La eternidad son los recuerdos. Novela. (cap 1)

in #spanish6 years ago (edited)

La calle lucía calmada, la luna resplandecía solitaria y la niebla velaba a las estrellas. Se oían a lo lejos ladridos y el traquetear monótono de los autobuses. Se oye la carcajada de unos trasuntes que pasan cerca de la fachada de la casa, oscurecidos a la luz del ocaso. Atrás de mi alguien carraspea y escupe, a un costado de la escalera en donde estoy sentado. Ríe y me toca el hombro.
— ¿Tiene algún sentido esto? —dice y se deja caer junto a mí. No respondo y él me otea desde las sombras en que me sumergía el final del día.
— Me refiero a esto. Es una mierda, ¿me entiendes? Me siento preso.
Levantó la cabeza y dio una mirada en derredor:
Las casas parecían hechas en base del mismo molde pero aun así diferentes, las lomas en donde estaban construidas le daban un aspecto de una alargarse más que otras, pero todas parecían indolentes y tristes. Lo miré calladamente sin decir nada, sólo sonreí por lo bajo
— ¿Qué sentido tiene? Debemos ser buenos pero por Dios ¿con quién? A uno le clavan tantas balas sólo por ser bueno, al parecer ser un poco honesto es llevarse una jabalina en el pecho. ¿Y qué debo hacer, colocar mi otra mejilla, o alegrarme de tener un centenar de jabalinas danzando como banderas en mi pecho? Trabajar por la sociedad y ser buenos —soltó un bufido.
Se levantó y su figura parecía esos viejos retratos ennegrecidos por el polvo de exploradores irguiéndose sobre una loma divisando un nuevo mundo, suspiro y se pasó la lengua por los labios antes de escupir. Luego giró hacia mí bruscamente, los ojos lucían velados por un extraño brillo que a la luz descendente parecía siniestro.
—Dime qué maldito sentido tiene amar al prójimo si la única ley que se vale es la de la conservación propia. Me he encontrado personas que sólo ayudan y sienten compasión para ganarse un cielo, solo para tener un lugar en el Edén. ¿No crees que eso sea conservación propia? —sus ojos expedían lenguadetas, parecía el velamen de una marea roja, se asía los cabellos y se le abrían como una huella en un lodazal negro dos hoyuelos en sus labios
—Hasta ayudan —su cabeza asentía fervientemente—. Sólo para sentirse bien, es como esos drogadictos que consumen para aliviarse, es lo mismo. ¿No crees que es un hijo de puta conservación de sí mismo, un alivio para uno? ¿Alguien ama enteramente solo por amar? —se desinfló, cayó a las escaleras sucias junto a mí, lo mire y le dije escueto:
—Cristo.
Soltó una gran carcajada que resucitó la voz en aquellas veredas inhóspitas que dormían plácidamente, se oyó el sonido de dos perros huyendo a la lejanía.
— A veces sólo quiero ayudar sin ningún fin, apretar la mano de quien yace agonizante a mi lado. ¿Crees que eso es ser bueno?
—No lo sé. Ser bueno es algo más...
—Mi madre decía que nunca alcanzaríamos el cielo, que no tenía caso, sólo tratar de sentir compasión por este mundo vil y desamparado. A veces me lo represento como llevar una farola en un mundo de ciegos.

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Bostezo despacio, las farolas de la calle arrojaron una escueta luz que dejaba sectores en la penumbra.
Bajó las escaleras y se colocó bajo la luz vacilante de un farol gastado, su silueta se alargó en la acera y su cabello negro parecía caer tapándole los ojos. La huella de una lucha interna, la depredación de dos lobos suyos que pugnaban por ver cual vertía más sangre y conquistaba.
—No sé si amar hipócritamente o ser un mal hombre honesto— su voz vibraba extraño y su tez era pálida, y respiraba forzosamente—. No sé si saludar a alguien con gentileza aun sabiendo que lo quiero apuñalar o apuñalarlo fielmente a mis principios.
Terminé de bajar los escalones y me paré en el último y suspiré.
¿A quién no se le había venido la idea de liberarse de sí mismo? De sacar "esto" como le decía él en cada gesto, en cada palabra sin poder, sin trabas. Estaba preocupado estaba tiritando en la laguna de luminiscencia en medio de la calle.
— ¿Qué crees que es peor desear el mal honestamente o fingir la buena acción? —sus ojos castaños se abrieron rojos, inundado en una ira que pedía socorro.
— ¡Maldita sea! Dime, ¿es malo ser bueno falsamente o es bueno ser malo honestamente? —iba a responder pero bajé la mirada, terminé de bajar el escalón, tomé una piedra y la arrojé a lo lejos. Él se lamió los labios y me dio la espalda, lloraba. Cogí otra piedra y la arrojé, pronto me vi cogiendo puñados de piedras en los costados de la vía y arrojándolas lejos, hacia el vació y la oscuridad.
Las manos me sangraban, las recogía y algunas se incrustaban en las uñas. Un poco más lejos en las entrañas de los costados de la calle habían unas pequeñas luces provenientes de las casas que parecían luciérnagas rodeándonos.
—Lo siento, no sé qué me pasó— tenía los ojos hinchados y unas manchas rojas en la cara.
Dejé de tirar piedras, se oían risas y el corretear de unos niños a lo lejos.
— ¿Seguro que vas a hacer lo que dijiste? —Pregunté pálido a mi vez— Yo creo que es ir un poco lejos, es... bizarro.
En la noche caliente, a la luz de la farola y con el mar de luciérnagas hendiendo la oscuridad, sonó a un escupitajo, a acusación.
— Llegas a un punto en el que sucumbes, ya no soportas la carga de ser tú mismo. Fíjate que la otra vez me invitaron a una cena formal y fui. Iba bien vestido y todo, con esos trajes que te quedan ajustados para que se te realcen los músculos. Entramos contentos. La casa estaba bien arreglada y los invitados afectaban unos modales... calcados. Hasta hablaban de lo mismo sin desentonar. Pues no lo aguante, les grité que eran unos impostores, que... hablaban tan al unisonó que al hablar solo debatía con una gran masa. Comencé a arrojar vasos de cristal, porcelana, todo, quizás sea algo raro pero no podía someterme a conversar horas seguidas sobre la ventaja del último automóvil del año cuando mi alma se destroza.
—No te entiendo — realmente quería ayudarlo ofrecerle un bálsamo aquella luz que me pedía auxilio en sus ojos.
—Es como tú y Elena. Imagina que no la tuvieras, te sentirías perdido ¿cierto? Sin un alfiler que sostenga a la sombra que se te escapa.
—Es que no entiendo, no a ti, a todo como dices tú. La vida en general. Hay gente que baila gozosamente y luego regresa a casas endebles que casi se desmoronan maldiciendo su suerte. O... esas publicidades de ayudar a los niños hambrientos cuando en realidad solo falta personas que se levanten y ayuden. En el instituto un profesor gritaba e insultaba al gobierno fuertemente, los reprimía a todos y decía que las cosas marcharían mejor. Vociferaba de la falta de incomprensión. Dos alumnos se le presentaron con una queja por el deterioro de algunas aulas y él les alejo para dejarlo tranquilo. Al final discutieron en el pasillo, yo oían sus voces alzarse así fue que escuche. El profesor elevó la voz y gritó: — ¡Simplemente porque yo soy el profesor y ustedes los alumnos!
— ¿No te parece que los alumnos podrían quejarse de lo mismo que él se quejaba del gobierno? ¿No te parece que el humano critica el poder hasta que le dan una mínima parte de él, solo un sorbo de la copa y hace lo mismo que hace poco criticaba?
—Así es con todo. Alguien traiciona y si alega correctamente bien todos creen que hasta es un Salvador y a un Salvador por no saber engañar lo convierten en... polvo y olvido.
— Pero entonces que es la vida. ¿Este ser yacente vil y sobornable que duerme bajo las apariencias de bondad u esta bondad que lucha contra la marea de mal que surge de nosotros? — Quizás solo sea "esto". Esta lucha perenne de ni siquiera saber que se lucha solo sentir el apogeo crecer en ti. Esta lucha... de... dos lobos hambrientos de bien y de mal.
Quedamos en silencio, era como que algo había caído a nuestros pies y yacía postrado. Me dolía la espalda y tenía los brazos entumecidos, comenzó a hacer frió y el viento silbaba y cerraba puertas y ventanas. El pecho de él subía y decaía como los golpes de un martillazo en un yunque, su cara parecía estragada, tenía las mismas huellas que las pisadas de una brigada y del pasar de la artillería, como si fuera el campo baldío de una gran batalla. Me acerque a él y lo abrace como un gesto fraternal.
A la luz de las farolas muertas y aquella carretera intransitable sentí paz, como alejado de mi patria, de mi humanidad y desprendido de algún peso asentado desde hacía mucho, levanté los ojos a la oscuridad del firmamento y me sentí liberado, como si aquella muestra de superioridad que era el cielo me diera muestras de benevolencia. Sentí en mí nacer el bien solo por el bien, de ayudar al prójimo aunque este me pateara la cara.
La calle tomó un nuevo aspecto, en realidad todo tomó un nuevo aspecto; era como una sensación de bienestar, de regresar a un lugar que se te olvidaba que habías pisado, como si perteneciera a... al frio, la luz mortecina y abyecta, a la marea de casas rodeándonos, a la luna solitaria, a todo.
— ¿También lo sientes? —pregunté quieto mientras seguía abrazándolo. No me dijo nada sólo vislumbraba la masa de luces con ese aire patriarcal de colonizador conquistando. .


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Me levanté sudando en aquel cuarto que parecía una buhardilla pequeña. Hacía calor y tenía la camisa empapada parecía que había estado llorando en sueños.
La alcoba lucía desgastada, un sillón, una alfombra deshecha en algunos lados y una ventana en donde se veía caer a lluvia como una cortina. Tragué saliva, era la misma sensación de antes; la misma sensación de aquella noche antigua. Sentía la misma inundación de hacer el bien, una ráfaga que me golpeara.
Me senté en la orilla de la cama y recordé a Alfredo en aquella noche en donde exponía su angustia. Aún me parecía ver esa mirada de animal herido y acorralado, de perseguido que solo desea tranquilidad. Suspire y las paredes empezaron a reír de manera estruendosa, con esa risa de colibrí liviana que te perseguía, el olor a tierra mojada que se emergía por la ventana tenía el dulzor de su perfume.
—Quizás si seamos eternos y a la misma vez efímeros, ¿no Crees? Como dioses que no lo saben.
Su voz retumbó en mi nostalgia, era la voz de ella, de cuando la conocí. Tenía la misma cadencia de... risa, como si hablara a carcajadas. Entro con un vestido blanco como la nieve, que se fundía con su piel, las pecas de su rostro parecían resaltar; como piedras rojas en un mar.
—¿No crees que ya es suficiente? —dijo en un tono de reproche y su mirada lanzaba ese brillo cansado que reflejaba la desesperanza. Sudaba frío y movía el pie de manera ferviente esperando distraerme, de desviar la mirada de ella. Comenzó a llover más fuerte y las gotas que caían sobre los tejados parecía fusilería en campos lejanos.
—En donde sea que estés. ¿Te encuentras bien? —dije viéndola a través de las lágrimas de mis ojos, y apretando el nudo en la garganta.
Apreté el puño y le sonreí.
— Basta —dijo ella como una sentencia, como el hachazo final de un verdugo inamovible, como un escopetazo para un hombre de paja.
Comenzó a desaparecer poco a poco mientras se acercaba a la puerta, el tintineo de su risa se extinguía en notas suaves, su mano nívea sujeto el pomo de la puerta y... ¡se derretía como una vela! ¡Su existencia se desvestía!
Cuando volteó por última vez solo quedaba su cabello negro cayéndole en la cara y su cara brotaba como de un valle, con esa limpidez de pureza. Había una lámpara sobre una mesa y comenzó a caer, a esfumarse, y supe que la habitación colapsaba, olía a tierra mojada por todas partes y a su perfume. Las paredes se evaporaban como las gotas a la intemperie de un sol muy fuerte. La habitación se iba con ella. Corrí y jale la puerta. En el pasillo oía unos pasos menudos corriendo sobre hojas, bajé al vestíbulo, los muebles de madera negra estaban oscurecidos con la luz apagada, el ventanal agitaba las cortinas como las velas de una nave. Su fragancia aun me lamia la marcha cuando abrí la puerta de entrada. A los lados crecía una abundante maleza y el agua me caía, mojándome. Su risa se había extinguido y su aroma yacía oculto bajo el olor de la tierra. Mire a lo lejos y me apreté el labio con los dientes.
—¿Donde estás Elena? —pronuncié.
Regresé al cuarto con la sensación de que olvidaba algo que era importante.

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Sort:  

Excelente hoy, publique mi libro en freeditorial. En verdad tienes buena imaginación, lo del proyecto entropia me parece interesante la etiqueta. Los seguiré a partir de hoy como esperando tus otros escritos, pásate por mi penúltimo post y dime que opinas de la legalización del aborto.

**¡Felicitaciones!**

Estas participando para optar a la mención especial, que se efectuará el 17 de Junio del 2018 a las 8:00 pm (hora de Venezuela); donde el autor del artículo seleccionado recibirá la cantidad de 1 SBD transferidos a su cuenta.
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Atentamente

El equipo de curación del PROYECTO ENTROPÍA

Esplendido.
El cielo va a ser de ellos en todo su esplendor

Realmente muy bueno, se deja color y es una lectura agradable, espero leer la segunda parte y así sucesivamente, si es que vas a ir publicando los capítulos de la novela y espero que puedas publicarla con una editorial, pronto. Feliz tarde

Muchas gracias amigo. Si intentare ir subiendo. Gracias por el comentario ;)

Seguramente muy pronto estarás publicando en físico

Gracias por su apoyo. ;)

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