Meneses y Wacquant: Sociología y literatura acerca de la marginación social y el deporte

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De izquierda a derecha, Guillermo Meneses y Loïc Wacquant.

Toda producción escrita, sea académica, periodística o literaria, está unida a un contexto empírico del cual surgen los elementos o materias primas que conforman su contenido. Sin embargo, si tan solo esos elementos bastasen para la elaboración de un escrito, todo gran clásico de la literatura y toda gran obra de las ciencias sociales, no serían más que grandes esfuerzos descriptivos carentes de elementos interpretativos; serían especies de fotogramas de una idea estática la cual no rinde cuentas acerca del movimiento. 

En tal sentido, tanto los escritores de novelas o cuentos, como los escritores de ciencias sociales de las diferentes disciplinas, deben incluir las ideas y la teoría que ha de ordenar los datos obtenidos del contexto particular sobre el cual desean decir algo.  

En cuanto al escritor de literatura, este habrá de crear unos personajes y una trama, es decir, una serie de acontecimientos que se relacionen con tales personajes, de un modo tal que con los mismos logre desarrollar la idea fundamental que lo impulsa a escribir su historia, es decir, su interpretación del contexto empírico. Tal narración, además, habrá de ser realizada con gracia o sentido artístico, recordando el buen consejo que Julio Cortázar: “La novela siempre gana por puntos, mientras que el cuento debe ganar por nocaut”. 

Por su parte, los escritores de ciencias sociales, no deben y no pueden abocarse únicamente a realizar descripciones, es decir, dedicarse a un empirismo desligado de la teoría, puesto que tal empresa solo puede conducirlos a una sociología estéril o cuando más, anecdótica. Dejar que los hechos “hablen por sí mismos” es probablemente uno de los errores más graves en que todo investigador podría incurrir y esto se debe, principalmente, a que tal cosa nunca ocurre, puesto que incluso cuando pretendemos solo presentar datos, toda selección de problemas y toda forma en que los mismos son tratados, medidos, presentados, implica necesariamente una teoría implícita.  

En el presente texto, se abordan los dos tipos de obras antes mencionadas, una novela, Campeones de Guillermo Meneses, publicada en 1938 y una obra sociológica, Entre las cuerdas Cuadernos de un aprendiz de boxeador del sociólogo Loïc Wacquant, publicada en el año 2001. Considerando que ambas parten de contextos sociales muy disimiles y que el acercamiento de la literatura es muy distinto al de la etnografía, se pretenden encontrar los puntos en común que presentan respecto al tratamiento de la marginación social, su relación con el deporte y la oposición de este ante la violencia del barrio o del gueto.

Los campeones de Guillermo Meneses


Dibujo a lápiz de Guillermo Meneses realizado por Francisco Maduro.

Fuente

La novela Campeones de Guillermo Meneses es un buen antecedente literario en la exposición del modo en que se relaciona la marginación social con la cacería de talentos y especialmente con el temprano fracaso de los jóvenes atletas como una expresión del modo en que actúan los determinantes sociales en un contexto en el cual se privilegia a unos pocos a la vez que condena a muchos a la miseria y la explotación. 

Meneses nos presenta las historias de Teodoro Guillén, Luciano Guánchez, José Luis Monzón y Ramón Camacho, cuatro jóvenes muchachos pendencieros oriundos de La Guaira, quienes trabaron amistad de niños, una amistad casi inquebrantable, que se vería fuertemente herida con el paso hacia la adultez, con el despertar de las pasiones y la necesidad de dinero y reconocimiento, etapa en la cual según señala el autor en la novela “todas las ansias bravas que se agitan bajo la piel oscura quedarán sedientas si no llegan las brillantes monedas.” (p. 16) 

En efecto, al romperse la unión de los muchachos, cuyo símbolo fue siempre La Playita, un paradisiaco y recóndito lugar de las costas de Maiquetía que descubrieron de niños y que sería su secreto por muchos años, cada uno de ellos tomaría un camino más o menos tumultuoso, el de alguno más que el del otro, marcados todos por la ambición de una mejor situación económica para satisfacción constante de las pasiones que les movían.

Aunque cada historia fue trágica, a su manera, siendo tal vez Luciano Guánchez y Ramón Camacho los menos afectados por una sociedad que no les ofrecía un lugar, posiblemente sean las historias más tristes la de Teodoro Guillén, la decadente joven promesa del béisbol venezolano, y más aún José Luis Monzón, compañero de equipo de Guillén en el “Nueva York” con un trágico destino de muerte tras caer enfermo de gravedad.

En mi particular lectura de Campeones, sería un error pensar que Meneses incluyó al joven José Luis Monzón como un mero personaje secundario destinado a la muerte. Inclusive es muy probable que sea este el campeón acerca del cual Meneses desea hablar en realidad, otorgándole, irónicamente, cuando más dos menciones y cinco líneas.  A través de la prensa, medio ficticio de esta Venezuela ficticia, Meneses indica en algún punto: “Poco tenemos que decir con respecto a Monzón, bateador errático, fildeador mediocre, que pasará por el base-ball venezolano como tantos otros.” (p. 37) Tal expresión no parece anecdótica.

 Mediante esa “banalización” de la muerte de Monzón, a quien nadie le prestó atención, quien con muchos sueños pasó desapercibido, Meneses demostró que no solo fue invisible para el béisbol venezolano sino que también lo fue, en general, para la sociedad venezolana que le vio nacer y para la cual ahora habrá de ser solo una cifra más.

 Loïc Wacquant y la sociología a puñetazos


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"Busy" Louie en los Golden Gloves.

Fuente

Loïc Wacquant es un reconocido sociólogo que actualmente da clases en la Universidad de Berkeley. La línea de investigación de Wacquant corresponde a los estudios de sociología urbana y especialmente, por estudiar la marginación social en la sociedad moderna. Algunas de sus obras más conocidas, por mencionar algunas, son: Los condenados de la ciudad, Las cárceles de la miseria, Condenar a los pobres, y Entre las cuerdas Cuadernos de un aprendiz de boxeador, obra sobre la cual realizaremos un breve comentario a continuación. 

En el año 1988, Wacquant, impulsado principalmente por su amigo Olivier Hermine y por la cercanía decidió inscribirse en un gimnasio de boxeo, el Woodlawn Boys Club. Aunque en principio, su intención era estudiar la marginación social, usando el gimnasio como medio de acercamiento a la juventud del gueto de Woodlawn, en el trayecto, a la par que fue siendo seducido por el mundo del boxeo, fue observando en el oficio del pugilista y en la función del gimnasio en relación con el gueto, un objeto autónomo digno de estudio. 

Sobre esta aventura emprendida, Wacquant empezó a llevar registros escritos utilizando un diario etnográfico, en el cual describía sus experiencias, puesto que su propio cuerpo fue objeto y herramienta de estudio, y los particulares eventos dentro del gimnasio que llamaban fuertemente su atención. De antemano, se exhorta a los estudiantes de sociología y ciencias afines a revisar esta maravillosa obra, más de momento, se mencionaran las cosas que se consideran esenciales del mismo. 

El autor en esa obra desmonta varias prenociones que existen en el imaginario colectivo respecto al boxeo, del oficio del pugilista y de su enseñanza. En primer lugar, señala como el gimnasio se presenta para muchos jóvenes como una instancia de protección ante las presiones cotidianas y la violencia habitual del gueto. Asimismo, el gimnasio también es una escuela moralizante en tanto que inculca en el aprendiz, el espíritu de grupo, la disciplina y la autonomía de la voluntad, y también es un factor que desbanaliza la vida cotidiana en tanto que otorga perspectivas de ascenso social a sus participantes. 

El gimnasio esta por lo tanto, en una relación simbiótica y de oposición respecto al gueto, en tanto a que dentro del mismo impera el orden, la disciplina, el respeto y la violencia controlada, en oposición a la anarquía y la violencia sin sentido que es norma en las calles. 

Sin embargo, Wacquant es muy cuidadoso al hacer énfasis en como los que participan en el boxeo no son las personas provenientes de los estratos más bajos de la sociedad. Aunque en efecto, provienen de estratos bajos, quienes se encuentran realmente al fondo no figuran como participantes del boxeo. Y dentro de quienes participan, mientras “menos al fondo” se esté en el escalafón social, más probabilidades de éxito se tienen, cosa que se debe a la manera en que se asimila la cultura pugilística por parte de los aprendices.  

Al respecto, Wacquant señala grandes diferencias entre dos de sus compañeros en el Woodlawn, Curtis Strong y Wayne “Butch” Hankins. Entre estos dos, en base a su origen, siendo el de Curtis más bajo que el de Butch, teniendo este último además un trabajo estable, y una formación como bombero paralela a la carrera de boxeador, Curtis es un luchador mucho más irresponsable respecto a su preparación y el cuidado de su cuerpo, de su capital corporal, así como mucho menos asiduo en el manejo de sus emociones. 

Butch por su parte, es un boxeador controlado, que sabe cómo controlarse y cuando detenerse, así como ser más responsable respecto a su alimentación, el alcohol y el sexo. Debido a tales inconvenientes, Curtis llega generalmente mal preparado físicamente a los combates, mientras que Butch ha llegado a “perder en el gimnasio” precisamente por un sobreesfuerzo previo al combate.  

No obstante ambos fueron “uno de los muchachos” de DeeDee, el sabio “director de orquesta” del Woodlawn Boys Club, en el cual “Busy” Louie (Wacquant) desarrollo su brillante observación etnográfica, he incluso llegó a disputar un combate en los Golden Gloves, con el cual cierra el genial documento que aquí se reseña parcialmente. 

Otro de los elementos que es curioso resaltar para este breve escrito, son las palabras que un boxeador del Windy City le dirigió a Wacquant cuando este le mencionó el estereotipo del boxeador “sadomasoquista”, el joven le indicó:  

«No, ¡somos humanos! Somos humanos, ¿sabes?, somos como los demás, nuestros sentimientos son iguales, los mismos que los tuyos, somos... No nos puedes poner aparte [con vehemencia], no somos diferentes de los demás. Estamos en el mismo mundo, estamos hechos de la misma carne, de la misma sangre, todo igual». (p. 94) 

Es importante hacer énfasis en esta aclaratoria hecha a Wacquant y después hecha por el a sus lectores, puesto que precisamente en ello consiste la perspectiva sobre los marginados que en este caso encarnan los roles de deportistas, en verlos primordialmente como humanos y no como cifras.

Los campeones ante el marco conceptual de Wacquant


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Portadas deCampeones y Entre las cuerdas

Cuando Meneses publicaba Campeones en 1938, faltarían 22 años para que apenas Wacquant naciese, y luego de eso, unos 40 años más aproximadamente para que publicase su obra Entre las cuerdas. Aunque esto sea de este modo, en Campeones pueden leerse entre líneas, algunas de las ideas que estarían presentes posteriormente en la obra de Wacquant, aunque como suele ser el caso, tales coincidencias tiendan a exagerarse o adaptarse a martillazos.  Debo señalar que la portada de mi ejemplar de Campeones fue sumamente engañosa, dado que pensé que versaría mucho más de boxeo que de béisbol, y que por lo tanto sería mucho más afín a la obra de Wacquant por tratar el mismo deporte. Sin embargo, aun cuando tal cosa no fue así, grandes coincidencias surgieron, incluso las más insospechadas, y son las que mencionaré a continuación. 

La pobreza 


Al leer Entre las cuerdas disponemos de un amplio arsenal de fotografías que rinden cuenta de la miseria y abandono del cual es objeto Woodlawn, asimismo, en Campeones las alusiones al estado de pobreza, recordado por las fachadas deplorables de las casas y demás edificaciones, son un elemento constante en la novela. 

En algunos pasajes se denuncia la pobreza de La Guaira:  

Sobre el barrio mísero donde vivía Luciano – calles pendientes y rotas, casa destrozadas acre olor de pobreza –, sobre todo el caserío, sobre toda la costa guaireña, se extendió el domingo un cielo profundo, azul, sin mancha de nube. (p. 22)  

Así como también se menciona la pobreza en Caracas:

Al cabo, se decidió a buscar el botiquín de Caño Amarillo donde se reunían los del “Nueva York” cuando venían a jugar a Caracas; cruzó la calle anchísima tratando de recordar la dirección exacta del botiquín, atravesó nuevamente la calzada, se metió en un callejón miserable, sucio de pobreza, y llegó frente a “Las Tres Divinas Promesas”. (p. 44) (Teodoro Guillén en busca del Negro Julio) 

Es en tales entornos en los cuales los protagonistas, Teodoro, Luciano, José Luis y Ramón, desarrollan sus vidas y que ejerce una fuerte influencia en su origen social, siendo todos, con excepción de Teodoro, huérfanos de padre, de los cuales conservaron mayoritariamente, tan solo sus vicios y malos hábitos. 

En este punto se refleja el argumento de Wacquant el cual señala que los individuos que realmente provienen de las clases más bajas no logran ingresar al mundo del deporte y en el caso de que lo logren, su proceso de adaptación es mucho más difícil respecto de aquellos que se encuentra un poco por encima de su situación social.  

La falta de disciplina 


La dificultad para controlarse, la ausencia de perspectiva, es más usual, por lo tanto, en los individuos provenientes del estrato más bajo de la clase baja de una sociedad. En tal sentido, así lo refleja constantemente el joven Teodoro Guillén, para quien el deporte no es algo para lo cual haya que entrenarse, sino que es tan solo, divina fuente de entretenimiento y dinero fácil que hay que aprovechar para vivir el momento. 

Tengo una fiestecita para celebrar el juego. Tú sabes: da lo mismo perder que ganar. (p. 52) (Teodoro Guillén a Luciano Guánchez y Pura Guillén) 

El papel benéfico del manager 


Sin embargo, Teodoro Guillén no siempre fue el despreocupado muchacho al cual el deporte le daba lo mismo. Aunque sea por unos breves instantes, cuando estuvo bajo la tutela del manager y jugado, negro Julio, este logro encaminarse y empezó a desarrollar una ética del deportista, que se vio fácilmente interrumpida por una oferta monetaria mayor en otro club.

Meneses reseña esa momentánea mejoría de este modo: 

Mientras Teodoro jugó en el “Star”, dirigido por negro Julio, fue un pitcher que entusiasmaba hasta a sus adversarios. Negro Julio lo llevaba por una vida sin aguardiente ni parrandas y su primer campeonato con el club caraqueño fue un largo triunfo maravilloso. Descansaba bien, practicaba concienzudamente… (p. 48) 

Sin embargo, tal tutela era rápidamente sustituida por la vida de exceso y diversión que ofrecían personajes como Luis Diez o el doctor Fajardo. Jóvenes de dinero que se codeaban con deportistas sin preocuparse seriamente por el pleno bienestar de estos. 

Son muchas las oportunidades en Entre las cuerdas, en las que Wacquant señala como DeeDee se preocupa por mantener a sus muchachos en su mejor condición física y mental, no solo para tener éxito en las peleas, sino para conservar la salud de los mismos y que no terminen sufriendo daños a nivel cerebral y otras lesiones físicas, especialmente en el rostro y las manos, que sean un impedimento para el desarrollo su carrera. 

La pérdida del capital corporal 


En Entre las cuedas Wacquant señala cómo los miembros del Woodlawn se refieren hacia aquellos cuyo momento ya pasó, es decir, hacia aquellos boxeadores que por el paso de los años o por el exceso de combates y también por romper las normas sagradas del boxeo, han terminado por “quemarse” por agotar todo su potencial físico y mental y en general, por arruinar su capital corporal

En la novela, tras una noche de fiesta, Guillén da un espectáculo terrible, desde las gradas un aficionado señala lo siguiente: 

Al lado de Purita y Luciano, gentes extrañas hablaban: decían que ya era sabido, desde hacía mucho tiempo que Teodoro no daba más en su puesto de pitcher, que vivía borracho, que la sífilis lo estaba matando. (p. 51)

 La alusión a las enfermedades sexuales y en general, a la ruptura de las normas sagradas de los deportistas, son por lo general, las explicaciones que se le dan al fracaso del deportista, en especial sobre aquellos que como Guillén fueron en un principio una gran promesa, aunque en este caso del béisbol, del deporte en cuestión. 

Tras ese mismo partido, el negro Julio reprende en voz alta a Teodoro de este modo: 

_ Dicen por ahí – la voz era del negro Julio – que Teodoro Guillén se acabó, que necesita descanso definitivo.
Y hubo un gran silencio, como si a los que oían la frase del manager les costara decir una palabra de consuelo o de burla. 
_Sí, señor – continuó el negro – y yo lo creo. El juego de hoy fue ¡caray! De los terribles. (p.52) (el negro julio en el dogout, tras la derrota del “Star” ante el “Venezuela” 8 carreras por 0)

La elección del camino más seguro


 Mientras que Teodoro, José Luis Monzón y Ramón Camacho, se aventuraban en las azarosas aguas del deporte venezolano. Luciano se refugió en el oficio de albañil. Este, a pesar de no ser deportista, se asemeja mucho al perfil que ofrece Wacquant de “Butch” en tanto a que ambos tenían aspiraciones modestas respecto a su porvenir. Tras observar derrota del “Star”, siendo Teodoro quien más culpa tuvo por su patética actuación, Luciano experimentó lo siguiente: 

En ese momento Luciano sintió orgullo por su vida pobre, sin alturas, pero sin caídas. Mucho mejor que esos triunfos de Teodoro: poco dinero, tantos odios ridículos y luego, campeón de tres días, campeón de un solo segundo en la vida… (p. 52) 

Por su parte, “Butch” a diferencia de Curtis quien estaba siempre a la expectativa de un gran salto a la cima del boxeo, era mucho más modesto. "Butch" tan solo aspiraba  a conseguir modestos títulos dentro del boxeo y en caso de que tal cosa no fuera posible, siempre podría dedicarse enteramente a su profesión como bombero y los demás oficios que dominaba a la perfección. 

El efecto de la disciplina pugilística


De los tres muchachos en el deporte, fue Ramón Camacho quien demostró mayor control de sí mismo, dado que tras su retiro a la capital y posterior aparición dentro de la trama, este es mucho más consecuente ante los ofrecimientos a la fiesta de sus amigos. En una oportunidad, ante un trago que le ofrece Guillén responde: “No lo tomes a mal. Es que tengo que cuidarme. Soy boxeador.”(p. 67) 

Asimismo, cuando Luciano le visita con el objetivo de pedirle dinero para un negocio, una de las cosas que Ramón Camacho le dice a estas es la siguiente:

 _ ¡Qué cará! Peor es nada. Si quieres duermes aquí, que yo hablo con el alma de la pensión. ¡Tenemos que apurarnos, caray! Esta noche tengo una mujercita que ¡ay, mamá! Me voy a vestir vamos a hablar con el doctor Fajardo ahora mismo, y a comer temprano. ¡Cará! ¡qué de cuestiones! Pero es que ¿sabes? Debo aprovechar de gozar cuando no tengo peleas cerca. (p.75).

 Pareciese por lo tanto que de los tres jóvenes, Teodoro, Jose Luis y el mismo, es Ramón Camacho quien más pudo adaptarse al medio deportivo, quizás también el que tuvo mayor suerte en cuanto al apoyo obtenido, aunque nunca queda del todo claro la bondad y seriedad del doctor Fajardo como punto de apoyo en la carrera pugilística de Camacho.

La enseñanza del oficio como escuela de moralidad


 Finalmente, es muy notoria la ausencia de buenos managers, quizás el único que se acercó a ello fue negro Julio, el cual aconsejó a Teodoro quien se dejó seducir por las “grandes ganancias” ofrecidas por el “Giants”, cayendo nuevamente en una vida desaforada.  Pareciese que se hacen vigentes las palabras de Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo cuando señala que 

“La absoluta falta de escrúpulos para hacer valer los propios intereses es precisamente una característica muy específica de los países cuyo desarrollo capitalista-burgués se ha quedado <<atrasado>>.” (p. 65) 

Así como Guillén fue seducido por el dinero, Camacho orientaba su acción en torno a una riqueza cada vez mayor. Meneses señala que cuando este fue a cenar con Fajardo, estos fueron sus pensamientos:

El doctorcito Fajardo, abogado recién graduado y su protector, lo invitó ayer noche a comer en su casa. El brillo de la riqueza extendido por toda la casa de Fajaradito es lo que hace pensar a Ramón estos sueños de ahora en los que el dinero, como una lámpara formidable es el centro luminoso y llameante. (p.63)

 Sin embargo, esta función de guía, de mentor, que suelen ejercer los managers sobre los talentos jóvenes para encaminarlos bien hacia una carrera exitosa, parecía ser emulada por el modo en que zambo Dimas, tutor de Luciano, transmitía sus conocimientos de albañilería. Esto se refleja en varios pasajes:

Escogía muy bien a sus obreros entre los más capacitados y trabajadores y formaba con ellos algo parecido a una sociedad medioeval en la cual era Guillén admirado artesano que manejaba con acierto a sus discípulos. Buen trabajador, repartía a conciencia los conocimientos que había logrado lentamente a través de su vida laboriosa (p. 26) (Descripción de Dimas Guillén) 

Asimismo, en el modo en que Dimas Guillén corregía a Luciano Guánchez al trabajar, se vislumbra una similitud en el modo en que DeeDee aconsejaba a los muchachos del Woodlawn. Tanto en los aspectos técnicos como en los aspectos extra-pugilísticos.  

Dimas comenzaba a atender a Luciano como un protector, haciéndole observaciones tontas en voz solemne.
_ No coja tantos ladrillos de una vez, que se le van a caer y los va a romper.
_ No traiga tan llenas las latas de agua.
Y, el sábado, al pagar los jornales; habló serio:
_ Me saluda a la mamá. Y le da algo de lo que ganó, que bastante ha trabajado ella por usted. (p. 27) 

 De este modo, es sumamente curioso como en una novela sobre deportistas, sobre campeones, lo menos que se vislumbraba es la presencia de personas capacitadas para transmitir el arte del béisbol o el arte del boxeo, mientras que se encuentran en otros ámbitos, como en el oficio de albañil con el maestro Dimas como representante, quien como DeeDee, parecía ser el “director de orquesta” de un grupo de jóvenes aprendices.

Hechas todas estas acotaciones sobre las posibles conexiones entre la obra literaria y la obra sociológica, podemos proceder a dar algunas palabras finales.             

Sociología y literatura: una perspectiva de conjunto


Loïc Wacquant actualmente es profesor en la universidad de Bekerley

Fuente

Son aproximadamente 62 años los que separan a las dos obras entrelazadas anteriormente y sin embargo, en ambas podemos ver como la marginación social es algo sumamente vigente en la literatura tanto académica como artística. Notamos como, en efecto, se mezclaban las interpretaciones de Wacquant con la trama que desarrolló Meneses en su triste pero dura obra, Campeones

Parece que todo puede resumirse en las melancólicas y dolidas palabras que le regala el viejo Dimas a su hija Pura Guillén, cuando tras no conseguir comida hecha, tras una larga vida de trabajo, dice que “hay destinos sin más rumbos que la miseria, vidas que no tienen otro camino, sino el del trabajo.”(p. 83)

Actualmente, en muchas oportunidades la marginación es tratada como una cuestión de voluntad, como la causa de los problemas, es decir, como si los individuos eligieran ser marginales, como si fuese tan obvia la forma correcta de comportarse en sociedad. 

Precisamente por ello, conviene revisar literatura y obras sociológicas, con el fin de sensibilizarnos respecto a esta temática, más vigente que nunca, para comprender ampliamente lo que es la marginación social, una cualidad colectiva que consiste en el perjuicio de muchos en favor del bienestar de unos pocos. 


Bibliografía

Meneses, G. (1989) Campeones. Editorial Panapo. Caracas, Venezuela.
Wacquant, L. (2006) Entre las cuerdas: Cuadernos de un aprendiz de boxeador. Siglo XXI Editores. Buenos Aires, Argentina.
Weber, M. (2004) La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Alianza Editorial. Madrid, España.      




Sort:  

Lamento haber llegado tarde :-(
Todo este tema de la marginación social me recordó a Erving Goffman y un libro en particular que se llama Outsiders, es brutal. En lo particular tengo problemas con el término 'marginal' porque bueno, además de que antropología te genera peos con un montón de términos, es interesante como un término que surgió para describir la ubicación de las personas en los márgenes de las ciudades ha pasado a ser tan cargado de negatividad hacia unas actitudes o comportamientos.
Me gustó mucho el tercer párrafo, creo que es algo muy básico de entender pero sumamente importante de recordar siempre, los hechos pocas veces hablan por sí solos, siempre son resultado de una selección al mostrar, al ver e interpretar.
Saluditos, Salvadoorrr!

yo llego aún más tarde, como siempre, reviviendo de entre los muertos! bueno, me alegra mucho que te haya gustado y en efecto tiene mucho que ver con Goffman, me parece un acercamiento muy similar. Espero pulir este texto y en dias siguientes, hacer un post más orientado a ver otras representaciones del boxeo en la literatura. Saluditos, nos estamos leyendo :)

Gran post 👏

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