Era un explorador de alta experiencia y entre sus instrumentos de aventura, por su puesto, su brújula jamás falló. Hasta un día en el que todo parecía más abrupto que nunca, escabroso y lleno de peligros.

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   Mirando a su alrededor se encontró perdido, en alguna ladera que nunca antes conoció. Ante tal desconcierto, buscó como siempre su instrumento guía que jamás le había fallado. Sin embargo para su sorpresa, algo ocurrió. Su apreciada brújula estaba descalibrada por completo, sus agujas apuntaban a diversos lugares al mismo tiempo dando direcciones inciertas.

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   Determinado ante aquella situación, se descargó de su equipaje, y poniéndolo todo sobre una piedra (roca), hizo todo lo que pudo a su alcance y conocimiento para lograr calibrar su valiosa brújula. Angustiado, ya en medio de la noche, se halló sin norte y sin sur, sin rumbo y sin destino. Mirando las estrellas, comenzó a dejarse guiar por ellas. Recordó las palabras de un sabio maestro:

“Cuando te quedes sin dirección, no olvides mirar al cielo. Cuando todo lo hayas perdido, de lo alto vendrá tu auxilio”.

   Así como el aventurero explorador, nos encontramos también todos y cada uno de nosotros en algún momento de nuestras vidas. Descubriéndonos sin dirección alguna, dejamos todo el peso de nuestro equipaje sobre la roca, mientras al mismo tiempo intentamos retomar nuestro destino. Entre tanto, esperamos alguna señal en nuestro corazón, que nos guie por donde seguir.

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   Y clamamos y clamamos, como quien intenta de forma continua calibrar aquello que ha sido alterado y que ya no cumple su función, esperando de esta manera retomar el norte que de alguna manera hemos perdido. Y recordamos lo que en algún momento aprendimos: sabiéndonos sin dirección, alzamos los ojos en busca de la mayor de las estrellas, que en medio de tanta oscuridad nos haga llegar a un destino seguro.

   Cuando el salmista declara: “llegue mi clamor delante de ti” nos deja saber que ha clamado mucho, que ha buscado con ansias una respuesta que le solucione sus inquietudes. Por eso, pide con premura entendimiento, conforme a la Palabra de Dios, para tomar un rumbo cierto. Pone en el Señor la mirada para no continuar en falso sino sobre seguro, sabiendo que mientras más avanza con su mirada fija esto le garantiza confianza y que llegara a salvo.

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Pregunto: ¿Podrá nuestro corazón descalibrase y perder la dirección que un día el Señor nos dio? ¿Nos descubriremos así en laderas que nos presagian el peligro y la muerte segura?

   En estas circunstancias de nada nos valdrá la pena toda la experiencia y pericia alcanzada en diversas áreas, y ni siquiera tener las mejores herramientas o algún instrumento que nos diga la dirección. Solo a la luz del mensaje de Dios estaremos a salvo, guiados por lugares seguros , aun cuando nuestra mente y corazón se halla quedado sin norte.

   Amado lector si en este momento te sientes perdido, y confundido, pues clama al Señor como el salmista, coloca tu mirada fija en él. Él te dará entendimiento y te hará saber el camino por el que debes seguir.

   Gracias por tomar tiempo para leer. Salmos 119:169 “llegue mi clamor delante de ti, oh Jehová; dame entendimiento conforme a tu Palabra" (RVR-1960)

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Dios te bendiga.

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