La muerte es cosa de risa: a propósito de “No voy a pedirle a nadie que me crea”

in #spanish7 years ago (edited)

Juan Pablo Villalobos es un escritor mexicano nacido en 1973. Su obra, hasta el momento, está compuesta por cuatro novelas: Te vendo un perro, Si viviéramos en un lugar normal, Fiesta en la madriguera y No voy a pedirle a nadie que me crea. Esta última, que comentamos hoy para los amigos de Steemit, fue ganadora del XXXIV Premio Herralde de Novela y fue publicada por la editorial Anagrama a finales de 2016.
Una primera versión, muchos más breve, de este texto apareció en la revista digital Colofón y se puede consultar aquí.

Fuente

Aunque el humor en la literatura tiene una larga tradición (tan larga como la literatura misma) todavía se suele ver como un asunto menor, como si provocar la risa no fuera un asunto dificilísimo y no requiriera que el autor ponga en juego todas sus capacidades, y más aun cuando esa risa viene acompañada de una reflexión más bien amarga y desencantada sobre el violento mundo que habitamos.

Juan Pablo, mexicano, protagonista de No voy a pedirle a nadie que me crea, tiene intención de viajar a Barcelona para hacer un doctorado en literatura. Su tesis trata de los límites del humor en la literatura latinoamericana del siglo XX “y cómo las nociones de lo políticamente incorrecto, o de la moralidad cristiana, funcionan como elementos represores que introducen el sentimiento de culpa en la risa, que es, por definición, espontánea”, explica el mismo Juan Pablo a unos mafiosos que lo amenazan con pistolas y estos, inevitablemente, se ríen. Luego asesinan frente a sus ojos a su primo.

Antes de abordar el avión que lo llevará a Barcelona se verá involucrado, a la fuerza y bajo amenazas de muerte, en una trama criminal que lo obliga a cambiar el tema de su tesis y a relacionarse con Laia, lesbiana y estudiante del doctorado de estudios de género.

No contaré demasiado de la trama porque arruinaría el placer a los potenciales lectores.

Juan Pablo, Valentina, el primo y la madre de Juan Pablo son los narradores de la novela de Juan Pablo Villalobos Entre las cuatro voces (o escrituras, porque todas son modalidades bien diferenciadas del discurso escrito) construyen esta obra disparatada, sangrientamente divertida y políticamente incorrecta.

La novela de Villalobos pone en acción personajes caricaturescos, pero esto, que en otro autor o en otro tipo de historia pudiera ser un problema, juega a favor de la novela porque lo caricaturesco (y hasta cierto punto lo esperpéntico) es parte constituyente del alma de su relato. De otra manera no se podrían entender las cartas del primo, exacerbación de una forma de habla popular mexicana, incoherente, repetitiva, más musical que conceptual:

Ay, pinche primo, no me digas que sí te llegó esta carta, no me digas que la estás leyendo, cabrón, porque si te llegó quiere decir que ya me cargó la chingada. Espero de veras que nunca te llegue esta carta, pero que si te tiene que llegar que te llegue, porque esto no se puede quedar así, no mames, ¿cómo crees que si estos cabrones me chingan yo me voy a quedar tan tranquilo?, ni madres, si estos cabrones me chingan yo me los voy a chingar.
Yo creo que nunca te va a llegar esta carta, estoy seguro, pero de todas maneras la tengo que escribir, porque si te llega tú me tienes que ayudar...
No te ha llegado, seguro que no, ni te va a llegar, vas a ver que no, te pido que seas optimista por una pinche vez en la vida, pinche primo, no me vayas a salir ahora con tu pinche actitud negativa, vamos a apostarle juntos a que nunca te llegue, que si la carta te llega quiere decir que tu primo está muerto. Sí, cabrón, MUERTO, no mames, así que más te vale que no leas esta carta NUNCA.

O los correos electrónicos de la madre de Juan Pablo, compendio de las buenas intenciones familiares, muestrario de rencillas y pequeñas envidias, así como exhibición de un racismo y un clasismo nada soterrados:

Muy triste, el velorio, muy deslucido, como siempre que se muere alguien joven. Tu madre nunca ha entendido por qué a los deudos les da vergüenza el muerto, como si no se mereciera un velorio como Dios manda por haberse muerto antes de tiempo, como si la muerte fuera un fracaso que hay que ocultar. La gente cree que en estos casos lo mejor es la discreción, y la discreción acaba pareciendo cosa de muerto pobre, insignificante, rascuache. Las formas importan incluso en estas situaciones, hijo, te lo dice tu madre, las formas importan sobre todo en estas situaciones.

Incluso en un personaje secundario como Ale, el argentino, se hace evidente este carácter caricaturesco, principalmente expresado como una modalidad del habla:

Por cierto, dejame que te diga, pero qué boludo es tu novio, boluda, el otro día bajamos juntos en el ascensor y le pregunté adónde iba. ¿Y sabés qué me contestó el boludo? ¡Que a clases de catalán, boluda! ¡A clases de catalán! Dejate de joder, boluda, los catalanes no quieren que los demás hablen catalán, boluda, lo que quieren es sentirse superiores, o como mínimo diferentes, pero ya el boludo de tu novio se va a enterar, cuando quiera hablar catalán en la calle y nadie le haga ni puto caso”.

Fuente

De un orden diferente, pero en estrecha relación, hay que señalar el tratamiento estereotipado de ciertos personajes. La habilidad novelística de Villalobos se demuestra en cómo estos estereotipos no lastran la novela, sino que le otorgan un impulso cómico revulsivo; porque, después de todo, en la descripción de estos personajes, en sus acciones desatinadas, encontramos, aunque nos pese, una verdad risible y amarga. Se podría decir que los personajes interpretan su estereotipo, lo muestran, lo exhiben, hacen chistes de él; sean matones mexicanos que solo conocen el difícil arte de matar o sofisticadas estudiantes universitarias expertas en “cuerpos textuales y textos corporales” y otros estudios de género, todos muestran su costado ridículo; es decir, humano. Por algo uno de los epígrafes de la novela sostiene, en palabras de Augusto Monterroso, que “todo lo que hace el hombre es risible o humorístico”.

Las novelas tratan de muchas cosas. Es condición del género no dejarse atrapar por unas pocas líneas de fuerza, y la novela de Juan Pablo Villalobos no va sólo de mafiosos mexicanos y españoles y sus estrambóticas operaciones para ganar más y más dinero. Es, casi no podía ser de otra manera, una novela que se mira a sí misma, que reflexiona (siempre desde una ironía distanciadora) sobre los mecanismos del humor, sobre las palabras tiernas o atroces con que designamos al mundo, a los demás y a las relaciones que construimos. Así, No voy a pedirle a nadie que me crea al tiempo que relata una trama criminal, trata también del acto de escribir una novela como apuesta final para salvar la vida. Novela y vida, muerte y risa; alrededor de estas cuatro palabras giran las aventuras de un atribulado estudiante de posgrado que sabe que nadie ha vuelto de la muerte para escribir el final de una novela:

Escribo sin culpa, sin vergüenza, con liberación, con comezón. No escribo para pedir perdón, no escribo para justificarme, para dar explicaciones, no es una confesión. Escribo porque en el fondo soy un cínico que lo único que ha querido siempre es escribir una novela. A cualquier precio. Una novela como las que a mí me gusta leer. Soy un cínico y si no me entrego a la policía o si no me tiro por la ventana es porque no estoy dispuesto a interrumpir la novela. Quiero llegar hasta el final. Cueste lo que cueste. Y aunque exagere un poco (no hay comedia sin hipérbole), todo lo que cuento en mi novela es verdad. No hay lugar para la ficción en mi novela. Puedo demostrarlo todo, tengo pruebas. Todo es verdad. No voy a pedirle a nadie que me crea.

GRACIAS POR LA VISITA. VUELVAN CUANDO QUIERAN.

Sort:  

@rjguerra, has hecho un trabajo sin desperdicio. Tu experiencia lectora invita a leer a Juan Pablo Villalobos.

Gracias, @solperez. Quiero ir difundiendo autores poco conocidos en nuestro medio. Saludos.

Interesante reseña de una novela de humor e interesantes reflexiones sobre la literatura de humor en general. El humor es ese gran incomprendido de la literatura y, creo yo, una de las ramas donde más estruendosamente se puede fracasar pues, especialmente en el humor, no hay consenso en gustos y colores. Comentemos más sobre humor, pues el humor nos mantiene vivos y cuerdos. No en balde la mayor obra literaria de habla hispana y según muchos de cualquier lengua es El Quijote, que es una obra maestra del humor. Gracias por este interesante artículo. Sería genial que, viniendo de un conocedor como usted, pudiésemos tener una lista de recomendaciones, aunque sea incompleta, de los libros imperdibles de la literatura humorística, tanto en español como en inglés.

Me pones en un compromiso, @sansoncarrasco, porque no soy un conocedor del tema, apenas un "disfrutador" del humor en la literatura, que no es necesariamente lo mismo que la literatura de humor. Coincido por completo contigo cuando dices que el humor es una de las ramas de la literatura donde se puede fracasar más estruendosamente. Supongo que incluso cultivadores del género pueden pensar que este es superficial y entonces no se esfuerzan suficiente. Por fortuna hay muchos otros que sí, y producen esas novelas o cuentos maravillosos donde uno puede reírse de las desgracias ajenas (que muchas veces son las propias) o de lo solemnes, patéticos o ridículos que solemos ser los humanos.
No me atrevería a hacer una lista, pero sí puedo mencionar algunos libros o autores que he disfrutado, en ocasiones hasta las carcajadas. Desde la adolescencia, los cuentos de Mark Twain y su novela Tom Sawyer; Los viajes de Gulliver, sobre todo la visita a la academia de Laputa, que me parece una obra maestra; los libros de Stanislaw Lem: Ciberiada, Fábulas de robots y Diario de las estrellas, me ayudaron a superar el aburrimiento de la adolescencia. Muchos de los cuentos de Lem tienen un subtexto político antitotalitario que influyó en mi manera de ver el mundo.
Ya adulto (más o menos) descubrí al Quijote, casi infinito, y algunas obras escritas en inglés en el siglo XVIII bajo su estela: Tom Jones, de Henry Fielding, y Vida y opiniones de Tristram Shandy, Caballero, de Lawrence Sterne. Y hay una novela del siglo XX que le debe mucho a Cervantes y a Sterne: El plantador de tabaco, de John Bart, con la que me he reído bastante.
Como la respuesta me está saliendo tan larga como el post, lo dejo por el momento aquí y te propongo que me comentes algunos de los libros de la literatura de humor que han sido importantes para ti, y así seguimos conversando del tema. Un abrazo.

Gracias por la extensa respuesta. En mi caso los autores que más me han hecho reír son: Aquiles Nazoa, Jaime Ballestas, José Roberto Duque, Pedro León Zapata, Raul Prieto (Nikito Nipongo), Rubén Monasterios y por supuesto Cervantes. En inglés, un falso periódico de internet llamado "The Onion". De alguna manera todos influyen, en mayor o menor grado, cuando trato de escribir algo de humor.

El mapa de las influencias es muy grande, y en verdad muchas veces no estamos conscientes de qué autor u obra específica está resonando en nuestros textos. Fijate que lo que me cuentas de los autores venezolanos me llevó a recordar algo que tenía prácticamente olvidado. Cuando era niño me regalaron (no recuerdo quién) un ejemplar de Humor y amor, de Aquiles Nazoa. Durante semanas, me senté en las noches a leerle a mi familia (mi papá y mi mamá, alguno de mis hermanos mayores) ese gordísimo libro lleno de divertidísimos poemas. Todos nos retorcíamos de la risa. Creo que eso (y los capítulo de "La dimensión desconocida", que nos hacían sufrir a todos por igual) fueron los mayores momentos de comunión familiar.
El asunto es que yo no hubiera recordado a Nazoa como una influencia mayor en mi gusto por el humor literario si tú no lo hubieras mencionado.

Ayer publiqué un poema en tono de humor intitulado "Oda el Trilobite" que considero tiene influencia de Nazoa. Es una especie de décima aunque estoy consciente de que no cumple las métricas al 100%.

Lo mismo pasa con los actores de comedia y humor, es como si no tuvieran (a mi no me lo parece) tanto talento como los de drama o acción. Hacer reír, en cualquier formato, merece el premio.
Excelente reseña. Gracias por no decir más, ya que aún no la he leído.

Así es, @sandracabrera. Hacer reír es dificilísimo y poco valorado. Gracias por comentar.

Gracias por la reseña @rjguerra. Siempre volveré para leer tus posts.

Hola, @aurodivys, gracias por pasar y comentar. Me daré una vuelta por tu blog. Saludos.

Saludos, @rjguerra. Es siempre un placer leerte. Gracias por la reseña. Desconocía al autor. Soy tambien un disfrutador del relato humorístico, asi que lo incluiré en la lista. He disfrutado las novelas de Kurt Vonnegut y parece que Villalobos tiene ecos de Vonnegut, al menos en el aspecto intertextual y lo mordaz.

Hola, @hlezama. No sería extraño que Villalobos haya leído a Vonnegut. Ambos comparten una ironía algo sangrienta. Gracias por pasar y comentar. Leí tu post de presentación, me gustó mucho. Nos estaremos leyendo por acá.

Gracias @rjguerra. Humor con sabor "a mesón". Voy a leerlo.

Hola, @antolinamartell. Vale la pena leerlo, aunque produce algo de "culpa" reirse de las desgracias.

@rjguerra, agradezco la reseña (como siempre, muy inteligente y abierta) de ese autor del que he leído algunos comentarios, pero nunca, lamentablemente, he tenido acceso a su obra (gracias al deterioro de nuestro país en todos los órdenes, incluso en la posibilidad de acceder a los libros). Esperemos poder leerlo en algún momento.

Hola, @josemalavem. Gracias por la apreciación y la lectura. Sí, es difícil conseguir los libros en Venezuela, pero en algún momento aparecerán. Cuando tengas oportunidad, consigue también Fiesta en la madriguera, del mismo autor. Ambas novelas están en Anagrama. Saludos.

Excelente post, saludos.

Gracias, @betaniaj. Vuelve cuando quieras. Pasaré por tu blog. Saludos.

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