En los años 60 las grandes compañías Sony y Phillips se unieron para crear un dispositivo óptico donde se pudiese almacenar 60 minutos de música, la capacidad del mismo fue una de las primeras decisiones a tomar. El plan inicial fue fabricar un disco compacto de 11,5 cm de diámetro y capaz de contener sesenta minutos de música, lo habitual en las cintas magnéticas.

Sin embargo en el año 1.980 el entonces presidente de Sony, Norio Ohga quien era amante de la música clásica, decidió extender la capacidad a 74 minutos y 33 segundos para que cupiese completa y sin interrupciones la novena sinfonía de Beethoven en un solo disco. Con lo que su tamaño creció hasta los 12,7 cm actuales.

Posteriormente se descubrió que detrás de una razón sentimental se escondía una razón de marketing, pues fue una técnica para impedir que su socio Phillips, que iba por delante en la fabricación de discos compactos de 60 minutos de audio y 11,5 cm de diámetro, ganase la carrera en la venta de los mismos.

Las compañías fabricantes establecieron esta medida como estándar, pues era una medida perfecta para satisfacer las necesidades de los consumidores, y es la medida de los discos compactos que conocemos actualmente.