Al salir de la casa de mi abuelo, algo había cambiado, mi abuelo se veía mucho más viejo, las arrugas en su rostro parecían más profundas, y su pelo aún más blanco. Me despedí de él con un abrazo y "bendición abuelito" y lo deje encogido en el sillón mirando un retrato de mi abuela mientras le susurraba, me salvaste belleza...me salvaste.

Aquel viernes llegue a casa agotado, a pesar de que solo fui a casa de mi abuelo. Subi rapidamente a mi habitación y me arroje con lápiz y papel hacia una hoja en blanco para escribir mi ensayo.

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Incursión Amazónica: "Heridas abiertas de una Historia sin héroes"

LLegó el día sábado, aquella noche tuve un sueño, vi a mi abuelo pintado de negro y verde, con un fusil entre las manos, agachado en la selva, sabía que era mi abuelo aun así se me hacía imposible reconocerle.

Todavía quedan dudas y agujeros en la historia de mi abuelo, pero a esas alturas no quería hurgar más en aquellos sentimientos, cada palabra que salía de su boca reflejaba en su rostro el sufrimiento de revivir y compartir conmigo aquellos recuerdos.

Y así pensando en mi abuelo y la parte de él que quedó perdida en la selva llego el día lunes.

¿Cuál es la verdad?

Nunca había estado tan ansioso por un día de clases, y menos para compartir mi ensayo con el resto de mis compañeros de curso, pensé que había encontrado en la historia de mi abuelo una joya, que tiene más carácter literario que un ensayo.

Entramos al salón y uno por uno mis compañeros de curso, se fueron levantando de sus pupitres para exponer su ensayo.

El primer ensayo escrito por un estudiante de muy buena posición económica, de apellido Chacón trajo su ensayo titulado "La Recuperación de las minas y el esequibo: Una victoria para la soberanía"

Aquel individuo expusó fervientemente sus argumentos, contaba la historia de una guerrilla que pagada desde los Estados Unidos y por el Departamento de Estado de dicho país, se encargó de masacrar a los indígenas de la zona y extraer cantidades insanas de piedras preciosas, todo aquello bajo la premisa de golpear económicamente al país.

Nos relató como el glorioso Ejército Venezolano logró liberar a los pueblos indígenas de la opresión de esta guerrilla y como en el proceso se lograron recuperar las minas y el Esequibo.

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La mirada complaciente de la Profesora de historia y los aplauso de mis compañeros hizo que tratase de esconderme en mi pupitre, tomar entre mis manos la historia de mi abuelo y dudar. Seguido de eso, vi como todos mis compañeros uno a uno iban pasando relatando la misma historia, hasta que me tocó pararme de mi pupitre delante de todos.

No sabia que hacer, aquello que relatada mi abuelo no tenía consonancia con nada de lo que mis compañeros decían. Tartamudee un poco, pero me lanze a leer la historia de mi abuelo.

Incursión Amazónica: "Heridas abiertas de una historia sin héroes"

Cuando apenas llevaba una hoja, la profesora indica que pare y que tome asiento, con mucho desdén, sugirió que mi abuelo debía padecer algún tipo de demencia, y que yo como buen investigador y fiel ciudadano debería recurrir a mejores fuente que un viejo senil.

Baje la cabeza, encogido sobre mi pupitre quise maldecir a aquella profesora, las lágrimas bajaban por mis ojos y yo solo pensaba

"¿Quién dice la verdad?"

Salí de aquella clase, con un 0 en mi ensayo y sin ganas de volver a aquel recinto. Mientras me dirigía a la puerta del colegio con todas las intenciones de volver a casa y encerrarme en mi habitación, sentí como tomaba mi hombro.

Al voltearme, logro verla a los ojos. Usaba lentes grandes, que no lograban esconder sus hermosos ojos cafés, el pelo corto y negro dejaba ver su delicado cuello, algunas pecas decoraban sus mejillas y una pequeña nariz encajaba perfectamente con sus labios.

Baje la cabeza, por vergüenza quizás, ningún hombre quiere que se le vea llorar, me dijo:

-¿Ya te vas?

-Si, no tengo animos de seguir aquí, por lo menos no por hoy.

-Espero que no te moleste, pero antes de irte...¿Me dejas leer tu ensayo?

Entre mis manos aquellas hojas de papel arrugadas estaban apretadas con fuerza. Con la cabeza abajo y rehuyendo de su mirada respondí.

-No se si puedas leerlas, pero toma.

Le entregue mi ensayo que estaba decorado con un 0 en color rojo, me di media vuelta para seguir mi camino hacia la puerta, cuando en voz baja la escuche decir.

-Nunca conocí a mi abuelo, mi abuela dice que murió de soledad y tormento, que no se perdona lo que ha hecho. Nunca me han dicho que paso con él. Pero mi abuelo fue un Cazador del ejército y luchó en la incursión. Tengo mis dudas... pero más preguntas que respuestas, me gustaria conocer a tu abuelo, posiblemente el sepa que fue del mio.

-La escuche, pero por vergüenza o por miedo, solo pude tartamudear "Ya veremos" me di la media vuelta y seguí mi camino, antes de irme me dijo.

-Por cierto me llamo Brenda.