Agotada y sin deshacer maletas se recostó un rato; había sido un largo viaje. Necesitaba desacelerar un poco el agitado ritmo de vida que llevaba: trabajo, preocupaciones, una fallida relación amorosa, estaban haciendo mella en su salud física y mental. Se quedó dormida… Despertó a las dos horas a lo sumo; un poco desubicada ¡Ya¡ estaba en la casa que había alquilado para descansar y quizás, si la inspiración llegaba, comenzar a escribir; pero solo si se daba sin mucho esfuerzo.

Era una cabaña de dos pisos, un poco grande para ella sola...

Con algo de pereza aún, se deslizó fuera de la cama y se dispuso a guardar sus pertenencias; al abrir el robusto armario de madera lo primero que vio fueron unas bonitas botas marrón chocolate, bien alineadas una al lado de la otra, como dándole la bienvenida ¿Quién las dejaría allí? No pudo resistir la tentación de tomarlas, estaban usadas pero limpias y en muy buen estado; se las probó, le quedaron perfectas; sin pensarlo se las dejó, bajo las escaleras y salió a dar un paseo.

fuente

Tomó el estrecho sendero ubicado justo al frente de la cabaña; comenzó a disfrutar del aire campestre, de las tonalidades de verdes salteados por el vibrante color de las flores silvestres; podían divisarse regadas al azar algunas casas al borde del sendero y otras un poco más al fondo. Absorta; se dejó llevar por la belleza del paisaje; llegaron a su mente imágenes y palabras que no reconocía como suyas o conocidas. Batió fuertemente su cabeza, seguro eran producto del cansancio y lo intempestivo de lo vivido los últimos días. Había colapsado por completo; tuvo que admitir que necesitaba ayuda profesional, con el apoyo de su mejor amiga fue al psiquiatra quien le recomendó este descanso; su amiga le consiguió esa casa y en menos de una semana dejaba todo atrás y allí se encontraba…

Desandando sus pasos llegó hasta la casa; no sabía con exactitud qué hora era. Al llegar revisó su móvil y se encontró con un mensaje; mientras recorría el lugar en busca de mejor recepción de la señal sonó el móvil, era su amiga; conversando con ella al descuido le preguntó sino sabia quienes habían sido los inquilinos anteriores de la cabaña; no lo sabía, hablaron un poco más y se despidieron.

Sentía mucha curiosidad por saber a quién pertenecían esas botas que llevaba ahora puestas. Subió, se las quito dejándolas caer al piso y se acostó nuevamente… La despertó el trinar de los pájaros ¡Había dormido la noche entera! tenia semanas sin hacerlo, miró a su alrededor y le sorprendió ver las botas acomodadas una al lado de la otra ¿Se habría levantado y no se acordaba? Después de asearse, bajó, comió algo y comenzó a recorrer y detallar el lugar:

¿Cuántas personas habrían estado allí?
¿Cuántas historias se guardaban entre esas paredes?

Haciendo su recorrido tropezó con un pequeño gavetero, lo abrió consiguiéndose con una fotografía de una joven y bella mujer; la mujer de la fotografía llevaba las mismas botas que había encontrado en el armario ¿Quién sería ella? ¿Hace cuanto había estado allí? Impulsivamente subió se colocó las botas y se dispuso a salir, no sin antes echar un último vistazo y guardar la fotografía. En verdad el aire fresco le sentaba de maravillas; como si conociera el lugar caminó y caminó, llegó a un arroyo y se vio reflejada en aquellas aguas cristalinas; se percibía extraña, como si fueran otros ojos los que la veían y no los suyos. Se sentó al borde a escuchar el agua correr, al cabo de un rato le pareció escuchar susurros a muy corta distancia; miro a su alrededor y no vio nada.

¿Una mala jugada de su imaginación?

Con la misma facilidad con la que llegó; salió de ese lugar, en el sendero se tropezó con un anciano que le hizo un gesto con la mano, esbozando una sonrisa; ya más cerca, fijó la mirada en sus pies _{(al menos esa fue su impresión)} y su rostro cambió… Se sintió culpable.

¿Sabría el viejo que aquellas botas no eran suyas?
¿Conocería a su dueña?

Apenas llevaba día y medio en aquel lugar y ya lo sentía suyo, tan familiar ¿Qué carajos le pasaba? ¿Sería acaso efecto de los medicamentos? Se sentía cómoda y segura allí; le daba la impresión de tener una silente y discreta compañía; entró al estudio, pensaba teclear algunas ideas que revoloteaban en su mente, solo eso, anotarlas para desarrollarlas luego. Sobre el escritorio había algunos libros desordenados, tomo uno en el que sobresalía un viejo marca páginas, lo abrió y se encontró con este poema:

VIAJERO EN REVERSA

Esencia etérea y silenciosa
que va soltando equipaje
y ligeramente transita
por los perdidos espacios;
aposento de demonios
que habitan en su morada.

Va peleando mil batallas,
unas veces va triunfante,
otras, la derrota le acompaña…

Cuerpo inerte, sin alma,
cuál espectro desafiante
que a tientas busca la luz,
con los brazos extendidos
como secas ramas rotas
que luchan contra el torbellino…

En este limbo se pierde
desandando el camino;
se despoja de la estela
de tristeza y aflicción…

Y así revierte sus pasos
largos, cortos, con traspiés;
atravesando la niebla
en busca de una señal
que le indique el sendero
o simplemente le muestre
que ya ha llegado a su lar…

Lo leyó y lágrimas rodaban por sus mejillas…

En algún momento pasó por su mente quitarse la vida; ahora entendía lo equivocada que estaba; comenzaba a comprender lo valioso de vivir, a pesar de sus complejidades. Alguien, algo, la vida toda, le estaba dejando señales, mostrando la luz, el camino a seguir.

Podrían creerla loca, pero para comprender tendrían que haber estado en sus zapatos. Detrás de ella, la chica de la fotografía sonreía; había cumplido con su misión y no se repetiría _{(al menos en esta ocasión)} su triste historia...