Cyberocracy - Dirigencia Artificial (Novela de Ciencia Ficción) Cap. 1.4

in #spanish5 years ago (edited)



Esta imagen es la modificación que he realizado de otra ya existente y disponible libremente en pixabay.com

Bienvenidos nuevamente a una entrega más de mi Novela de Ciencia Ficción Cyberocracy, espero que disfruten al leerla y les sugiero que, si aún no la conocen, empleen el Índice para conocer los capítulos o entregas anteriores.



Índice

Prefacio
Capitulo 1. Parte 1
Capitulo 1. Parte 2
Capitulo 1. Parte 3



Sinopsis

Un joven magnate y genio tecnológico llamado Axel Sapienz, exiliado de su mundo natal desde su adolescencia, prepara un plan para liberar a su nación, Venexia, del yugo que le propina el sistema tiránico que la gobierna, encabezado por una cúpula político-religiosa corrupta y retrograda, que se opone a los avances tecnológicos y culturales, para ello desarrolla un pequeño ejército de robot autómatas, una super computadora cuántica con inteligencia artificial avanzada y un escuadrón de elite compuesto por individuos con capacidades mejoradas tecnológicamente, que tendrán como objetivo derribar la tiranía e implantar y mantener la Ciberocracia (Cyberocracy), un nuevo sistema de gobierno ideado por Sapienz, en el que la jefatura del estado es ejercida por el sistema informático denominado Prexy.

En frente se toparán con una enorme mafia narcotraficante, que cuenta con el control de un ejército de adictos a una potente droga llamada Toxy, la cual proporciona una fortaleza sobrenatural a sus consumidores, a costa del deterioro acelerado de la salud física y mental de estos. Por lo tanto, para lograr su cometido, deberán enfrentar no solo al poder constituido legalmente, sino también a numerosos grupos delincuenciales y anárquicos que proliferan en el pequeño, pero exuberante mundo en que se encuentra esta nación.



Capitulo 1. Preludio a la Ciberocracia (parte 4)

El precoz genio logra ya con mucha dificultad y fuertes dolencias físicas abandonar el edificio, unos pasos por delante de él, lleva en brazos a su madre uno de los estudiantes que les han socorrido en su huida del peligro. Al salir pueden ver a las personas que intentan sofocar al fuego y liberar los accesos bloqueados por las explosiones, empleando para esto todos los medios que se encuentran a su alcance, con el fin de extraer a quienes aún permanecen atrapados dentro. También un buen número de paramédicos y estudiantes de medicina se dedican a auxiliar a los heridos que van logrando escapar de aquel trágico lugar, así como los bomberos que acaban de llegar y se disponen a asumir su importante rol en las tareas de rescate, que se han desarrollado hasta ahora sin ellos.

En ese momento Axel se desploma, ya sus piernas no son capaces de sostenerle en pie y debe ser levantado por el estudiante que lo acompaña. Dentro de su mente colisionan frente a frente sus dos más grandes motivos de desasosiego, por un lado los pensamientos que abordan la situación de salud que puede estar experimentando su madre «Mamá podría estar muy mal, aun no reacciona y los golpes que recibió fueron muy fuertes», por el otro los que se enfocan en el paradero y bienestar de su padre «¿Dónde está papá? Él estaba intentando acercarse a nosotros, ¿habrá sido derribado por la estampida? ¡pero no lo vi en el suelo!».

Un equipo de paramédicos acude a atenderlos, rápidamente suben a la profesora a una camilla y la llevan al interior de una ambulancia que se encuentra a pocos metros en los alrededores de la edificación, para suministrarle los primeros auxilios y estabilizarla mientras se le traslada a una institución médica. Entretanto, al chico lo recuestan de un muro a un costado del vehículo al que han ingresado a su madre, esto debido a que no existe espacio suficiente en las unidades de emergencia dispuestas en el sitio, ya que son muchos los heridos de gravedad que se están presentando y en segundo lugar para mantenerlo a cierta distancia de su madre, pues estar junto a ella podría perturbarlo a él y a la labor de quienes les ofrecen asistencia médica.

—¿Como esta mi mamá? —pregunta desesperadamente a la chica que lo examina—, ¡quiero estar a su lado! Llévame con ella por favor.

—Ten calma, no desesperes la están examinando —contesta la joven técnico en urgencias médicas—, es necesario saber qué tipo de atención requiere, pronto informaran sobre su estado. Por el momento vamos contigo, ¿Te duele acá? —le pregunta al posar su mano en la parte inferior derecha de su pecho.

—¡Aaauuu! —el dolor le impide dar otra respuesta menos estridente ante aquella pregunta.

—Ya veo que sí. Probablemente tengas una luxación en el hombro derecho y quizás algunas costillas fracturadas, además tu pierna izquierda obviamente también esta lesionada, podría estar fracturada, aunque me parece que más bien se trata de un esguince, voy a vendarte mientras te trasladamos. ¡No sé cómo lograste caminar hasta afuera!

—Tampoco yo lo sé.

Estudiantes de medicina de los que se encuentran apoyando a los paramédicos, traen una silla de ruedas y ayudan a colocar sobre ella al chico prodigio de la universidad, para que pueda ser vendado con mayor comodidad. Él mira a su alrededor intentando visualizar a su padre entre los heridos que son atendidos por los demás paramédicos, pero la oscuridad de la noche y el constante ajetreo de las personas, dificultan enormemente esta tarea. Al tiempo en que la joven le coloca el vendaje, permanece en calma y aparentemente abstraído en otro mundo, meditando sobre lo ocurrido, «Nada ha pasado por casualidad, todo ha sido planificado y mi papá es el objetivo fundamental para quienes idearon todo esto, tengo que saber qué pasa con él y donde está ahora mismo».

En ese instante comienza a ingresar al campus un convoy de unidades militares transportando sobre sí, a un amplio contingente de efectivos castrenses provistos no con equipos de rescate, sino con armamento de guerra, lo cual constituye una violación flagrante de las normas de autonomía que protegen a las instituciones educativas de nivel superior, según lo establece la ley vigente. El batallón rápidamente desciende de los vehículos y se despliega por todos los alrededores de la universidad, quienes comandan la operación, toman posiciones de control estratégico en los diferentes puntos neurálgicos de las instalaciones, en este momento uno de esos puntos es por supuesto la zona del Aula Magna.

En lugar de ayudar al rescate de las víctimas, las tropas toman violentamente el control del área, para en lo sucesivo comenzar a capturar aparentemente sin discriminación a todos los estudiantes, profesores y demás trabajadores de la institución que se encuentran presentes. Quienes se muestran en buenas condiciones de salud, son forzados a abordar los vehículos militares, en cambio quienes visiblemente presentan heridas considerables, por el momento no son detenidos, sin embargo, todo el perímetro se encuentra rodeado por los soldados.

—A esta paciente es necesario trasladarla de inmediato a un centro médico —expresa en un tono algo angustiado, al asomarse a la puerta trasera de la ambulancia, uno de los profesionales médicos de urgencias que ha estado examinando a la profesora Lovel.

—Pues la orden que poseemos es restringir totalmente el acceso o la salida de cualquier civil de esta área —responde velozmente el militar encargado de controlar la zona en que se ubican los equipos de paramédicos—, para poder retirarse de aquí, necesitaran la orden del Coronel Esbir.

—Pues consiga esa autorización, esta mujer tiene una hemorragia interna y necesita ser intervenida urgentemente.

—Ya tengo una orden y es la que voy a cumplir —manifiesta intransigente el soldado.

Por supuesto que los oídos del adolescente inmediatamente escuchan aquello y su cerebro procesa aceleradamente la información «Mamá está grave, podría estar en peligro de muerte, tengo que hacer algo». No obstante, su cuerpo ya no está en condiciones de hacer otra cosa más que pedir ayuda, el dolor es tan intenso que prácticamente le impide realizar cualquier movimiento que involucre a su pierna izquierda y a todo el costado derecho de su pecho y su brazo diestro.

—Mi mama esta grave, no pueden dejarla morir, tienen que hacer algo, ayúdenme... ¡Ayúdenla! ¡AYÚDENLA!

—Por supuesto que vamos a ayudarla —dice la joven que le ha estado vendando el hombro a Axel—. Ustedes tienen que abrirnos paso para llevar estos pacientes al hospital, pueden venir con nosotros si quieren, pero es urgente internar a la profesora cuanto antes, hable con sus superiores, rápido —esto último dirigiéndose al soldado.

—Yo solo estoy aquí para cumplir órdenes y no son las de ustedes. Si quieren vayan ustedes mismos y hablen con mi coronel que esta allá junto a aquel vehículo —contesta el militar a la chica con total insolencia—, pero no les garantizo que puedan convencerlo —dejando entrever un ácido toque irónico en sus palabras.

—Claro que lo hare —replica indignada al tiempo que inicia su camino en dirección al mencionado jefe militar.

Axel continúa gritando frases de auxilio para su madre, mientras su mente intenta conseguir una fórmula o ecuación para poder descifrar la solución a tan terrible situación, pero parece que en este momento todos sus conocimientos matemáticos, físicos e informáticos son totalmente inútiles para ayudarle y por ello su ser se llena de una impotencia devastadora y una desesperación agobiante «¿Como puedo ayudar a mamá? ¡Tengo que pensar en algo rápido! Si no hago algo ya, la van a dejar morir».

Mientras tanto, a unas cuantas decenas de metros de allí, la chica paramédico ya se encuentra cara a cara con el líder de la operación militar y mantiene con él una acalorada discusión sobre la posibilidad de permitir la salida de las personas gravemente heridas hacia un hospital, de esta discusión ninguno de los presentes en la zona de las ambulancias alcanza a escuchar ni una sola palabra, sin embargo, fácilmente es posible para ellos intuir que el militar se niega a dejar salir a cualquier persona, sin importar si quiera su estado de salud.

Dentro de la ambulancia en que se encuentra la profesora Ada Lovel, la situación parece haberse agravado aún más, aunque ya han llegado médicos y enfermeras de la universidad, quienes se encuentran con ella y hacen todo lo posible por mantenerla estable, desde fuera puede notarse el revuelo causado por la complicación de su estado de salud y se logra escuchar entre otras cosas una corta frase que se repite, cuyo significado es devastador para su hijo, “la perdemos”. Esto conmociona al chico que aún se encuentra muy cerca, en una silla de ruedas a un costado de la ambulancia.

—MAMÁ, RESISTE MAMÁ...

En eso se acerca corriendo la chica que se encontraba discutiendo con el coronel, en su rostro se observa un pequeño grado de satisfacción y éxito, reflejado en una expresión que no puede llegar a calificarse como una sonrisa, dada la tenue modificación fácil que produce en su rostro, pero que si se diferencia significativamente de la cara iracunda que poseía al momento de dirigirse a conversar con el militar, para solicitarle la autorización que se necesita para transportar a los heridos de gravedad a un centro de salud.

—Tengo la orden, nos escoltaran y solo podremos llevarlos al hospital militar —dice con alegría dirigiéndose tanto al soldado que custodia el área, como a los paramédicos que se encuentran junto a la ambulancia—. Vámonos no perdamos tiempo.

—Para algunos ya es demasiado tarde —responde inesperadamente un médico que sale desde dentro de la ambulancia—, lamentablemente no hemos podido mantener con vida a la profesora Lovel.

El silencio se apodera de cada una de las gargantas de quienes copan ese espacio en las afueras del Aula Magna de la universidad, con la excepción de uno de ellos, ese no es otro que el ahora huérfano de madre Axel Sapienz, que emite un desgarrador alarido.

—NOOOOOOO...

Esto justo antes de que tan impactante noticia le produjera el desvanecimiento de su cuerpo y la pérdida total del conocimiento.

Muchas gracias querido lector o lectora, por haber dispuesto una parte de tu tiempo a leer esta entrega de mi novela, espero que hayas disfrutado la lectura y que el contenido haya sido de tu agrado, si es así, por favor apóyame con tu voto y si decides republicar el artículo en tu propio blog, pues mucho mejor. Algo que también valoraría mucho, es que me regales un comentario en el que expreses tu opinión sobre lo leído, de modo que yo pueda saber en qué voy bien y que está mal, para poder corregir y mejorar mi escritura. Pronto continuara esta historia, así que espero vuelvas a visitar mí blog próximamente.

Sort:  

oh, esto se pone cada vez mejor... y cada vez más trágico. Pobre Axel. Espero ansiosa la próxima parte.


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No recuerdo @rotsen.zemog, haberte leído con anterioridad, pero debo darte mi sincera felicitación por este texto. Excelente escrito.
La única observación que podría hacerte (en vista de tu petición al respecto) es la insistencia en mencionar, paramédicos, estudiantes de medicina, aunque supongo que hay una motivación temática para ello. Digo supongo porque no leí aún los capítulos anteriores, aunque ya voy a leerlos

Muchas gracias por su comentario, me alegra mucho que le haya gustado el texto, espero que continúe leyendo las próximas entregas, quizá mañana o pasado mañana estaré publicando la siguiente. En cuanto a su observación sobre la insistencia en mencionar a los paramédicos y estudiantes de medicina, pues si creo que me excedí y es algo que intentare corregir en el futuro, gracias por su apreciación.

Aprovecho este comentario para agradecer también a los proyectos @la-colmena y @c-squared por su apoyo, al equipo @emeeseese, por su puesto a mis amigos @elelobos y @psi1826 que siempre visitan mis publicaciones y a todos aquellos que le obsequiaron su voto a esta publicación, gracias.

Disculpen la demora en responder, pero he estado bastante atareado últimamente. Saludos a todos.

¡Vaya! No esperaba que ella muriera. Esto está realmente interesante hermano. Sigo atento. Saludos.

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