, nada más verla le zampó una bofetada colosal, para luego abrazarla entre lágrimas…
Nadie en su familia supo de su embarazo, ni de ella en realidad, durante todo este tiempo. El chico que esperaba tímido junto al manzano de la entrada era Lucio, el nieto de aquella vieja. Nadie dijo nada, Eladia lo supo nada más verlo. El joven, con apenas diecinueve años sostenía de su mano a una niña más pequeña, le doblaba la edad, era su hermana.
- ¿Son mis nietos? –la anciana caminó hacia ellos- Dime niña… ¿tú cómo te llamas?
- Se llama Rubí –contestó Mariel, pues su hija era bien tímida.
Nunca nadie pensó que la “odiosa” Mariel volvería, casi la habían olvidado ya; al menos en apariencia, pues una madre nunca olvida a una hija propia. Fueron veinte años de ausencia, pero todo el amor que aquella casa no gastó con ella, pareciera que lo tenía reservado, guardado en el pequeño joyero de la bisabuela ya difunta, para, cuando hiciera más falta, entregarlo sin reparos.
Pues eran familia y ya se sabe: las familias, las buenas familias… siempre estarán ahí para nosotros.
El padre de los hijos de Mariel siguió su propio camino.
FIN
¿Conoces @autovoters?
Hola amigo. Excelente desenvolvimiento y final de la historia. Por cierto la bofetada y el abrazo fueron fuertes jajaja..Yo creo que hubiese hecho lo mismo jajaja