Realidades - Novela Venezolana - Capitulo 1 - Parte 1 - Historia Común

in #spanish6 years ago (edited)


     “Estaba matando un tigre" –pensó Juan. Pero no cualquier tigre, al recordar claramente la expresión usada por su abuelo antes de salir a trabajar, se trataba de un tigre pequeño.

Cuánto dinero podría ganar su querido abuelo por matar a un simple cachorro. Qué mundo incomprensible era este el de los adultos, no lo entendía del todo, o mejor dicho, ni siquiera un poco. Siempre lo regañaban y sermoneaban por sus actos.

Como aquella vez que intentó cortarle la cola al gato. El animal maulló, todo su cuerpo se espeluco, mostró sus colmillos y le araño un cachete. Todo pasó muy rápido y en tan solo segundos, el niño sentía el dolor acrecentarse en su rostro. Mientras su abuela le curaba la herida con algodón y yodo, le reclamaba y le pedía que aclarara sus motivos respecto al fallido intento de quitarle la cola al gato. Entre sollozos y lágrimas, la respuesta fue ininteligible. Al verlo detenidamente, su abuela solo podía pensar en la cicatriz que ahora le adornaría la cara, esto le molestaba, pero no podía evitar tratar de calmarlo. Al final, decidió no insistir mas, era solo otra de sus travesuras y la cicatriz sería suficiente para recordarle que no debía hacer ese tipo de cosas.

No era el más brillante o al menos, es lo que solían decirles los maestros a su abuela en las reuniones. Mucho menos, era malicioso. La curiosidad lo mataba, como a tantos felinos que había escuchado fallecer en manos de la ya nombrada. Jugaba con barro en los días de lluvia y solía correr de aquí para allá detrás del viento. Cada vez que sentía que una ráfaga lo sorprendía por la espalda, la impetuosa necesidad de perseguir aquello que no podía ver, lo impulsaba a correr como loco. Vivía montado en las matas de mango y esperaba con ansias el próximo año, siempre que la temporada terminaba.

Por las tardes jugaba al fútbol con Ángel, su compañero de clases el cual vivía a dos casas de la de él. Lo conocía desde primer grado y era el único de sus amigos que siempre tenía un balón, así este se espichara contra la cerca de alambres púas, el sufrimiento duraba poco, puesto que sus padres le compraban uno nuevo a la semana siguiente.

Solía hacer equipo con William, el hermano mayor de Ángel, que era admirador de Cristiano Ronaldo. Tanto, que su forma de jugar se le parecia. Algo increíble para un adolescente de 14 años, Juan lo respetaba y quería llegar a ser como él.

Cada vez que oscurecía, se escuchaban los gritos de la abuela llamándolo. El niño no le prestaba atención y seguía jugando. Los partidos eran de 5 goles y el equipo ganador, era aquel que ganara más partidos.

Una noche iban 3 a 1 a favor de Ángel y Alonso, el segundo de los tres hermanos. Ambos equipos habían ganado dos partidos, por lo que se jugaba el decisivo. Para sorpresa de Juan, aunque no de sus adversarios y su compañero de equipo. La abuela cansada de llamarlo, fue y se lo trajo pellizcándole las orejas, sermoneándole y recordándole: Que aún estaba muy chiquito para creer que se gobernaba solo. Rechistando y avergonzado ante sus amigos, Juan llego a casa molesto, sabía que estuvieron a punto de remontar.


     La madre de Juan, Isa, murió cuando él tenía 5 años y su padre nunca se responsabilizó por él. Dejando a Isa sola cuando se enteró que estaba embarazada. Se habían conocido en una fiesta de uno de sus compañeros de clases y todo acabó al siguiente mes por la inesperada noticia. Era un hombre de veintitantos, que solo buscaba una aventura con una joven de 18 años. Isa no encontraba la forma de decírselo a sus padres, sabía que era inaceptable y que debía dejar la universidad, la cual acababa de comenzar. Llegó a considerar la idea del aborto, pero no encontró valor para llevar a cabo tal acción.

A pesar del drama telenovelesco que le armó su familia cuando se enteraron de lo ocurrido, Isabel decidió dar a luz aún viviendo bajo el techo de sus padres. Los meses antes de que Juan llegara al mundo llenaron de felicidad la casa, Ignacio y Cristina no podían creer que serían abuelos y sus dos hermanos menores estaban emocionados por saber que serían tíos. Tras la llegada del bebe, vinieron los llantos y desvelos para toda la familia.

Era una casa pequeña de dos habitaciones, un baño y una sala de estar que a la vez era cocina y comedor. En uno de esos cuartos dormía Ignacio y Cristina, era un espacio lleno de cajas que contenían libros, las cuales estaban amontonadas en una esquina. Bajo la cama había un arbolito esperando el llegar de la época decembrina. Si se entraba al cuarto, se podía ver que en la pared del frente estaba un televisor y una mecedora de hierro, grande, entretejida con mimbre plástico. Ese era el sitio ideal para pasar un buen rato pegado a la pantalla. Y si volteabas a la izquierda, era inevitable no sentir asombro al toparse con una repisa llena de películas taquilleras, todas en formato DVD.

En el otro, era impresionante ver tantas cosas en un espacio tan reducido. Una litera y una cama individual, un escaparate y dos gaveteros de ropa, más una mesita de noche vieja y carcomida por las termitas. Cajas de zapatos bajo ambas camas, puesto que resultaba menos problemático quitárselos y meterlos en la que correspondiera. Ya que al haber tan poco espacio, era habitual que un zapato saliera disparado hasta el fondo de las mismas, de una sola patada. Esto ocurría muchas veces, hasta que Isa tuvo la idea de meterlos en su respectiva caja, puesto que así nadie buscaría culpables, en los momentos donde urge salir y el otro par de zapatos desaparece.

Siempre evitando los conflictos, Isa convivía con sus 2 hermanos menores, lo cual nunca fue tarea fácil. Extrovertida, alegre y rumbera. Tres palabras que la definían a la perfección, haber traído a Juan al mundo no la había hecho cambiar en lo absoluto y su madre se lo reprochaba. Una señora muy devota a la crianza y cuidado de sus hijos. Pero Isabel, era los ojos de Ignacio y a esto siempre supo sacarle provecho. Así mamá se molestara, no importaba. La última palabra siempre fue la de él. Lo cual ocasionaba conflictos de pareja cuando Isa quería salir de rumba.

Ignacio no podía negársele y tampoco estar en discordia con su mujer, por lo que resolvía todo al hablar. Un hombre muy comprensivo y honesto, solía llegar tarde a casa del trabajo y lo único que deseaba después de hacerlo, era estar en paz y disfrutar del calor de su hogar. Pelear le parecía algo realmente innecesario, por lo que calmaba a su esposa al recordarle que ellos también pasaron por los 20 y que lo mejor era disfrutar de cada etapa. Isa ya estaba lo suficientemente grande y no había necesidad de llevarlo todo al extremo. Ya había demostrado ser capaz de salir adelante sola con su niño y dentro de poco empezaría a trabajar en la peluquería de su prima. Además, Juan dormía plácidamente todas las noches, por lo que cuidarlo nunca resultaba tedioso.

Cristina no podía negar, que eso de ser el alma de la fiesta, Isa lo había heredado de ella. Aun así, persistía y se mostraba renuente ante la idea de que saliera a algún club o discoteca, hasta el punto de terminar discutiendo y verla irse disgustada, la mayoría de las veces, por ser imprudente al decirle la verdad.

Un sábado como cualquier otro, Ignacio se encontraba trabajando y se había llevado a Víctor junto con Arturo, para terminar de vaciar una placa, ambos adolescentes disfrutaban de estos días con su padre. Puesto que al final de la jornada, lo ideal era tomarse un par de cervezas.

Cristina estaba en la casa con Isa y el niño, que luego de jugar todo el día en el patio, en la tarde se quedó dormido, mientras veía televisión en el cuarto de sus abuelos. La casa estaba radiante y limpia, fruto del esfuerzo de ambas, que desde muy temprano, la pusieron patas arriba. Sacaron todo el polvo, y como de costumbre, botaron lo que no servía. No había pasado ni un mes desde la última limpieza minuciosa pero se habían acumulado cachivaches por toda la casa.

Terminada la limpieza, Cristina se dispuso a hacer la cena, puesto que sabía que Ignacio y los muchachos llegarían pronto queriendo arrasar con la cocina. Isa acababa de colar café, y mientras le llevaba una taza a su madre, escuchó el celular sonar desde su cuarto. Luego de que casi le lanzara la taza, corrió hacia la habitación y contestó con la alegría y el entusiasmo que la caracterizaba. Se trataba de Paola, una vieja amiga de la universidad, llamaba para invitarla a salir, algo que se había vuelto frecuente desde hacía más de un mes.

     Luego del silencio tras finalizar la llamada, Cristina se dirigió al cuarto para confirmar lo que daba por sentado. Parada en la puerta, notó que Isa ya estaba arreglándose, no pudo evitar molestarse y empezó a reprocharle.

     -Tienes que dejar de pensar solamente en divertirte.

    - ¡Ay ya mamá, déjame en paz! No empieces por favor –respondió Isa predispuesta.

    - ¿Cómo que "dejáme en paz", chica? ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo? Ya no se trata nada más de ti, ahora tienes un hijo al que criar y ofrecer un buen futuro.

     -Eso lo tengo bien clarito, mamá. Dure más de 4 años velando por el sueño de mi hijo y ahora que puedo salir y divertirme, no voy a dejar de hacerlo por ti.

    -Y ahora es cuando te quedan años por seguir velando por él –replico Cristina–. Tu padre y yo tenemos toda una vida tratando de darte lo mejor a tus hermanos y a ti para que sean personas de bien y se enfoquen en estudiar y superarse, ¡No en estar todo el día en la calle y bebiendo los fines de semana! -el tonó de voz aumentaba, por lo tanto, la conversación se escuchaba por toda la casa.

     - ¡Ya mama! ¡Ya! Yo sé que tú y mi papá han querido y quieren lo mejor para nosotros, pero entiende que si no pude estudiar, por hacerme cargo del niño, por lo menos tengo que salir a divertirme con mis amigos y tener vida social.

    -Si no estudias es porque no quieres hacerlo, deja de excusarte y empieza a comportarte como un adulto responsable.

     - ¿Sabes qué, mamá? por mí, di lo que quieras. Yo en esta casa hago de todo y creo que tengo derecho a salir. ¿O tú crees que quiero estar encerrada todo el tiempo, viviendo una rutina? ¡Eso es para volverme loca, y no quiero terminar como tú, amargada y estirada!

El rostro de Cristina cambió por completo, tras escuchar esas palabras. A lo que respondió indignada y molesta:

     - ¡Haz lo que te dé la gana! ¡Sal y vuelve con otra barriga si es lo que prefieres! ¡Sigue creyendo que por invitarte a tomar, esas son tus amigas! No me vuelvo a dar mala vida por ti, pobre de Juan por tener una madre tan irresponsable, solo espero y no te arrepientas el día de mañana, cuando veas que desperdiciaste toda tu juventud.

Dio media vuelta y cerró la puerta de un solo golpe. Isa se quedó pensando por un momento en lo que había ocurrido, hasta que el celular volvió a sonar. Era un mensaje de Paola diciendo a qué hora la pasaría a buscar, por lo que se apresuró a plancharse el cabello y a terminar de arreglarse.


     Paola siempre había sido una chica privilegiada. Sus padres le regalaron un carro cuando cumplió los 18 años con el fin de que fuera a la universidad sin algún tipo de inconveniente. Cuando Isa tuvo que dejar de estudiar por el embarazo, ambas prometieron no perder el contacto y así fue.

A dónde llegaban, los pretendientes llovían. Ellas disfrutaban de ver cómo hacían lo imposible por ganarse un poco de su atención. Siempre que alguno salía por ellas, susurraban entre sí y se reían a carcajadas, pues sabían que ya no tendrían que gastar ni un Bolívar más en alcohol.

La noche fue pasando de manera imperceptible entre tragos y risas. Se hicieron las 2 de la madrugada y faltaba poco para que todos se fueran de la discoteca. Isa llevaba rato bailando con Roberto, un viejo amigo y vecino con el que se topaba siempre en dónde hubiera bebidas y un buen sonido. Al terminar la canción, optó por buscar a Paola para que la llevara de vuelta a casa, ya que se sentía muy mareada y cansada. Luego de varios minutos sin encontrarla por ninguna parte, Roberto, que no había dejado de acompañarla ni un segundo, se ofreció para llevarla.

Isa insistió en seguir buscándola, puesto que sabía que era extraño el que se haya ido sin notificarle. Se dirigió al estacionamiento en donde pudo notar, que el carro de Paola no estaba por ninguna parte. Luego de dar vueltas en vano, acepto ser llevada por Roberto.

En el camino, Roberto venía totalmente distraído tratando de escuchar lo que Isa decía, pero el sonido de la moto y su estado de ebriedad no se lo permitían. Le gustaba la velocidad y solía decir que había nacido para ser piloto. Pero esa noche, ambos fueron imprudentes y la fiesta terminó cuando una curva apareció de la nada.

Roberto no tuvo tiempo de desacelerar. Iba a 110 km/h y trató de tomarla pero fue algo imposible de lograr para él. Perdió el equilibrio y acto seguido, cayeron dando vueltas por el asfalto. Sin cascos algunos para aminorar los golpes, las contusiones fueron fuertes. Desangrándose y en plena madrugada, Isabel partió de este mundo, dejando un sabor amargo en la boca de los parientes más cercanos y un espacio vacío e irremplazable.


!Gracias por haber llegado hasta acá!

     Esta es la primera entrega de la novela que publicaré semanalmente. En la cual relataré sobre la vida del venezolano, su día a día, sus costumbres y por supuesto, su uso característico de la lenguaje coloquial.

Si hay algún error gramatical, házmelo saber. Completamente abierto a las críticas y dispuesto a saber que opinas en los comentarios. Ayudémonos como comunidad y crezcamos juntos para que solo abunde el contenido de valor en Steemit .

     La portada del libro fue diseñada en Canva. La imagen de la huella, el humo y el fondo del banner, fueron sacadas de Pixabay.

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Grandioso de cierta forma me devolvi a mi infancia cuando jugaba futbolito y se armaban esaa partidas donde nadie queria perdee y estaba de por medio un refresco de dos litros, jejejejeje.

Jajaja te entiendo a la perfección @jc35619. Por la casa lo normal era usar dos piedras como portería y así podíamos pasar toda la tarde y la noche jugando.

Me gusto mucho esta historia. Muy entretenida.

Gracias @zulosteemit, esa es la intención. Que bueno saber que te gustó.

Wuaooo amigo @psi1826 me encanto la primera entrega de tu novela, ansiosa de leer la siguiente parte felicitaciones.

Y a mi tu comentario @daysmoren, gracias por tomarte el tiempo de pasar a leerla. Yo también estoy ansioso por saber lo que ocurrirá a continuación jajaja.

La curiosidad lo mataba, como a tantos felinos que había escuchado fallecer en manos de la ya nombrada

A goal without a plan is just a wish. Antoine de Saint-Exupery

I also liked that phrase a lot when I wrote it. Thanks for reading me. @beautifulklare.

Jugaba con barro en los días de lluvia y solía correr de aquí para allá detrás del viento

I like this place. I'm inspired to write a post based on this quote.

As soon as you publish it, I will not hesitate to read it.

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